Capítulo 3

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Joel se alejó mientras silbaba en voz baja.

—Oh, no, de verdad. Iba a marcharme ahora mismo...

—Por favor. No te marches por mí.

Esa voz dirigida directamente a ella la golpeó como si fuera una bola de demolición. Era intensa y tenía ese delicioso acento extranjero. Cuando él le sonrió, la habitación pareció darle vueltas.

—Yo... —dijo _____, sin lograr nada.

El hombre se quitó el abrigo y la chaqueta revelando el impresionante cuerpo que _____ había sospechado que se escondería debajo. Su ancho torso estaba a escasos centímetros de ella y el era visible a través de la seda de la camisa, en la que se marcaban unos definidos pectorales. Se sentó en un taburete a su lado y entonces ella supo que estaba perdida porque en cuestión de segundos ese completo desconocido había despertado su cuerpo de un letargo de veintidós años.

—Bueno... está bien. Me tomaré la copa a la que me has invitado —logró decir antes de agarrar el vaso.

—¿Cómo te la llamas?

—_____. _____ Вrosnan —respondió tras pensar en ello por un segundo.

Él le dirigió una mirada enigmática.

—_____... —pronunció el hombre con un sensual acento haciendo que a ella se le pusiera la piel de gallina.

En una pequeña porción de su desconcertado cerebro, se preguntó si se había vuelto loca y a qué se debía esa inesperada reacción, ¿Estaría provocada por el impacto de los últimos días? ¿Por el gran dolor que sentía? Porque, aunque no podía decir que quisiera a su hermano después de los muchos años en los que había abusado de ella, no habría sido humana si no hubiera llorado la mejor parte de él y el hecho de que ahora ya no le quedara familia, Sin embargo, sentía más pena por Valeria, la novia de su hermano, que también había muerto en el accidente de coche.

—¿Y eres de...? —le preguntó el hombre enarcando una ceja y adquiriendo así un aspecto algo diabólico.

—Colombia. Regreso allí mañana. He estado viviendo aquí desde que tenía dieciséis años, pero ahora vuelvo a casa.

_____ estaba balbuceando y lo sabía. Él la estaba mirando con intensidad, como si quisiera meterse en su cabeza, y enseguida ella supo que un hombre como ése podía consumirla por completo. Al pensar en ello, sintió un calor en su vientre y humedad entre las piernas. Estaba perdiéndose en sus ojos mientras él la miraba.

—En ese caso, brindo por los nuevos comienzos. No todo el mundo tiene la suerte de volver a empezar.

_____ captó cierta intención en su voz, pero él estaba sonriendo. Brindaron, bebieron y en ese momento _____ sintió el deseo de seguir conversando con él.

—¿Y tú? ¿Cómo te llamas y de dónde eres?

Él tardó algo de tiempo en responder, como si estuviera meditando sobre ello, pero finalmente dijo:

—Soy de Ecuador... Chris. Encantado de conocerte.

CRUEL VENGANZAWhere stories live. Discover now