31. El Secreto

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Scott O'Rilley vio con pavor que su casa se llenaba de amiguitos de su hijo menor, que venían a hacer una pijamada. Edad promedio ocho años. Volumen promedio ensordecedor. Energía promedio desbordante. Cuando llegaron Ashley Finnegan y Bell Norton para ayudar a su mujer, el bajista vislumbró una oportunidad de huir cobarde y descaradamente.

Y lo hizo. Sin vacilar.

Finnegan le avisó que Stu se les había sumado, así que O'Rilley se detuvo en el camino a comprar comida para tres en vez de para dos. Llegó para la segunda cerveza de los otros, con la cena lista para el microondas como prometiera.

Finnegan le dijo que se pusiera cómodo en la sala, donde Stu forzó una sonrisa al saludarlo. Como si hiciera quince años que los conocía, se dio cuenta que acababa de interrumpir una conversación importante.

"Amigos, si molesto..." terció con aprensión.

"En absoluto," se apresuró a decir Finnegan. "De hecho, te estábamos esperando. Stu aquí dice que necesita consejo, pero me temo que yo ya no puedo ayudarlo con ese tema en particular. Así que pensamos que un tercero imparcial..."

" lo pensaste," gruñó Stu.

"Okay. Yo pensé que tu punto de vista podría ser de gran ayuda."

"Ya veo," asintió O'Rilley tentativo.

Se caía de maduro que a Stu no le hacía ninguna gracia la perspectiva, pero por algún motivo que al bajista se le escapaba, había aceptado. Finnegan le señaló el sillón libre.

"¿Estás de humor para escuchar una historia antes?" le preguntó, ofreciéndole cerveza y cigarrillos como si concursara para el anfitrión del año. "Necesitas saber de qué estamos hablando, de modo que Stu te lo contará. Mientras tanto, yo me ocuparé de nuestra cena." Se volvió hacia Stu con repentina seriedad y le advirtió, "No olvides que estaré escuchando desde la cocina."

"Lo sé, pendejo."

O'Rilley rió por lo bajo cuando Finnegan dejó la sala y se volvió hacia Stu.

"Debe tratarse de algo serio para que me inviten a participar de El Secreto." Volvió a reír al ver la expresión de Stu. "¿Cuán tonto crees que soy? ¿Para qué otra cosa precisarías ponerme en antecedentes?"

"¡Mierda! ¡Casi lo olvido!" exclamó Finnegan, regresando a todo correr.

Los otros dos lo vieron abrir la laptop junto a su gran televisor plano y prender ambos, conectándolos apresurado.

"¿Qué ocurre, Ray?" preguntó O'Rilley.

"Maldita diferencia horaria," gruñó el guitarrista. "¡Ya deben haber comenzado!"

"¿De qué hablas?" inquirió Stu.

"MØRE. Tocan esta noche."

"Sí, en un festival," asintió Stu. "¿Y qué?"

"¿Lo transmiten por televisión, en un canal internacional?" preguntó O'Rilley sorprendido.

"Eres un dinosaurio, Scott," lo regañó Finnegan. "Transmiten en directo todos sus shows por internet. Es una excelente manera de que los conozcan en otros países, ¿no crees?"

O'Rilley asintió, dándole la razón, y notó que para Stu también era una novedad.

Finnegan abrió el canal oficial de la banda en YouTube, utilizando el televisor como pantalla de su computadora.

El lugar que mostraba el stream en vivo parecía un pequeño estadio techado, con capacidad para un par de miles de personas, y estaba repleto. El escenario ocupaba un extremo, con pantallas grandes a cada lado. En ese momento, una docena de técnicos trabajaban aprontándolo, mientras las pantallas pasaban lo que parecían clips de personas hablando, un lugar de acopio de donaciones y pueblos completamente inundados. La imagen del stream provenía de una cámara elevada en el extremo opuesto al escenario.

A Un Lado - AOL#3Where stories live. Discover now