Capítulo 40

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Tenerlo tan cerca era demasiado; se sentía aturdida por poder oler su seductor aroma y dio un paso atrás.

—Cuando estábamos en la Costa Esmeralda mencionaste la clase de sitio donde te gustaría estar. Aquí hay un lugar parecido a ése, es el restaurante de un amigo. Cenaremos allí.

—Oh, no. No tenemos por qué ir...

—Sí, claro que sí. Es un sitio informal, así que no hace falta que te arregles...

Esa noche, mientras esperaba, _____ se dijo que no se trataba de una cita. Sabía que sólo seguía allí por el asunto de la deuda que quedaba pendiente, pero pensó que tal vez debería decirle a Christopher que la dejara marcharse para encontrar un trabajo y poder pagarle lo que le debía. Mientras pensaba en ello, él apareció en la puerta principal con dos cascos de moto en las manos.

La recorrió con la mirada deteniéndose en sus vaqueros desgastados y en su camisa negra sin mangas y con cuello alto. Llevaba el pelo suelto y unos mechones le caían sobre un hombro. Christopher pensó que no había visto nunca una imagen tan sexy, a pesar de que, como siempre, habría preferido que llevara unos colores más vivos.

Pero ella no era una amante que se vestía a conciencia para seducirlo, aunque, sin darse cuenta, eso ya lo estaba haciendo. Era su esposa y entre ellos aún quedaban muchas revelaciones pendientes, además de un deseo más urgente y poderoso que nunca.

—¿Has montado en moto alguna vez? —le dijo al entregarle el casco más pequeño.

Ella negó con la cabeza.

—¿Cómo...? Quiero decir, ¿cómo me subo?

Vio a Christopher alzar una pierna y sentarse sobre el sillín: la tela de sus vaqueros se tensaba sobre los músculos de sus muslos, y esa imagen le resultó tan erótica que las piernas se le hicieron gelatina. Él le tendió una mano para ayudarla a subir y, una vez que ya estaba sentada y que los dos tenían los cascos puestos, le agarró las manos y las colocó alrededor de su cintura. Ella pudo notar los músculos de su abdomen moverse cuando Christopher arrancó la moto.

—Ahora, échate sobre mí y no te sueltes.

Y así se pusieron en marcha. En un principio, _____ sintió miedo de caerse, pero cuando cruzaron los portones de la villa, y se incorporaron a la carretera de la costa, comenzó a relajarse ante la espectacular y sobrecogedora vista del sol poniéndose sobre el mar. Se detuvieron a un lado de la carretera para no perderse detalle de la maravillosa escena y para _____ aquélla fue la experiencia más hermosa que había compartido con nadie.

Tras conducir un rato más a lo largo de la costa, se detuvieron junto a una playa. Christopher bajó de la moto y la ayudó a descender agarrándola por la cintura. Unas olas cristalinas rompían contra la orilla y _____ se descalzó para sentirlas en sus pies. Christopher se unió a ella y la tomó por sorpresa al agarrarle la mano.

—No pasa nada. No tienes por qué hacer esto —dijo _____ intentando soltarse.

—_____, las cosas han cambiado. Lo sientes y yo lo siento, no podemos negarlo... —la llevó hacia sí y ella pudo sentirlo, excitado, contra su cuerpo. Un verdadero deseo la invadió. —Esto es lo único que importa ahora. Ni el pasado ni el futuro.

—Pero la otra noche... cuando no quisiste...

—¿En la villa?

Ella asintió levemente.

—No me parecía bien —y así era. A pesar de la fragilidad que vio en ella. Le repugnó la idea de hacerle el amor allí y ahora se sorprendió a sí mismo al jurarse en silencio que vendería esa casa.

Dio un paso atrás y tiró de ella con delicadeza para que lo siguiera. Ella aceptó.

En un momento ya estaban llegando a un restaurante con una terraza junto a la playa donde Christopher fue recibido calurosamente por una señora mayor, que enseguida abrazó a _____ y la colmó de besos. Ella no pudo evitar reírse, se sentía muy bien allí.

Los llevaron a un piso superior donde había una única mesa con vistas al mar. Allí charlaron y Christopher le habló sobre cómo se había fundado el negocio familiar. Ella nunca lo había visto tan relajado, divertido y encantador.

Mientras tomaban el café, la estaba mirando con tanta intensidad que _____ tuvo que preguntarle:

—¿Qué? ¿Es que tengo algo en la cara?

Él negó con la cabeza y a continuación le dijo:

—¿Por qué te quedaste con tu hermano tanto tiempo? ¿Por qué te obligaste a pasar por aquello?

CRUEL VENGANZAWhere stories live. Discover now