Capítulo 4

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A  _____se le cortó la respiración. Valeria también era de Ecuador, de Loja. Era una coincidencia, y muy dolorosa, por cierto. Él extendió una gran mano de dedos largos y _____ se la estrechó con su pequeña mano cubierta de las pecas que tanto había detestado durante años.

Impotente por el torrente de sensaciones que estaban recorriéndole el cuerpo ante su tacto, se le secó la boca y lo miró con intensidad mientras él le dedicaba una sexy y devastadora sonrisa.

«¡Oh, Dios mío!».

Finalmente, _____ retiró la mano y la escondió bajo la pierna. De pronto sintió la necesidad de alejarse de esa intensidad, no estaba acostumbrada a algo así. Estaba asustadísima y bajó del taburete como pudo, aunque al hacerlo rozó el cuerpo del hombre provocando diminutas explosiones dentro de ella.

—Discúlpame. Tengo que ir al lavabo.

Con piernas temblorosas, salió de la zona VIP y cruzó el club, que estaba llenándose con rapidez y cuya música se oía a través de las cortinas de terciopelo. Entró en el aseo, cerró la puerta y se apoyó en el lavabo. Vio su reflejo en el espejo y sacudió la cabeza. Estar lejos de ese hombre no la estaba ayudando a calmarse ni a mitigar el rubor de sus mejillas. Tenía su imagen clavada en la mente.

¿Por qué le estaba pasando eso? ¿Y precisamente esa noche? Ella no tenía nada de especial: cabello negro largo y liso, ojos verdes con tonos avellana y una piel clara y algo pecosa. Un cuerpo delgado y nada de maquillaje. Eso era todo lo que veía.

De pronto la invadió una extraña euforia: al día siguiente volvería a casa y se alejaría de Londres, que nunca había sido su hogar. El hecho de que ese club y sus empleados hubieran sido como su casa después de la muerte de sus padres, lo decía todo.

Pero entonces, de pronto, el terrible recuerdo del accidente volvió a incrustarse en su cerebro. Fue como revivir una película de miedo: ese momento en el que vio el coche ir hacia ellos y fue incapaz de gritar a Joaquín para avisarle. Sintió un fuerte dolor en su interior y bajó la mirada. ¿Cómo podía haberse olvidado por un segundo de la tragedia acaecida hacía escasos días y de la que, según los médicos, había sobrevivido milagrosamente?

Christopher. El corazón se le detuvo un instante antes de volverle a latir. Él le había hecho olvidar por un momento y le estaba haciendo olvidar en ese mismo instante. Volvió a mirarse en el espejo ignorando el brillo de sus ojos; no le sorprendería que él se hubiera marchado cuando volviera a la barra. Conocía demasiado bien a esa clase de hombres; los que frecuentaban el pub eran hombres de negocios que competían por ver quién compraba el champán más caro y quién se iba con las mujeres más bellas.

Sin embargo, _____ tenía que ser sincera consigo misma porque Chris no le había dado esa impresión. Parecía demasiado sofisticado. No había duda de que era rico, eso se veía a la legua, y sólo ese detalle la hacía estremecerse porque ya había visto a demasiados millonarios y detestaba la obsesión de muchos de ellos por el poder. Contempló la idea de pedirle a uno de sus compañeros que fuera a la barra para recuperar sus cosas y así evitar volver a verlo, pero decidió despojarse de su miedo. Podría ocuparse de la situación... si es que él seguía allí...

Sin embargo, cuando _____ volvió a entrar en la zona VIP, Chris ya se había ido y, a pesar de habérselo esperado, la invadió una fuerte decepción. Aún estaba intentando controlar esa reacción cuando Carlos, uno de los camareros, le entregó una nota:

Cielo, he tenido que irme... una crisis doméstica. ¡Te llamo mañana antes de que te marches!

Joel.

CRUEL VENGANZAWhere stories live. Discover now