Capítulo 15

173 9 0
                                    

—Para!

Pero él no paró.

—Tu hermano y tú eran uña y carne, señorita Brosnan. Tú eras la anfitriona de sus fiestas... y seguro que de paso entretenías a sus amigos.

Al oír eso recordó el horror de dos noches antes, cuando un amigo de Joaquín había esperado algo de ella a cambio del pago de una deuda de su hermano.

—Por favor, para —le suplicó. Christopher estaba terriblemente equivocado.

Él finalmente se detuvo y la miró con una expresión tan imparcial que casi fue peor que todas las palabras que le había dirigido.

—La cuenta que está a tu nombre, que con regularidad alcanzaba el millón, te la abrió tu hermano por ser su cómplice. Es una pena que todo ese dinero no fuera suyo.

_____ lo miró, aunque no comprendía por el hecho de que él supiera lo de la cuenta, ni por el hecho de que Joaquín hubiera estado estafando a la gente. Ya nada volvería a sorprenderla. Ni siquiera había sabido de la cuenta hasta que encontró un recibo del banco a su nombre en el escritorio de su hermano hacía unas semanas en el apartamento. Joaquín la había abierto a su nombre como tutor legal antes de que ella fuera mayor de edad, y había estado utilizando su nombre para protegerse. Aún le ponía enferma pensar cómo la había implicado de tal modo. La existencia de una cuenta como ésa a su nombre podía hundir sus oportunidades de trabajar en el mundo de los negocios en un futuro, y ahora Christopher Vélez también lo sabía. _____ sintió que le faltaba el oxígeno.

—Yo no tenía acceso a esa cuenta — sabía que no lo creería.

—Cuéntame otra historia.

_____ no se había equivocado. Cerró los ojos durante un largo segundo deseando en vano que cuando los abriera de nuevo él se hubiera ido y ella estuviera sola. Pero cuando los abrió, Christopher seguía allí: el oscuro ángel vengador.

—¿Porqué te has acostado conmigo? —preguntó ella en voz baja, sin mirarlo a los ojos.

Él la sorprendió al acercarse, apoyar una mano en la cama e inclinarse. Le agarró la barbilla y la obligó a mirarlo. Ella respiró hondo y su aroma la embargó.

Christopher forzó a su cuerpo a no responder ante ella, odiando el hecho de que a pesar de esa interpretación de chica inocente merecedora de un Oscar, siguiera deseándola. Ahora daba gracias por la fuerza de voluntad que había tenido durante la noche para no besarla debidamente. Había tenido que hacer acopio de todas sus fuerzas para no devorar esos suaves labios rosados, pero en el último momento algo lo había detenido porque había deseado besarla con un anhelo que no se parecía en nada a lo que había sentido por cualquier otra mujer.

—Me he acostado contigo, querida _____, porque después de conocerte... después de verte, he decidido que ésta sería una forma más satisfactoria de hacerte enfrentarte a la verdad. No soy tan estúpido como para pensar que encontrarás a otro imbécil; después de todo, no perdiste el tiempo para saldar las deudas de Joaquín, ¿verdad? Sé lo de esa pequeña visita al Honorable Sebastian Mortimer de anteanoche, tras la cual las deudas de tu hermano quedaron misteriosamente pagadas. Sales muy cara.

—No me acosté con él —dijo _____ con voz temblorosa— y si te hubieras molestado en comprobarlo todo bien, habrías visto que las deudas fueron saldadas antes de que él viniera a verme.

—Bueno, está claro que conocía tus encantos y te pagó por adelantado.

Indignada por el modo en que él estaba interpretando la vida que había tenido con su hermano, bajó de la cama cubriéndose con las arrugadas sábanas que le recordaron esos momentos de seducción y pasión que habían vivido. Por el momento agradecía el hecho de que él no se hubiera dado cuenta de que era virgen porque no quería parecer vulnerable ante ese hombre.

Las piernas le temblaban, parecían gelatina.

—Lo has supuesto todo muy bien. Si ya has terminado con tu juicio, te pido que me permitas vestirme para poder desaparecer de tu vista lo antes posible.

Christopher se la quedó mirando, y ella sabía que podía romper en llanto en cuestión de segundos. Lo que estaba viviendo era demasiado como para soportarlo.

—No te preocupes, jamás volvería a acercarme a ti. Lo único que lamento es que no tienes la inocencia que tenía mi hermana y que, aunque te esté haciendo algo parecido a lo que tu hermano quiso hacerle a ella, tú no sentirás ni un poco del sufrimiento que ella habría experimentado.

Fue hacia la puerta, pero se volvió una última vez y con una mirada que le atravesó el corazón, se marchó. _____ oyó la puerta de la suite abrirse y cerrarse.

Durante un largo rato se quedó allí, inmóvil, y después comenzó a respirar entrecortadamente a la vez que sentía náuseas. Llegó al lavabo a tiempo y vomitó. Temblorosa y sintiéndose débil,comenzó a llorar.

Y entonces pensó en algo. Él no la había besado en ningún momento. No en la boca. No después de ese primer y fugaz beso que le había hecho desear más.

Ahora lo veía todo muy claro, había evitado ese gesto que, para muchos, era un acto más íntimo que el de la penetración. Toda esa ternura había sido una mera ilusión, la había tomado con crueldad para darle una lección. No habían hecho el amor, había sido simplemente sexo. Había querido hacerla sentirse como una ramera barata y lo había conseguido, Y eso fue lo que la derrumbó por completo.

CRUEL VENGANZAWhere stories live. Discover now