Capítulo 36

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_____ palideció; desde que sus padres habían muerto, nadie había recordado su cumpleaños. Al día siguiente cumpliría veintitrés años.

—Sí —respondió titubeante,

—Tengo una villa en la Costa Esmeralda, en Porto Cervo. Te llevaré allí mañana por la noche y saldremos a cenar...

_____ agarró con fuerza el pomo de la puerta. De pronto la idea de salir de la villa la asustaba en extremo.

—Pero ¿por qué querrías hacer algo así?

Él se encogió de hombros.

—Digamos que podríamos firmar una tregua, ¿no te parece?

Ella también se encogió de hombros; no supo de qué otro modo responder.

—Bien. Nos marcharemos sobre las cuatro de la tarde.

La vio salir de la sala y se preguntó si se había vuelto loco. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué se sentía obligado a celebrar su cumpleaños? Se reconfortó diciéndose que ésa sería la última prueba a la que la sometería. La llevaría a un lugar donde descubriría cómo era esa mujer en realidad y así podría calmar las voces de duda que oía en su cabeza...

Al día siguiente, a las cuatro en punto, _____ esperaba impaciente en el vestíbulo con una bolsa en la mano.

Christopher salió de su despacho y miró la pequeña bolsa de viaje.

—¿Esto es todo?

_____ asintió. Él se encogió de hombros y juntos montaron en el todoterreno. Tras diez minutos de trayecto, llegaron a un campo donde los esperaba un helicóptero.

Cuando aterrizaron y la ayudó a salir, las piernas no le respondían, tanto por la emoción de haber hecho su primer viaje en helicóptero, como por haber estado sintiendo el impresionante cuerpo de Christopher a su lado en un espacio tan reducido. Y por si eso no había sido suficiente, él decidió sacarla en brazos. Cuando comenzó a protestar, Christopher la besó durante un largo momento llenándole el cuerpo de deseo.

—Somos una pareja de recién casados, ¿te acuerdas? —le dijo al apartarse. —Sonríe para las cámaras.

_____ miró a su alrededor y los numerosos flashes de las cámaras la cegaron. Había vuelto al mundo real. Christopher la metió en un todoterreno con los cristales tintados y se marcharon.

—Si tenías planeado esto para reafirmar ante todo el mundo tu nueva imagen como hombre de familia...

—Créeme, había olvidado que los paparazis siempre están por aquí esperando que llegue algún famoso.

Pero eso nunca le había sucedido cuando había ido allí con otras mujeres; siempre había estado atento y nunca lo habían fotografiado. Estaba claro que ver a _____ tan entusiasmada en el helicóptero lo había distraído.

La villa a la que la llevó era totalmente distinta de la villa familiar en la que había estado alojada. Era el sueño de todo arquitecto: ángulos y esquinas abstractos, cristal por todas partes y totalmente blanca por dentro. Tenía una piscina infinita con vistas al Mar. Era perfectamente agradable y bonita, pero... fría. Sin vida. Un lugar donde llevar a una amante.

¿Sería ése el lugar donde se reunía con ellas?

El debió de imaginar en qué estaba pensando porque dijo:

—Aquí es donde me divierto y celebro reuniones sociales o de negocios...

_____ se sonrojó. ¿Acaso estaba planeando divertirse allí con ella? Intentó ponerle algo de entusiasmo a su voz, sin saber por qué sentía la necesidad de mostrarse simpática.

—Está... muy... limpia.

Él se rió a carcajadas, con la cabeza hacia atrás, y ese sonido le resultó tan extraño y su sonrisa tan maravillosa que se lo quedó mirando embobada,

—Nunca había oído a nadie usar esa palabra para describirla.

—Disculpa mi dificultad para expresarme —dijo ella, algo irritada.

En ese momento él se acercó y le agarró la mano para llevársela a la boca y besarla.

—Nos iremos en una hora. Te enseñaré dónde puedes cambiarte.

Una hora después. _____ entró en el salón y Christopher levantó la vista de unos documentos que había estado ojeando. Él llevaba un traje negro y una camisa blanca desabrochada en el cuello. Ella llevaba un vestido de seda ajustado desde el cuello hasta los pies, sin mangas y con la espalda al aire. Se había dejado el pelo suelto en un intento de no sentirse tan desnuda.

Él se acercó y le dio una caja de terciopelo rojo.

—Por tu cumpleaños... y, además, hará juego con tu vestido —un vestido color azul real que la hacía incluso más pálida, más vulnerable.

____ lo miró a él, a la caja, y después volvió a mirarlo, vacilante, con desconfianza.

CRUEL VENGANZAWhere stories live. Discover now