Capítulo 29

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La lengua de Christopher recorría sus labios con más intensidad, pero ella seguía sin ceder. Sin embargo, su traicionero corazón había comenzado a latir de nuevo y en ese instante supo que estaba perdiendo fuerza. No podía vencerlo. Y así, con un diminuto gemido de frustración, _____ dejó de apretar los labios. Christopher le sujetó la cabeza con más fuerza y se situó entre sus piernas, encendiendo un fuego dentro de ella; y después, con una finura devastadora, la besó hasta que ella no pudo resistirse más y abrió la boca, aceptando la invasión de la lengua de Christopher, permitiéndole saborearla exactamente como ella había deseado que hiciera aquella noche en Londres.

La mezcla de alivio y deseo la estaba mareando mientras se aferraba a sus fuertes hombros en ese torbellino de sensaciones.

—Rodéame con tus piernas —le dijo él con una voz grave e intensa.

Y ella lo hizo automáticamente.

Christopher posó una mano sobre su trasero y la sacó de la cocina. Ella deseaba que la besara otra vez y que nunca dejara de hacerlo. Deseaba que le hiciera olvidar, como lo había hecho antes. Pero, ante todo, lo deseaba a él. Lo besaba por el cuello, por la mandíbula, por todos los lugares adonde alcanzaba. El sabor de su piel bajo su boca estaba haciendo que su sangre y su vientre ardieran.

Cuando él la tendió sobre la cama de su dormitorio, se desnudó con impaciencia y con su gloriosa desnudez, se tumbó a su lado. Le quitó la camiseta y el sujetador y, al deslizar una mano sobre uno de sus tersos y sensibles pechos, ella arqueó la espalda y cerró los ojos mientras se mordía el labio.

Christopher le bajó la falda y durante un instante se quedaron mirándose fijamente a los ojos. Después, él agachó la cabeza y tomó su boca en un largo beso. _____ había temido que no volviera a besarla, pero ahora sus lenguas se enredaban acaloradamente. Ella se arqueó contra él, para sentir el roce de sus pechos contra su torso.

Tras recorrerle la espalda con una mano, dejando una línea de fuego a su paso, Christopher cubrió una de sus nalgas y le quitó las braguitas. _____ podía sentir ese familiar deseo en su interior, esa humedad entre sus piernas... y con un movimiento instintivo, lo rodeó con una pierna y ese gesto hizo que él gimiera con intensidad.

_____ deslizó una mano para acariciar su sedosa erección, que parecía acero cubierto de terciopelo. Él se tensó y ella lo miró a los ojos. Había soñado con ese momento todas las noches desde lo que sucedió en Londres... por mucho que odiara admitirlo.

Christopher, sin dejar de mirarla, le apartó la mano de su sexo, y con unas delicadas caricias, encontró el centro de su deseo, buscó ese lugar donde parecían confluir todas sus terminaciones nerviosas mientras ella, con la respiración entrecortada, se aferraba a sus hombros. Pero él apartó la mano y al instante _____ lo sintió adentrándose en ella; esa intrusión aún ligeramente desconocida, pero deliciosamente familiar a la vez.

Tenía tan poca experiencia... Christopher no podía creer que no se hubiera dado cuenta aquella primera vez.

Los pechos de _____ se movían arriba y abajo contra su torso acompañados de una agitada respiración. Cuando se deslizó más adentro, la sintió acomodándose a su miembro con una serie de movimientos temblorosos y giros de cadera. Eso era lo que lo había cautivado la primera vez, lo que le había hecho pensar que era una amante experimentada, pero ahora podía notar la naturaleza no instruida de sus movimientos. Se había equivocado con ella, pero no podía pensar en eso ahora porque estaba embrujándolo otra vez.

Agachó la cabeza y la besó intensamente mientras se hundía completamente en su interior. Ella, con los brazos apretados alrededor de su cuello, le mordisqueaba el labio inferior y cuando él comenzó a moverse adentro y afuera, el mundo quedó reducido a ese dormitorio, a ese momento, a esa mujer y a la explosión que estaba aproximándose más y más rápido a cada movimiento de sus caderas.

CRUEL VENGANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora