Capítulo 25

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Salió de sus pensamientos cuando la vendedora señaló a los montones de ropa que los rodeaban.

—¿Está segura de que no quiere ver nada más, señora? ¿Algo un poco más alegre?

_____ negó con la cabeza.

—Estoy segura —dijo con firmeza.

—Pero, señora, el vestido que ha elegido para llevar en el registro...

—Así está bien. De verdad. Yo... quiero decir, mi prometido y yo estamos de luto, así que no sería apropiado ir vestida de blanco.

La joven se sonrojó.

—Lo siento, no lo sabía... Bueno, sabía lo de la hermana del señor Vélez, pero... —añadió la vendedora, avergonzada, antes de empaquetar todas las compras.

Un grupo de paparazis los había seguido durante todo el día en cuanto habían salido del ático. Christopher la había llevado a varias tiendas y en ninguna de ellas se había comportado como el típico prometido caballeroso; la había ignorado hasta que la ropa estaba empaquetada y ella preparada para marcharse.

Cuando salieron de esa tienda, a _____ le llamó la atención una imagen y un titular que vio en un puesto de periódicos. Los paparazis por fin habían desaparecido, seguramente satisfechos con todas las fotografías que les habían hecho mientras hacían las compras en las que Christopher había insistido.

—¿Qué dice? —le preguntó ella temblorosa cuando Christopher tomó el periódico.

—Dice: «Una nación perderá a su soltero de oro cuando Vélez se case en pocos días».

_____ sintió náuseas. Estaba atrapada en esa telaraña que Christopher había tejido... con su ayuda... y ahora no podría escapar hasta que tuviera al bebé. Pero, curiosamente, ese pensamiento no despertó el miedo que esperaba. Sabía que, como madre del bebé tendría derechos, por muy rico y poderoso que fuera Christopher, aquello que dijo sobre poder comprarla parecía ser fruto de algo que pensaba de las mujeres en general. Esa revelación y el hecho de que _____ no tuviera curiosidad por saber a qué se debía esa forma de ver a las mujeres, hizo que durante el trayecto de vuelta al apartamento no se dirigieran la palabra.

Varias mañanas después. _____ se despertó para ver que Christopher se había ido, al igual que todas las mañanas, dejándole únicamente una nota en la que le comunicaba que un guardaespaldas estaría esperándola abajo si quería salir y visitar la ciudad. No había sido tan tonta como para creer que Christopher estaba preocupado por su seguridad, pero había aprovechado la oportunidad de recorrer la ciudad y quedar encantada con su belleza.

A su regreso, entró en el comedor y se asomó a la ventana, sintiéndose insoportablemente sola. Lo que más la asustaba era que se sentía sola por no tener... conexión y relación con Christopher. La conexión que había pensado que existía la noche que él la había seducido. Durante esos breves momentos cuando le había hecho el amor, se había sentido segura y a salvo. Y, cuando la había tomado, había sentido algo que iba más allá de lo meramente físico. Intentó ignorarlo, pero anhelaba esa conexión y se reprendió severamente por ello. Tenía que borrar esa noche de su cabeza; para él no había sido más que parte de una venganza. Chris estaba muerto. Él nunca había existido. Había sido Christopher todo el tiempo y cuanto antes lo recordara, mejor.

El teléfono sonó en ese justo momento y _____ se sobresaltó antes de responder.

—¿Diga?

—Nos han invitado a una fiesta privada esta noche.

—¿A los dos?

—Tienes que estar preparada a las siete. Será positivo que nos vean juntos en la víspera de nuestra boda.

_____ abrió la boca para hablar, pero lo que emitió fue un sonido de indignación al darse cuenta de que él ya había colgado. Colgó el teléfono con un golpe y le agradeció lo que había hecho... porque era un buen recordatorio de por qué nunca había existido ninguna conexión entre los dos.

CRUEL VENGANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora