3. Aquí Cosquín, y Allá...

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Por algún milagro inesperado, mi instinto de supervivencia se impuso a mi miedo, y me dormí apenas conseguí que Nahuel y Lucas se callaran. Un momento antes reviví lo que sentía al dormirme con vos. Esa sensación maravillosa de calor, de contención, de que ningún cuerpo se ajustaba tan bien al mío como el tuyo, de que despertarme era mejor que soñar porque estarías ahí conmigo.

Sentí un eco de pérdida anticipada, un vacío horrible en el pecho al que supe que tendría que acostumbrarme. El único consuelo que tenía, filoso y amargo, era que la incertidumbre no duraría mucho más. Con las nenas en tu casa, estarías desayunando cuando nosotros almorzáramos, ya en el Aeródromo. A partir de ese momento, sería una cuenta regresiva e irreversible.

Y me dormí.

Si soñé con el mar, al despertar no me acordaba.

Igual me levanté con el sol, como quien no quiere tentar a Sandman. Abajo encontré a Mariano y a Quique limpiando lo que dejáramos de la noche anterior. Me sumé a la iniciativa, mientras desde la cocina de la hostería llegaba un olorcito delicioso a pan casero en el horno y café molido calentándose.

Terminamos justo cuando el desayuno estuvo listo y Quique se ofreció para ir a despertar al resto de la tropa. Mariano se procuró café negro para él, té con leche para mí, y me indicó que nos sentáramos en una mesa para dos junto a una ventana.

—¿Todo bien, Ceci? —preguntó con la suavidad y la puntería que lo caracterizaban.

Me encogí de hombros. Mariano me conocía lo suficiente para que no tratara de mentirle. —Digamos. Pero con todas las pilas para hoy, no te preocupes.

Me observó un momento, muy serio, ojos de rayos láser tras sus anteojos gruesos. —¿Y cómo va todo con Masterson? ¿Se hace muy difícil la distancia, después de la gira y las vacaciones en Hawai?

Suspiré y miré alrededor para cerciorarme de que todavía estábamos solos en el comedor.

—Por mi parte, todo bien. Él... Creo que me voy a enterar hoy o mañana.

—Mierda, qué mal momento. ¿Puedo preguntar qué pasó?

—Todavía no sé. En realidad, ni siquiera sé si pasó algo. —Forcé una sonrisa—. Pero ya te digo que estoy al doscientos por ciento para hoy.

—¿Y qué vamos a hacer con Cristian? A él le importa un carajo tu relación con Masterson, y salta a la vista que en cuanto pueda se mete en tu cama. ¿Qué vas a hacer?

Viniendo de otra persona y un par de años atrás, un planteo tan frontal me habría empujado a negar y desmentir, jurando en falso por todos los santos en los que no creo. Esa mañana me limité a alzar las cejas.

—¿Qué tengo permiso de hacer?

—Lo que quieras mientras no afecte tu rendimiento. Cris es bueno pero reemplazable. Vos no, vos sos la identidad de la banda. Y no podés caerte en una telenovela justo ahora, que por fin empezamos a hacer un poco de ruido.

—Puedo acostarme con él sin que afecte nuestro laburo, si eso es lo que te preocupa.

Mariano tomó un trago de su café, cargado como para darle insomnio a un muerto. Respiró hondo y me enfrentó con una mueca.

—Bueno, si te dan malas noticias, después de tocar tenés permiso de ahogar las penas en sexo y alcohol si te hace falta.

—Gracias, papá.

Rió por lo bajo, pero ya llegaban los primeros zombies luchando por abrir los ojos y no dijo nada más.

Salimos temprano para el Aeródromo, y aun así tardamos el triple que el día anterior. Esa mañana estábamos todos más callados e introspectivos, y eso me dio la oportunidad inigualable de quedarme a solas con mis pensamientos, si seré afortunada. Hubiera querido tener algo para distraerme, pero no me iba a enchufar al giga de Slot Coin que traía en el teléfono, porque eso sería netamente suicida.

Intenté prepararme para lo que sabía que ocurriría. Te conocía. Teníamos un compromiso, y en tu universo de estructuras no hay lugar para la infidelidad. Si habías "sido infiel", buscarías blanquear la situación lo antes posible, para liberarme del compromiso que yo asumiera con vos. Que lo hubieras hecho con la madre de tus hijas, que todavía era tu esposa ante la ley, no cambiaba nada para vos.

Me di cuenta de que ya daba todo por perdido. Sin haber hablado con vos, sin siquiera saber lo que había pasado. Y comprendí que por una vez mi costumbre de ponerme a la defensiva resultaría útil. Como apuntar el escudo hacia el norte, de donde en cualquier momento caería la bomba que me dejaría de rodillas. No menguaría el dolor, pero al menos no me tomaría desprevenida.

Lo que me llamaba la atención era que todavía no me hubiera venido abajo como una marioneta con los hilos cortados. La única explicación que encontré fue que se trataba de tu ex.

Siempre había sabido que volvería a aparecer. Y con lo que pasara antes de tu viaje a la Argentina, nunca se había tratado de "si", sino de "cuando".

Y finalmente había ocurrido.

El fantasma del amor de tu vida había decidido venir a proyectar su sombra sobre tu incipiente bienestar con otra mujer. Y vos habías caído rendido a sus pies, por supuesto. ¿Qué otra cosa hubieras podido hacer, tratándose de ella?

Y por todo eso, porque estaba a la defensiva, y sólo esperando confirmación de que te había perdido, había dado lugar a una conversación tan absurda como la que tuviera con Mariano esa misma mañana. Sí, absurda. ¿Cómo podíamos hablar tan a la ligera de algo así? ¿Cómo podíamos estar considerando si me acostaría o no con Cristian, como si fuera tan descartable como el preservativo que usaría llegado el caso?

Porque a pesar de que tal vez estuviera a sólo un par de horas de perderte para siempre, yo te amaba. Aunque apenas te despertaras, me llamaras para decirme que habíamos terminado. Aunque nunca volviera a estar o tan siquiera hablar con vos. Hoy, ahora, mientras el chofer del micro acribillaba a bocinazos a los autos, motos, camiones, bicicletas que se nos cruzaban en el acceso al Aeródromo, mientras esperaba sentencia al tiempo que rogaba estar equivocada, yo te amaba.

No tenía lugar en el corazón, en la cabeza, en el cuerpo para nadie más. Tal vez nunca volviera a tenerlo. Tal vez sí, pero no justamente ahora. No tenía nada que hacer considerando la conveniencia o la posibilidad de estar con otro.

A Un Lado - AOL#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora