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La película terminó y luego la luz de la televisión se apagó dejando solo a la vista los títulos finales.

Giré mi cabeza a la izquierda y vi a Noah con su mirada en su celular.

Después de nuestra pequeña charla yo solo me limité a mirar la película, y el se quedó al otro extremo del sillón mirando su celular.

Admití en mi subconsciente que estuve algo mal en tratarlo de esa manera. Aquí el único problema era Lidia y siempre fue ella, por años y aunque posiblemente mañana todo daría otro rumbo, el nombre de Lidia se hacía presente en cada lugar que visitaba.

—Emma —sentí la mano de Noah sobre mi pierna— ¿Quieres ver otra película? O ¿Dormir?

—Perdón, otra vez —bajé la mirada a mis manos, el sofá al lado mío se hundió y sentí el brazo del castaño tomar mis hombros y atraerme más a él. Contuve la respiración hasta que sentí el perfume de su abrigo, y entonces mis fosas nasales me exigían respirar ese delicioso aroma.

—Creo, qué ha sido un día muy largo —sentí su mentón en mi nuca—. Deberíamos ir a dormir, mañana hay que estar a primera hora en la preparatoria.

—Lo sé —hice una mueca, si dormíamos en el sofá no me molestaría. Me sentía bien por su cercanía, me sentía protegida.

—Tu ve arriba y yo me quedare en... —me di vuelta mirándolo y negué— ¿Yo voy arriba y tú...?

—Los dos iremos arriba —arrugó la nariz y rio, amaba cuando hacía eso.

Nos levantamos del sofá y caminamos hasta mi cuarto, la cama estaba destendida y Noah no dudo en tirarse encima de ella quedando boca abajo. Por mi parte camine hacia el baño y lavé mis dientes, me quedé duramente frente al espejo debatiendo mis problemas internos.

Siempre nos pasa que tenemos una semana dura, que queremos que acabe porque cada segundo, hora o día qué pasa se hace una constante tortura. Eh estado viviendo esas semanas durante el último mes. Pues así no se supone que acabaría mi preparatoria, no estaba en mis planes, ni en mis objetivos. Ya no tenía ganas de ir al baile de graduación, que sería en dos días, y para el cual no tenía un puto vestido.

—¡Smith! —me sobresalté por el grito—. Dime que sigues viva.

—Enseguida salgo —dije apagando la luz del baño y abriendo la puerta.

—Me gusta tu cuarto —dijo boca abajo en el colchón, hizo los movimientos qué haces cuando estás haciendo un Ángel de nieve, pero en mi cama. Y luego se levanto—, y tu cama.

—Gracias.

—Estoy muerto —Noah se sacó las zapatillas y se tapó con las  sabanas— ¿Tu no?

—Desde que nací Centineo —me tapé con las sabanas.

—No puedo esperar para el baile... cuando los dos entremos por esa puerta—abrí los ojos y me mordí el labio inferior—, seremos el centro de atención.

—Es lo que te gusta —rodé los ojos.

—Bueno, creo que hasta que no duermas no estarás de buen humor —se acercó más a mi—. Duerme Smith.

Suspire y cerré los ojos, sentí un movimiento en el colchón y luego el hundió su rostro en mi cuello, uno de sus brazos pasaron por encima de mi cintura y la acariciaron.

Tragué en seco y en cuestión de minutos la sensación de cansancio se hizo presente en todo mi cuerpo, dejándome total y completamente dormida.

~

Eran como las 7:00 a.m cuando el celular de Noah empezó a sonar. Levanté la cabeza y vi que Noah estaba boca abajo con su mano en mi barriga debajo de mi ancha remera. Apreté los ojos pues la luz mañanera me encandilaba y miré para todos lados buscando el molesto aparato.

—Noah —toqué su espalda y no reaccionó— ¡Centineo!

—¡Que! —levantó la cabeza y miró para todos lados—. Mierda.

El ruido dejó de sonar y yo di un suspiro acostándome de nuevo. Vi el techo y sonreí inconscientemente, el sueño me había recuperado totalmente. Podía sentir que la gran mayoría de mis problemas se estaban alejando y qué tal vez, solo si aprobaba los exámenes, todo se aliñaría.

—¿ Y esa sonrisa? —miré a Noah.

—No lo se —el se levantó y estiró.

—Iré a buscar mis cosas al auto... ¿Puedo ducharme?

—Si, hazlo en el cuarto de invitados, esta al lado del mío —el asintió y salió de la habitación.

Me levanté de la cama y como Noah me estiré. Caminando hacia el baño puse algo de música para ahuyentar el cansancio y abrí el grifo. A las 8:00 a.m vería los resultados de los exámenes, y a las 10:00 a.m sería la entrega de diplomas. Así que escogería un atuendo lindo y formal.

Al sentir el agua correr por mi cuerpo, me relajé y canté algo de la melodía que salía de mi celular. Cuando me sentí completamente limpia salí del baño y me coloqué ropa interior, dejé la toalla en la puerta, y me encaminé hacia el armario. ¿Qué mierda me pongo? Pasé percha por percha hasta que saqué una calza engomada y una musculosa de seda blanca.

—Smith, ¿Sabes como... —me di vuelta y vi a Noah en él puerta, miró mi cuerpo en ropa interior y él se dio vuelta—. Lo siento, yo soy un imbesil.

—Vete Centineo —alce una zapatilla y se la tiré cuando él se largó. Mi cara pasó de un pálido a un rojo tomate y me maldije por no haber cerrado la puerta. Pero luego sonreí inconscientemente.

Traté de cambiarme lo más rápido que pude para evitar un segundo encuentro, lavé mis dientes y luego me apliqué maquillaje que contó con base, rímel y un labial parecido al tono de mi piel, casi invisible pero si se notaba. Dejé mi pelo suelto y tomé mi chaqueta negra para después bajar las escaleras y encontrarme a Noah en la isla de la cocina con el desayuno listo.

—Te hubieras quedado en ropa interior.

—Ni una palabra más Centineo.

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora