36. Para que Nos Quieran

61 18 14
                                    

La llamada de C lo encontró todavía leyendo, y antes de que ella tuviera ocasión de sacar tema de conversación, Stu le pidió que le contara sobre la banda. No tardó en darse cuenta de que no era algo de lo que C quisiera hablar, y que a pesar de los meses transcurridos y lo positivo que había resultado el cambio de compañeros, ella aún sentía una amargura insoslayable y comprensible.

Evitó en todo momento hacer comparaciones o conjeturas sobre lo que ocurriera. Se limitó a contarle lo que había ocurrido, sin entrar en detalles ni dar opiniones. Por rarísima ocasión se empeñó en ser sintética.

Sólo accedió a explayarse un poco más al hablar de sus nuevos compañeros, y admitió que tocar con gente que no sólo eran buenos músicos, sino también de edad más acorde a la suya, había hecho todo mucho más fácil y mejor.

Rió al contarle un fin de semana durante la breve gira que hicieran por el norte de Argentina, en la que se les unieran novios, novias, esposos, esposas, hijos e hijas.

"¡Parecía una presentación escolar!" decía divertida al evocarlo.

Y Stu reía con ella, disfrutando volver a compartir, al menos un poco, algo que siempre los había unido tanto como las vivencias relacionadas con la música.

Sin embargo, quedaban tantas cosas por contar, comentar, preguntar, que no podía evitar un dejo de ansiedad. Y los interrogantes que se planteara el sábado volvían a surgir. ¿Qué, cuánto habría cambiado ella desde que perdieran contacto? ¿Cómo afectarían esos cambios este acercamiento entre ellos?

Llevó la conversación hacia el despliegue avasallante que hallara en internet y C aceptó debatir con lo que llamó riendo 'sus estructuras del siglo pasado'.

"De acuerdo, son demonios de propaganda por elección propia, eso ya lo veo," dijo Stu en algún momento. "Pero la gente no es tan sencilla de complacer. Siempre quieren más. ¿Qué hay de sus vidas privadas? Dices que la baterista y el bajista tienen hijos pequeños. ¿Y si uno de los solteros quiere ir a un club o a un bar una noche que no tocan? ¿Y si tú y Nahuel quieren uno de esos festines de comida chatarra que les gusta tanto?"

"Ya te he dicho que somos todos más bien tranquilos, y la banda nos da cuanta vida nocturna podamos querer. Además, casi todos tienen parejas estables."

"Estar con Ann nunca me salvó de los 'Stewie dame sexo'."

"Oh, pero tú nos has visto. Ninguno de nosotros es tan atractivo como tú," respondió C, le guiñó un ojo, un gesto que a Stu le pareció adorable, y continuó sin darle tiempo de responder a su inesperado cumplido. "Y no somos ni remotamente tan famosos como eran ustedes cuando las coiners comenzaron a usar esas camisetas."

"¿Y cuál es tu truco para que no te reconozcan?"

"No tengo ninguno."

"¡Vamos! ¿Qué haces cuando no quieres que te molesten?"

"¿Y cuándo es eso?" C se encogió de hombros. "Tú me conoces, Stu, no tengo ningún inconveniente si alguien se acerca a saludar o tomarse una fotografía. He pasado la mitad de mi vida trabajando en atención al cliente de algún tipo. ¿Recuerdas mi empleo en el call center? Me veía obligada a ser amable con un centenar de imbéciles por día para ganar apenas lo indispensable para pagar la renta y un poco de comida. ¿Cómo me va a molestar que se me acerquen un par de seguidores con su mejor intención? Son los que nos hacen quienes somos. Escuchan nuestra música, agotan las entradas para nuestros shows, nos votan en los rankings. ¿Y los voy a mandar de paseo porque les gusta mi música?"

Stu la escuchaba asintiendo, como solía, y entornó los párpados. "¿Y qué hay de la prensa? Ellos son los verdaderos buitres, y tú das tanta información sobre ti."

A Un Lado - AOL#3Where stories live. Discover now