Capítulo 45

198 12 0
                                    

—No, no te disculpes. Me gusta. Hace mucho tiempo que nadie me llama Chris.

—Pero esa noche en Londres...

La sonrisa desapareció.

—Me presenté como Chris, sí, porque cuando te conocí no tenía intención de llevarte a la cama. Mi único deseo esa noche era encontrarte y hacerte saber lo que creía que habías hecho. Pero lo cierto era que yo mismo me sentía culpable por no haberla protegido. Habíamos discutido unas semanas antes de que muriera y me dijo que no me metiera en su vida, que la dejara en paz... — No es culpa tuya que conociera a Joaquín. —Lo sé, pero aun así... Cuando entré en el club y te vi allí sentada con ese vestido, y te giraste y me miraste... he estado perdido desde ese momento. _____, y todo por lo que me hiciste al mirarme. Antes de conocerte habría tenido náuseas de pensar en sentirme atraído por la hermana de Joaquín, pero después, en cuanto nos vimos, ocurrió todo lo contrario y me vi actuando por puro instinto y diciéndote que me llamaba Chris... fue como si tuviera que ser otra persona para justificar la atracción que sentía por ti. En mi mente me convencí de que estaba ocultando mi identidad para ver lo mercenaria y manipuladora que eras. Y cuando te pedí que vinieras a mi hotel y te negaste... En ese momento lo único que podía pensar era en lo furioso que estaba por el hecho de que me hubieras rechazado mientras que yo te deseaba tanto. Vi mi orgullo herido y casi olvidé para qué había ido a buscarte —dijo con una risa amarga.

—Pero después volví... —añadió _____. Él se acercó y la miró.

—Pero después volviste —sorprendiéndola, se arrodilló ante ella y le preguntó—: ¿Por qué volviste, _____?

—Me sentí atraída. Jamás había conocido a alguien que me hiciera sentir así... y esa semana... había sido terrible. Saliste de la nada y de pronto fue como si en el mundo no existiera nada más que tú. Sólo... sólo quería perderme en esa sensación. Quería huir del dolor, de la pena.

Christopher volvió a asomarse a la ventana, con las manos metidas en los bolsillos. Finalmente, volvió a girarse hacia ella.

—Te debo una disculpa. _____. Más que una disculpa. Por todo y, sobre todo, por esa noche, por la mañana siguiente. Estaba enfadado conmigo mismo por haber perdido el control y lo pagué contigo. Cuando apareciste en Dublín y me contaste lo del embarazo, te insulté porque pensaba que eras como las otras mujeres a las que había conocido en mi vida.

—Tu padre me contó lo de tu madre —le dijo ella en voz baja.

—Sí. Mi madre dejó una familia rota. Mi padre nunca se recuperó, y él y yo nos volcamos en Valeria, la sobreprotegimos... corno si con eso pudiéramos suplir el abandono de su madre.

—¿Era ésa la razón por la que pensabas que abandonaría a mi bebé a cambio de dinero? Él se estremeció y asintió lentamente.

—Yo nunca habría hecho eso, Christopher. Nada en este mundo me habría convencido para alejarme de mi bebé, de mi hijo. Nada. Me habría quedado. Por eso me resultó tan sencillo firmar el acuerdo prematrimonial. No me importa el dinero —« me importas tú», tuvo que admitirse a sí misma.

Deseaba que él la creyera y su corazón se aceleró al ver cierta expresión en los ojos de Christopher.

—Lo sé —dijo él. —Te creo. Y no sabes cuánto me ha costado volver a confiar. Mi madre nos partió el corazón y desde ese día me he negado la necesidad instintiva de formar mi propia familia.

—Pero ¿por qué insististe en casarte conmigo?

—Me dije que lo hacía porque estabas embarazada de mi hijo, me dije que era para detener un escándalo mediático, me dije que era para controlarte y castigarte haciéndote ver que no podrías sacar ningún beneficio de tu marido millonario.... pero la realidad es que mis razones para casarme contigo eran mucho más ambiguas —tomó aire antes de continuar. —Porque desde el momento en que nos conocimos, comencé a cambiar. Tú me has cambiado.

_____ tardó en asimilar esas palabras. Christopher se sentó frente a ella, que estaba temblando, y le tomó las manos.

—Ayer, cuando llegué a casa y te habías ido... cuando me enteré de que habías conducido y te encontré en la carretera creo que envejecí décadas en cuestión de medía hora. Te imaginaba tirada en el fondo de un barranco.

—Pero estoy bien.

—Lo sé, pero eso me hizo ver algo. Desde el principio te juzgué como una mujer mala y manipuladora, como una caza fortunas, pero todas esas ideas comenzaron a caer mucho antes de que estuviera preparado para admitirlo. Fue cuando te vi firmar el acuerdo prematrimonial sin inmutarte, cuando vi la conexión que tienen mi padre y tú, tu determinación a vestir de negro. Y la noche de tu cumpleaños, que fue un desastre.

Cuando ella intentó protestar ante ese último comentario, él añadió:

—Lo fue. Y luego vino... el aborto... Perdimos al bebé por mi empecinamiento.

— Christopher, no puedes decir eso. No pienses eso. No fue culpa tuya.

—Tengo que dejarte marchar, _____. Nunca debería haberte traído aquí. Siento mucho haberle traído más dolor y sufrimiento a tu vida. El bebé...

_____ no podía respirar. Se levantó. Sabía que debería estar contenta con esas palabras, pero se sentía como si se estuviera muriendo.

—Pero la deuda. Aún te debo la deuda —dijo en un intento patético de buscar una excusa para quedarse.

Christopher también se levantó.

—Ya está saldada.

—No...

—Ya está, _____. Tú fuiste tan víctima de tu hermano como Valeria. Hago esto por ti, y en su memoria. Ella no te desearía algo así y yo tampoco.

—Pero... —le costaba asimilar que él quisiera que se fuera y que ella no estuviera feliz ante la idea de quedar libre.

—Ya eres libre, _____. Puedes irte a casa. Ya he buscado un piso en Dublín. Te lo comprare para ayudarte a empezar de nuevo y también puedo encontrarte un trabajo.

—No. No tienes por qué hacer eso —le dijo llorando.

—Claro que puedo.

Se quedaron en silencio un instante antes de que Christopher añadiera, mirándola a los ojos:

—Es lo mínimo que puedo hacer por la mujer que amo y a la que tanto daño he hecho.

CRUEL VENGANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora