34. La Pregunta Correcta

76 19 18
                                    

O'Rilley se descubrió extrañamente conmovido en el silencio que siguió al encendido discurso de Finnegan. Nunca había visto al guitarrista hacerle frente a Stu con tanta vehemencia.

Los ojos de Stu brillaron húmedos al moverse por las fotos de C. Se cubrió la boca meneando la cabeza, una única lágrima resbaló por su mejilla, arrebolada por la discusión y el vodka.

"Yo..." musitó, apartando la mano de su boca hacia el televisor. "La necesito. Lo siento, Ray, sé que tienes razón. Nunca le di nada útil. Siempre creí... Ya no sé lo que creía." Se secó la cara con una mueca. "Creí que estar a su lado era suficiente, para ella." Se volvió hacia O'Rilley implorando comprensión. "Si supieras cuánto me ama, Scott. Siempre pareció tan feliz simplemente por estar conmigo, y yo..." Se interrumpió al ver que Finnegan abría la página de la banda en Facebook, donde ya estaban subiendo fotos del evento. "Creí que eso alcanzaba," repitió en un murmullo, viéndola en fotos que debían haberle tomado sólo minutos atrás.

Allí estaba, al pie del escenario, en el campo de basketball que el público iba abandonando, saludando gente con sus compañeros y firmando una camiseta para unas chicas. Detrás del escenario, la banda completa brindando con el pelilargo y varios más con cervezas en alto, todos gritando lo mismo.

Un teléfono sonando con un mensaje entrante rompió el silencio tenso que llenara la sala.

Finnegan lo tomó, le echó un vistazo y se lo tendió a O'Rilley. "Fíjate tú mismo," dijo con voz opaca.

El bajista tomó el teléfono sorprendido y un escalofrío corrió por su espalda al leer el mensaje: "Sé que no debería pedírtelo, pero, ¿podrías fijarte cómo está Stu? Me parece que no está bien de ánimo."

O'Rilley alzó los ojos abiertos como platos hacia Finnegan, que respondió a su mirada incrédula con una mueca triste. En el otro sillón, Stu bebía con la vista baja, mirando sin ver la punta de sus propias botas, sin percatarse de lo que ocurría.

"Así han sido las cosas desde que se conocieron, Scott," dijo Finnegan recuperando su teléfono. "C siempre preocupada porque Stu esté bien. Y él siempre demasiado abstraído en su propia mierda para darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor." Suspiró tipeando una respuesta. "¿Comprendes por qué me enfado?"

"¿Y qué le dirás?"

"¡Una mentira, por supuesto! ¿O pretendes que le cuente de qué estábamos hablando?"

Le mostró el teléfono y el bajista vio que había escrito: "El pendejo está bien, aquí conmigo. ¡El show estuvo excelente! ¡Felicitaciones! ¡Diviértete!"

Y por una vez, O'Rilley sintió que se inclinaba a darle la razón a Finnegan más que a Stu. Se volvieron los dos hacia él.

"Stu," llamó O'Rilley con suavidad.

Él no pareció escucharlo. La expresión de Finnegan era un discurso. Aguardaron todo un minuto en silencio, hasta que Stu alzó hacia ellos sus ojos brillantes, fuera de foco.

"La necesito," murmuró con voz enronquecida.

Finnegan manoteó el cenicero lleno y salió de la sala a zancadas furibundas con la excusa de vaciarlo.

"Muy bien, Stu, comprendo," dijo O'Rilley con la paciencia del recién enrolado. "¿Y puedo preguntarte por qué la necesitas tanto?"

Stu volvió a mover la mano hacia el televisor, como si la respuesta saltara a la vista. En la página de Facebook no dejaban de aparecer fotos: C con tres seguidores, todos mostrando sus camisetas de Slot Coin con grandes sonrisas; el bajista firmando discos; el guitarrista y la baterista con sus parejas; la tecladista con varios chicos. Una chica sonreía de oreja a oreja entre C y el pelilargo.

A Un Lado - AOL#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora