43. Trincheras

57 19 10
                                    

Me arrepentí apenas escuché mi propia voz en el video. Era simplemente demasiado. Todas las precauciones que tomara hasta ese momento perdían sentido en esa letra, demasiado clara, demasiado honesta. Me conocías lo suficiente para entenderla como un libro abierto.

Cada vez que pensaba en la canción, con bronca tardía e inútil contra mí misma, sentía que me endurecía un poco más por dentro. Era como retraerme en mi interior y empezar a levantar barricadas. Y cuando las barricadas fueron altas y firmes, les agregué baterías antiaéreas. Sentía toda mi armadura desplegándose para ocultar este corazón tonto y débil que te amaba tanto, que languidecía por la menor señal clara de correspondencia de tu parte. Una señal que esta vez necesitaba inequívoca para superar el miedo atroz que me devoraba las entrañas. Algo más que un sueño compartido. Mucho más que tu sonrisa afectuosa.

No sé cómo salió el show del viernes a la noche, ni adónde fuimos el sábado. No sé a qué hora me dormí el domingo ni en qué colectivo llegué a San Telmo el lunes.

De alguna forma me encontré finalmente en mi habitación, frente a la computadora para verte bien, con muchos cigarrillos, el termo lleno de agua caliente, el mate listo. Y el corazón batiendo como un tambor de guerra.

Abrí Skype como quien enfrenta el escuadrón de fusilamiento.

Me atendiste muy cómodo en el sofá de la sala, con cigarrillos y una botella de Syrah recién abierta, los anteojos puestos como si estuvieras leyendo algo en la computadora.

Me saludaste con una sonrisa breve y enseguida preguntaste, con toda tu calma habitual. "¿Lista? ¿Quieres comenzar tú?"

Tus palabras me sorprendieron, pero no iba a desaprovechar la oportunidad. Me tiré de cabeza, cosa de no tener ocasión de arrepentirme.

"¿Quién era la mujer que te llevaste a la cama una semana después de separarnos? Ésa a la que llamabas nena mientras te la echabas."

Apartaste la vista sólo un instante, para tomar los cigarrillos sin volcar tu copa de vino. Respondiste de inmediato, sin vacilar, sin rodeos.

"No recuerdo su nombre. La encontré bebiendo sola en lo de Harry. Se parecía mucho a ti, me recordó tu carta." Tu mirada y tu voz estaban extrañamente vacías, carentes de expresión. "De modo que lo sentiste."

Opté por imitar tu actitud tranquila, desapasionada. "Terminé encerrada en un baño, como tú en Roma."

"¿Por eso te echaste a Kurtie la noche siguiente?"

De pronto tu acento parecía subrayar cada kilómetro que nos separaba. Pero si pretendía que nos sinceráramos, me tocaba dar el ejemplo.

"Sí. Emborracharme no alcanzó para pasar el mal trago. Necesitaba desahogarme."

"¿Aún te ves con él?"

Tu pregunta me tomó completamente desprevenida. "¿A qué te refieres? Cris es nuestro productor. Lo veo todos los días."

Alzaste apenas un dedo para pedirme un momento y me enviaste una imagen. La abrí intrigada. Era de nuestra web oficial, y nos mostraba saliendo de una discoteca en la zona sur donde habíamos tocado. Cristian y yo íbamos de la mano.

"Esta foto es de varias semanas después," dijiste.

Por primera vez se me ocurrió que tal vez vos estabas en la misma situación que yo: preguntándote si yo estaba en pareja. En otro momento, la idea me habría resultado lo bastante sorprendente para distraerme, pero tu mirada fija en mí no me lo permitía. Podías tener mil defectos, pero no eras cobarde como yo. Habías preguntado con todas las letras lo que querías saber. Y aguardabas una respuesta.

"Nunca salimos, ni estuvimos juntos de forma estable, o seria, como quieras llamarlo," expliqué. "De tanto en tanto nos íbamos juntos, como esa noche. Pero ni siquiera eso funcionaba, porque nos llevábamos nuestras discusiones laborales a la cama." Me encogí de hombros. "Creo que para él siempre fue un poco frustrante, porque no podía considerarme una conquista legítima. Siempre se sintió el desquite de la ex-amante de Stewie Masterson."

"Pobre Kurtie." Tu acento irónico pareció cubrir mi pantalla de escarcha. "¿Y qué hay de ti? ¿Así te ves a ti misma? ¿'La ex-amante de Stewie Masterson'?"

Tu tono ofendido me molestó, y respondí con un acento casual que sabía que te irritaría. "¿Acaso alguna vez fui otra cosa? Sí, bien, tu fan acérrima. Y tu amiga virtual por unos meses."

Y por favor corregime si no es así, que no quiero otra cosa.

Desviaste la vista con la excusa de tomar un sorbo de vino y meneaste la cabeza con una mueca triste.

Sin corregirme.

"¿Te estás viendo con alguien?" solté a quemarropa, un poco brusca.

"¿Y tú?"

"Vamos, Stu. No respondas con otra pregunta," gruñí.

Me enviaste otra foto de nuestra web. Era del backstage de la semana anterior. Yo estaba a un costado charlando con Leandro, el cantante de la banda tributo a Slot Coin, que en ese preciso momento me hablaba al oído porque el ruido ahí atrás era infernal.

Alzaste las cejas. Revoleé los ojos para no agarrarme la cabeza. ¿Lo habías reconocido? Decidí volver a mi pose ligera, un poco burlona, a ver si me servía para zafar de la soga que me había puesto al cuello sola.

"¿Ahora me preguntarás si tengo algo con Ray porque tengo fotos abrazada con él?"

"Nunca vi a Ray desnudo en tu cama," replicaste muy serio. Entonces tu acento se suavizó, reflejando la tristeza de tu expresión. "Lo siento, nena. Por eso no quería que tuviéramos esta conversación. Sabía que surgirían situaciones incómodas para ambos y..." Suspiraste, volviendo a menear la cabeza. "Discúlpame, por favor. No tengo derecho a preguntarte nada de esto. Los últimos meses han sido muy duros para ti, y debería alegrarme de que no tuvieras que enfrentar todo sola. Los dos hemos salido adelante como hemos podido."

Se me vino el mundo abajo. ¿Por eso intentabas hacerme confesar que estaba con éste o con aquél? ¿Para no ser el único de los dos que estaba en pareja? Traté de disimular mi amargura. El zorro ha muerto, larga vida al lobo, me recordé.

Bien, sólo me quedaba hacer que lo admitieras en voz alta, con todas las letras, para evitar malentendidos. Entonces podría despedirme. Para siempre. Nunca volvería a ser tu amiga virtual y quedaba a la vista que vos no buscabas otra cosa, porque ya había una mujer a tu lado.

Tenía dos semanas para deprimirme a gusto y prepararme para verte en México. Y ser capaz de sonreír cuando me presentaras a la afortunada. Al menos volvería a ver a Ray, y a tocar con él. Eso tendría que ser consuelo suficiente.

Respiré hondo. La mejor forma de mostrarte lo que esperaba de vos siempre había sido hacerlo yo primero. Así que lo haría. Por última vez.

"Estoy sola, Stu, si eso es lo que quieres saber," dije con suavidad. "¿Y tú?"

Frunciste el ceño contrariado. Me obligué a esperar que respondieras.

"¿Qué?" preguntaste, en cambio. "¿Cómo que estás sola? ¿Por qué?"

Me quedé mirándote.

En otro momento te habría preguntado si eras idiota, te hacías o creías que yo lo era. O me habría enojado.

Esa noche, tu reacción suplió la respuesta que te resistías a darme, porque ahora sabías que me lastimaría.

Pareciste a punto de decir algo, tal vez insistir, pero sacudiste la cabeza sonriendo de costado.

"Olvídalo, no importa," dijiste. Tu sonrisa se hizo tan cálida que, vaya ironía, me causó un escalofrío. "Yo también, nena," agregaste. "Yo también estoy solo."

Mis ojos se apartaron bruscamente de vos para bajar al mate. Necesitaba cambiar la yerba. Enfrenté tus ojos increíbles y tu sonrisa que era como una caricia. Intenté hablar y sólo pude hacer una inspiración entrecortada. De pronto me faltaba el aire.

"Regreso enseguida," logré murmurar.

No esperé tu respuesta. Me paré precipitadamente y salí apurada para la cocina.

A Un Lado - AOL#3Where stories live. Discover now