Capítulo 17

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Una hora después abrió el último periódico con desgana porque deseaba irse a dormir, pero entonces su corazón comenzó a palpitar descontroladamente cuando vio en él una fotografía de Christopher Vélez. No podía apartar los ojos de él, esos duros rasgos estaban suavizados por una sonrisa que lo hacía parecer más guapo todavía.

Se le veía feliz. Se le veía satisfecho. Parecía estar despreocupado.

Inconscientemente, ella se llevó la mano al vientre, ¿Qué derecho tenía él a ser feliz mientras que ella estaba allí sentada prácticamente en la pobreza absoluta, embarazada de su hijo después de que él hubiera decidido jugar a ser Dios con su vida? Cerró los ojos un instante antes de volver a mirar el sonriente rostro de Christopher Vélez. Toda la humillación y el dolor que sintió por su premeditada venganza la embargaron con tanta fuerza como si hubiera sucedido el día antes. El deseo que había mostrado no había sido lo que ella se había esperado y creído.

Christopher estaría en Dublín la noche siguiente para celebrar la apertura de su nuevo restaurante. _____ podría haber pensado que él lo habría hecho a propósito, para enviarle una nueva advertencia, pero ella sabía que había sido algo irracional. No era más que una coincidencia increíblemente cruel.

Volvió a leer el artículo, más despacio esa vez. En el evento anunciaría la fusión con Martín Cameron's, un conocido empresario afincado en Irlanda.

_____sabía que tendría que hacer algo mientras él estuviera tan cerca; tenía que hacerle ver que no podía llevarse por delante la vida de una persona; su vida. Él era responsable de la vida que crecía en su vientre y algo profundamente visceral estaba alentándola a enfrentarse a él.

Christopher Vélez contuvo las ganas de quitarse la corbata, desabrocharse los botones de arriba de la camisa y alejarse de ese salón de baile abarrotado lo antes posible. Quería estar en su isla, Sardinia, donde habría tranquilidad y el cielo estaría lleno de las estrellas que a veces había soñado con tocar.

¿Qué le pasaba? Llevaba semanas que no se encontraba bien. Dos meses, para ser exactos... Se quedó paralizado e inmediatamente quiso desechar las vividas imágenes que acompañaban a esos pensamientos. Hacía dos meses había empezado el proceso de curación que comenzaba con la venganza de la muerte de su hermana, pero entonces, ¿por qué no se sentía bien?

Al ver a su buen amigo, Martín Cameron, forzó a su mente a librarse de esos perturbadores pensamientos, pero cuando vio el cabello de su esposa, Maggie, sintió una sacudida, a pesar de que no era exactamente el mismo tono de pelo que...

Los dos hombres se saludaron efusivamente.

—Por fin —dijo Martín. —Creí que nunca te convenceríamos para que abrieras tu negocio aquí.

Christopher ignoró a su amigo y se inclinó para besar a Maggie en las mejillas. Estaba embarazada de su segundo hijo.

—Ha pasado mucho tiempo y lamentarnos no poder llegar al funeral de Valeria. Debió de ser devastador para ti.

Realmente conmovido. Christopher sintió algo oprimiéndole el pecho al ser testigo de la intimidad y la calidez creada entre el matrimonio, Martín adoraba a su esposa y era muy protector con ella. Verlos juntos, aunque siempre resultaba un placer tenía un efecto claustrofóbico en Christopher. No dudaba ni por un segundo que Cameron no fuera absolutamente feliz, pero sabía que la vida hogareña no estaba hecha para él. Ninguna mujer ocuparía ese espacio en su vida. Hacía mucho tiempo se había jurado no ser como su padre y entregarse a una mujer que algún día podría tener el poder de destrozar a su familia. Lo irritaba intensamente estar pensando en eso de nuevo... por segunda vez en muchos meses.

Tras unos minutos juntos. Maggie les anunció la llegada de un conocido común y cuando Christopher miró atrás, en la distancia y junto a las puertas, le pareció ver un cabello oscuro y una piel muy clara. No. No podía ser. El corazón le golpeó con fuerza contra el pecho.

_____ se quedó fuera del salón de baile del exclusivo hotel del centro de Dublín durante un largo rato. Los nervios la paralizaron temporalmente. Tenía que aferrarse a la sensación de injusticia, a la rabia que sentía en su pecho, porque de lo contrario fracasaría y dejaría que Christopher Vélez se marchara sin conocer las consecuencias de sus actos. Respiro hondo y se reconfortó al pensar que, una vez que hubiera hecho lo que pretendía hacen saldría de allí y se marcharía a casa sintiéndose algo mejor. Cruzó las puertas y se estremeció ante todo ese ruido y la multitud de asistentes. No se había molestado en arreglarse para la ocasión; de hecho, el único vestido que tenía, el que había llevado la noche en Londres, lo había tirado a la basura. Estaba vestida con unos pantalones vaqueros y una camiseta lisa bajo una ligera chaqueta, sin maquillaje y con el pelo recogido en una cola de caballo.

Lo vio casi de inmediato. Estaba de espaldas, pero lo habría reconocido en cualquier parte. Su cuerpo, el muy traidor, reaccionó al verlo. Ese físico alto y poderoso le resultaba íntimamente familiar: la arrogante forma de ladear la cabeza, el pelo corto y negro, la espalda recta. Ella misma había recorrido esa espalda con sus dedos mientras se arqueaba bajo él Podía recordar el sabor salado de su piel, el modo en que él la había llenado tanto que...

¿Podría seguir adelante con lo que se había propuesto?

A su lado estaba el otro hombre de la foto, tan guapo como Christopher y, sin duda, igual de rico. Ignoró el miedo que le decía que saliera corriendo y siguió adelante, acercándose cada vez más y más a Christopher Vélez.

CRUEL VENGANZAWhere stories live. Discover now