Capítulo 27

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—El lavabo. Iré a refrescarme un poco —le dijo antes de darle su vaso.

Después de eso, Christopher intentó centrarse en la conversación, pero no lo logró. ¿Dónde estaba _____? Sintió pánico. Sabía que no se habría marchado sin él, pero aun así... Iban a casarse al día siguiente y, aunque había esperado sentirse agobiado por ello, lo que de verdad estaba sintiendo era impaciencia. Se dijo que estaba impaciente únicamente por llevarla a Sardinia, donde la tendría exactamente donde quería: bajo su absoluto control.

Y entonces la vio. Estaba de pie en una esquina de la sala hablando con un hombre alto y distinguido. Christopher lo reconoció. Era un seductor, conocido por coleccionar jóvenes amantes mientras su mujer cuidaba de sus hijos. Una furia ciega iba acumulándose dentro de Christopher según se abría paso entre la multitud. _____ estaba asintiendo en respuesta a lo que fuera que Stefano Corzo le decía. Allí estaba ella, alta y esbelta, con una actitud tan deliberadamente recatada mientras el resto de mujeres se paseaban por allí pavoneándose, que al verla se enfureció todavía más.

A _____ se le puso la piel de gallina y supo que Christopher estaba cerca. Tuvo que ocultar el escalofrío que sintió al notar su brazo deslizarse alrededor de su cintura.

—Es hora de marchamos. Mañana nos espera un gran día.

La boda.

Dentro del coche, la tensión flotaba en el aire, pero por otro lado, Christopher se sentía aliviado de tener a _____ a su lado, lejos de Stefano Corzo y del resto de hombres que se habían fijado en su pálida e inusual belleza.

—Bueno, ¿y de qué estaban hablando Stefano y tú?

_____ lo miró brevemente, con recelo, antes de volver a mirar hacia otro lado.

—Estábamos hablando sobre el reciente auge económico y la posterior caída que se ha vivido en Irlanda y los efectos que ha tenido en Europa.

En ese momento, miró a Christopher, con gesto desafiante. No tenía duda de que probablemente él había pensado que había estado intentando seducirlo, pero había sido Stefano el que había ido hacia ella. Contuvo las ganas de decir algo más y se limitó a apretar los dedos sobre su regazo.

Christopher la miró, con los ojos brillantes. ¿Había estado hablando de economía? No sabía qué pensar...

Cuando entraron al apartamento y _____ se quitó el chal, se giró para dirigirse a su dormitorio, pero él estaba bloqueándole el paso con su impresionante y dominante presencia. Ella dio un paso atrás.

—Me voy a dormir...

¿Por qué de pronto se sentía como si le faltara el aliento? Una descarga eléctrica pareció colarse entre los dos acompañada por una sensación tan erótica que _____ pensó que debería salir corriendo... y deprisa. Pero no podía moverse, la profunda y oscura mirada de Christopher la tenía clavada al suelo. Él alargó la mano y le alzó la barbilla. Posó los ojos en su boca. El corazón de _____ comenzó a golpearle el pecho frenéticamente.

Su aroma la envolvió y su aliento le rozó la boca antes de darse cuenta de que Christopher estaba a punto de besarla. Sin embargo, justo en ese momento, ella tuvo una reacción visceral. Anhelaba ese beso, pero no podía arriesgarse a que él la rechazara. Nada había cambiado. Le puso las manos en el pecho para empujarlo y apartó la cabeza haciendo que la boca de Christopher se posara en su mejilla. Sólo eso ya la hizo perder el equilibrio.

Él la rodeó por la cintura y la llevó contra su cuerpo. _____ emitió un grito ahogado mientras el calor la invadía y comenzaba a notar la excitación de Christopher junto con la correspondiente humedad de deseo entre sus piernas.

—No, No te dejaré hacerlo. No te deseo.

Aunque lo dijo, ella misma sabía que estaba mintiendo porque lo deseaba más que nada.

Christopher bajó la mirada hasta su hombro y al instante comenzó a deslizar sobre su piel el único tirante del vestido.

_____ intentó detenerlo, pero tenía las manos atrapadas contra su pecho, que parecía una pared de acero, una cálida pared de acero. El corazón le latía tan deprisa que estaba segura de que él podía estar notándolo.

Christopher bajó la cabeza y comenzó a besarla sobre el hombro para, a continuación, bajar más todavía el tirante del vestido. Avergonzada, _____ notó cómo uno de sus pechos quedaba al descubierto.

— Christopher, por favor, no...

— Christopher, por favor, sí... —dijo él con un sonido áspero haciéndole recordar a _____ el momento en que la había tomado aquella noche. —No te engañes a ti misma, _____. Deseas esto tanto como yo.

Ella sacudió la cabeza desesperadamente para negarlo, a pesar de saber que estaba mintiéndose. Contuvo el aliento cuando Christopher le bajó el vestido hasta exponer sus pechos por completo y a continuación le sujetó las manos, desafiándola a detenerlo.

_____ no podía moverse, ni pensar, ni hablar.

Con un brillo triunfante en los ojos, él bajó la cabeza y cerró su boca alrededor de la cumbre de uno de los pechos. Y, cuando captó el seductor aroma de su excitación, su deseo aumentó. Sabía que de un momento a otro podría desnudar a _____ y tomarla allí mismo, de pie contra la pared. Con un esfuerzo supremo, se detuvo y se apartó, antes de subirle rápidamente el vestido para ocultar la imagen de sus pechos.

Ver a _____ con el moño medio deshecho, el rostro sonrojado y su pulso acelerado bajo la pálida piel de su cuello, le indicó el deseo que ella sentía por él.

Volvió a colocarle el tirante y ella se estremeció.

—Mañana vamos a casarnos y éste será un matrimonio en toda regla. En la cama y fuera de ella. Tendré alguna recompensa a cambio de casarme conmigo, _____. No creo que sea necesario que busquemos amantes cuando los dos sabemos lo bien que nos puede ir... por lo menos hasta que nuestro deseo se consuma, algo que, sin duda, acabará pasando.

_____ intentó recuperar el equilibrio; estaba atormentada por haber dejado que Christopher le hiciera perder el control y se sintió dolida y furiosa ante su fría declaración.

—Vete al infierno, Christopher. No dejare que te acerques a mi cama.

CRUEL VENGANZAWhere stories live. Discover now