Capítulo 22

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A juzgar por su expresión, _____ entendió que había interpretado mal sus palabras. Ella se lo habría contado porque, independientemente de lo que hubiera pasado, creía que él tenía derecho a saberlo, y no porque quisiera obtener un beneficio económico. Pero él no la creería, y por eso no dijo nada y se limitó a alzar la barbilla.

Christopher la miró, vio su determinación en su gesto y en sus ojos verde oscuros. No iba a echarse atrás, y no admitiría que ese bebé era de otro hombre. Eso le dejaba a él sin ninguna opción y, por mucho que odiara decirlo, tenía que hacerlo.

—Bueno, entonces, no tenemos elección. No puedo marcharme de aquí sin ti. _____ lo miró con recelo, —¿Qué quieres decir?

Durante un desesperado momento, ella deseó poder fingir que había mentido, que el bebé no era suyo. Pero no podía. Su moral y el respeto por su hijo no se lo permitirían.

—Esto es lo que quiero decir.

A _____ la recorrió un escalofrío.

—Podrías haberte acostado con alguien más después que conmigo, pero supongamos que estés embarazada de mi hijo. Eso lo cambia todo. No dejaré que intentes amenazarme o chantajearme con esto.

_____ apretó los puños y le dijo entre dientes:

—Es tu bebé, pero puedes alejarte de su lado. Siento habértelo contado.

Christopher rió fríamente,

—¿Alejarme? Oh, seguro que sí, Y en cuanto te quedes sola venderás la historia a los periódicos para intentar manipularme. Si no me responsabilizo del bebé, puedes demandarme y manchar el nombre de mi familia —sacudió la cabeza. —No, de ninguna manera.

_____ se estremeció y se aferró con fuerza al respaldo del sillón que le estaba ofreciendo poca protección contra el hombre que tenía delante. El miedo corría por sus venas.

—¿De qué estás hablando?

—Mi padre ha visto las noticias. Él es un hombre tradicional y quiere conocer a la madre de su nieto —dijo con cara de disgusto, —la mujer que ha logrado cambiar a su hijo. Se está recuperando de un infarto. Tu hermano y tú le hicieron mucho daño, pero no dejaré que le hagas más daño al no concederle el deseo de conocerte. Sobra decir que no sabe que la mujer que participó en la muerte de su hija es la futura madre de su nieto —la miró de arriba abajo. —Si llevas a mi hijo en tu vientre, como dices, sólo se puede hacer una cosa. En media hora partiremos hacia Roma, y nos casaremos lo antes posible. Aunque la idea de casarme contigo me revuelve las entrañas, ya que el matrimonio no es algo que valoro, no me supondrá ninguna emoción hacerlo y me servirá para tenerte vigilada y para darle legitimidad al heredero Vélez. Además, salvará mi reputación. Nuestras acciones ya han estado tambaleándose con el escándalo que se está formando.

—Eso nunca. Jamás me casaría con alguien como tú —dijo horrorizada.

—Entonces, ¿estás dispuesta a firmar un documento legal negando que el niño es mío y jurando que no volverás a ponerte en contacto conmigo durante el resto de tu vida? Porque ésa es la única alternativa al matrimonio.

Deseó poder decirle que sí, pero en un instante vio un futuro en el que ella estaría negándole a su hijo el derecho a conocer a su padre y no pudo hacerlo. Negó con la cabeza sabiendo que estaba sellando su destino.

Una expresión de inmenso cinismo atravesó el rostro de Christopher.

—Lo que suponía. Serás recompensada por ser la madre de un heredero Vélez y a su debido tiempo seguirás tu camino. Yo tendré la custodia completa del niño.

A _____ le fallaron las rodillas y a través de unos labios entumecidos dijo:

—Pero... no puedes hacer eso. Yo voy a tener este bebé. Es mi bebé —se puso la mano en el vientre como para proteger al niño que llevaba dentro.

Christopher esbozó una media sonrisa,

—Creo que descubrirás que puedo hacer todo lo que quiera, señorita Brosnan. No dudo de que con un buen incentivo se te pueda convencer para alejarte de nosotros cuando llegue el momento.

Christopher vio cómo el rostro de _____ se quedaba pálido, la vio aferrándose al respaldo del sillón. Ella sabía utilizar muy bien sus expresivos rasgos, era consciente de que con ellos podía manipular a la gente, pero no a él.

—Te doy media hora para recoger tus cosas y salir de aquí conmigo como si estuviéramos felices por habernos reconciliado y estuviéramos embarcándonos en una vida juntos para siempre.

Sabía que Christopher era un oponente contra el que no tenía fuerzas para luchar y también sabía con toda seguridad que, si se negaba a ir con él ahora, él no dudaría en sacarla de allí en brazos. El hecho de que su padre estuviera enfermo le tocaba la fibra sensible y lo último que quería era causarle más dolor a ese hombre. No podía llegar a imaginarse lo doloroso que debía de haber sido para él enterrar a su hija, viendo alterado el orden natural de la vida.

Aparte de todo eso, tenía que admitir que se encontraba en una situación precaria y que no podía ocuparse sola de un bebé. Ese sentido de la responsabilidad maternal la invadió y le hizo ver que no tenía elección.

Ladeó la barbilla y con toda la dignidad que pudo reunir, dijo:

—Muy bien.

Nada cambió en la expresión de Christopher.

—Entonces, tienes media hora.

Lo cierto era que no tardaría más de diez minutos en recoger todas sus cosas, pero eso él no tenía por qué saberlo. Cuando se dirigía a su dormitorio, él la agarró del brazo para decirle:

—No pienses ni por un segundo que no te haré firmar un acuerdo prematrimonial. Habrá una cláusula en la que se pedirá un análisis de ADN una vez que el bebé haya nacido para confirmar que es mío. Y si no lo es... pagarás caro este engaño.

—El único engaño del que tengo conocimiento es del tuyo, cuando ocultaste tu identidad en Londres.

Según ella se apartaba, Christopher recordó ese extraño momento de debilidad, la atracción que sintió por ella y que había resultado en la situación a la que se enfrentaban ahora. Por mucho que la culpara, tenía que responsabilizarse de sus actos, y lo haría, pero que Dios ayudara a _____ si estaba mintiendo.

CRUEL VENGANZAWhere stories live. Discover now