Capítulo 42

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Sintió el peso de su esbelto y fuerte cuerpo entre sus piernas y se arqueó hacia él que, lentamente la penetró, sin dejar de mirarla a los ojos con tanta intensidad que _____ sintió unas lágrimas acumulándose en ellos. La estaba matando con tanta sensualidad y con tanta ternura y no sabía si podría sobrevivir a ello.

Christopher miraba esos ojos increíblemente hermosos y ella alzó las caderas para dejarle deslizarse por completo en su interior. Y con un gemido entrecortado, él se perdió en el fragrante mundo de la mujer que tenía bajo su cuerpo, hasta que los dos cayeron en un placentero momento de inconsciencia y de dicha.

Cuando Christopher se despertó a la mañana siguiente, y aún con los ojos cerrados, recordó con todo detalle como _____ se había movido y lo había cautivado mientras la tomaba una y otra vez. Su cuerpo aún se excitaba ante la idea de poder alargar una mano y acariciar su sedosa piel. Y eso hizo.... pero no sintió nada. Abrió los ojos y se incorporó. La cama estaba vacía y fría. Hacía tiempo que ella se había ido. Furia y algo más lo invadieron cuando se vistió antes de salir al pasillo para entrar en su dormitorio. La cama estaba deshecha. ¿Había dormido allí? Pero entonces, ¿dónde demonios estaba ahora? El sol apenas había salido.

Con una ira irracional y cada vez mayor, recorrió la casa de arriba abajo hasta que se vio frente a la puerta de su despacho.

Con un nudo en el pecho, empujó la puerta y entró. Allí estaba _____, de espaldas a él, sentada en el suelo con unos vaqueros y una camiseta, el pelo recogido, y con Doppo a su lado, como siempre, y con montones de papeles a su alrededor.

Ella alzó la vista al sentirlo a su lado y un fuego la invadió al ver ese imponente cuerpo.

Cuando Christopher se había quedado dormido abrazándola, ella se había visto tentada a dormirse también, pero le había dado miedo despertarse después y encontrarlo sentado en un silla frente a la cama y mirándola, como había hecho aquella horrible mañana en Londres. Eso no podría volver a soportarlo, nunca, y por esa razón se había ido de su cama esa noche y también la noche de su boda, en Roma,

—¿Qué está pasando, _____?

—Estoy trabajando con esto.

Él se agachó y alargó una mano para levantarla del suelo, que _____ tomó intentando ignorar el placer que la recorrió al hacerlo.

—_____, no espero que sigas trabajando con esto, Ya está controlado —apretó los labios antes de añadir—: Aquella noche te dejé que me ayudaras para ponerte a prueba... para ver cuánto sabías de los asuntos de Joaquín.

Eso no le resultó nuevo a _____.

—Pero aún me siento responsable por lo que hizo mi hermano...

—No seas estúpida, _____. Esto lo hizo tu hermano, no tú —dijo él sorprendiéndose a sí mismo, ya que días atrás nunca la habría defendido.

—Sí, pero me avergüenza lo que hizo y, mientras esté aquí, no permitiré que tú te ocupes de esto, Y además, aún está pendiente el asunto de la deuda que tengo que pagar. Tal vez podríamos llegar a un acuerdo por el que me dejaras buscar trabajo para que pueda devolverte lo que te debo. Si pudieras darme una carta de referencia por el trabajo que he hecho aquí me ayudaría a encontrar un empleo.

Christopher se pasó una mano por el pelo. ¿Por qué estaba actuando así? Horas antes había visto otra mujer, la mujer que había conocido en Londres. La mujer de la que quería ver más, Dulce, inocente, sexy... Pero ahora era como si lo de la noche anterior no hubiera pasado. No sabía si zarandearla para hacerla reaccionar o besarla.

Christopher ya no pensaba de ningún modo que _____ tuviera que pagar esa deuda, pero algo le hizo decir:

—Tardarías años en pagar la deuda.

Vio cómo _____ palideció en un instante.

—Lo sé —dijo en voz baja y evitando mirarlo. —Eso es lo único que hay entre nosotros y lo que me separa de mi libertad —entonces lo miró. —Pero mientras me sigas reteniendo aquí, quiero trabajar para enmendar lo que hizo Joaquín. Es lo mínimo que puedo hacer.

Impulsado por la ira al oír que, básicamente, ella no era más que su prisionera, se acercó para decirle:

—La deuda no es lo único que hay entre nosotros, _____.

—No volveré a acostarme contigo, Christopher.

—¿Ah, no? —y sin pensarlo, la tomó en sus brazos y la besó. Cuando ella no le ofreció su boca, comenzó a besarla tiernamente por la cara, por las sienes y la frente... hasta que _____ finalmente separó los labios...

Mientras la besaba. _____ sabía que había sucedido lo peor que podía haber pasado porque ahora él sabría lo mucho que lo deseaba y eso le daría un poder sobre ella más potente que la deuda o que el hecho de que aún fuera su prisionera. Aunque lo cierto era que siempre había sido una prisionera.... con la diferencia de que su prisión no tenía ni muros ni un candado.

Dos semanas después. _____ respiró tranquila por primera vez desde que Christopher y ella habían empezado a dormir juntos, y la única razón era que él había viajado a Roma para una reunión urgente. Ella intentaba por todos los medios resistirse, pero cada vez que la tocaba... no podía evitarlo. Durante el día mantenían las distancias, pero por la noche ambos se volvían insaciables de deseo.

En cuanto él se quedaba dormido, ella se levantaba para volver a su dormitorio. Sabía que eso lo enfurecía y la noche anterior, cuando se había pensado que estaba dormido y había intentado levantarse, Christopher la había sujetado por el brazo y le había dicho: «Esta noche no te escapas».

_____ se había quedado allí tumbada un largo rato, pero nada más ver el sol salir, había salido del dormitorio sin despertarlo. Había vencido esa vez, pero la mirada de Christopher antes de irse a Roma le había dejado bien claro que no volvería a escapar... y ésa era la razón por la que tenía que convencerlo para que la dejara marcharse de allí porque, a cada día que pasaba, se estaba enamorando más y más de aquel lugar... de Leonardo... de Doppo... y de Christopher.

Leonardo había estado dándole algunos trucos para el ajedrez y Lucia le había enseñado a cocinar unos platos típicos. Su corazón estaba haciéndose ilusiones con poder entrar a formar parte de una familia, pero era demasiado peligroso seguir dándole pie a esa ilusión. Tenía que seguir adelante y recuperar su vida y, aunque gracias a la deuda de Joaquín nunca tendría una libertad plena, tal vez cuando ese matrimonio ridículo llegara a su fin y ella pudiera volverá casa y encontrar un trabajo, sentiría algo de paz. Ahora lo único que tenía que hacer era convencer a Christopher para que la dejara marchar.

CRUEL VENGANZAWhere stories live. Discover now