39. Canciones de Chicas

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Tus palabras me rondaron con insistencia los dos días siguientes, esa pregunta que me dejaras en sueños. No sólo su significado, sino esa cadencia, esa poesía que solía ocultarse en mucho de lo que decías.

El miércoles por la noche me encontré en sueños en lo que parecía un bar, que me recordó las fotos que viera de tus primeras presentaciones. Si era lo de tu amigo Harry, estaba cerrado y vacío, aunque todo parecía listo para abrir en cualquier momento, a media luz, silencioso, todo limpio y en su lugar.

Descubrí mi gorda acústica paradita en una silla frente a una mesa. Me senté sobre la mesa con ella y dejé que mis dedos jugaran como tantas otras veces. No sería la primera vez que componía una canción en sueños. Así habían nacido Again y Words.

En esos casos armaba cuanto podía de la base de guitarra y la melodía de la voz, y lo repetía al tiempo que intentaba despertarme. El desafío solía ser traerme la melodía completa al mundo de la vigilia. Ya había perdido varios hits imbatibles en el trámite.

Pero lo logré. Me desperté el jueves todavía tarareando mentalmente, salté a agarrar mi gorda y busqué los acordes que soñara. ¡Y los recordé! Apenas toqué la canción despierta, supe que había encontrado la melodía para tu pregunta.

Esa tarde, Mariano y Cristian nos recibieron en San Telmo con la noticia de que End había alcanzado el platino. De más está decir que no ensayamos. Pusimos música a todo volumen, abrimos cerveza, brindamos, reímos, bailamos.

Tan pronto como me pareció que no sería de mala educación, me llevé a Mariano aparte y le pregunté qué significaba el platino en concreto, para nosotros como banda.

—Entre otras cosas, que ahora me dan las cuentas para pagar más sueldos de nuestro bolsillo —respondió él muy satisfecho—. Y Lalo no va a tener problemas en financiarnos lo que nuestras ganancias no cubran. Ser platino es una carta de presentación importante, que nos va a abrir muchas puertas que hasta ahora teníamos cerradas. Va a depender de nosotros aprovechar todas las oportunidades que van a empezar a llovernos.

—Menos mal que te tenemos a vos —sonreí.

—Lo mismo digo —respondió, palmeándome el hombro.

Para no ponerme colorada por el cumplido, me acordé del pedido urgente que tenía para hacerle.

—Necesito que nuestra participación en el Festival por el Golfo no se anuncie en internet, al menos hasta la semana que viene.

—Pero la semana que viene tocamos y la grilla confirmada salió hace rato.

—La prensa oficial no importa, pero necesito que no aparezca en nuestra web.

Mariano entrecerró los ojos, observándome un momento.

—Y con la noticia de hoy no te puedo decir que no —rezongó—. Está bien, ahora hablo con Lucas.

—¡Gracias!

Poco después, aproveché que todo el mundo estaba entretenido para escaparme a la sala estudio con mi libreta de letras. Enchufé mi guitarra y me senté a buscar la canción que me trajera del bar de Harry. Sí, definitivamente ahí estaba.

Entonces recordé un estribillo en castellano que había tarareado durante meses después de tu gira. Se me había descolgado una tarde de asfixia en la línea A del subte y nunca lo había usado. En principio porque en inglés no tenía tanta gracia. Y más que nada porque hablaba de una tarde en Mar del Sud, cuando te escuchara ducharte y me perdiera siguiendo el sonido del agua al tocarte. Un recuerdo que sólo ahora me atrevía a volver a evocar.

Empezaba a encontrar la forma de la letra cuando la puerta se abrió a mis espaldas.

—¿Necesitás ayuda? —preguntó Caló entrando.

A Un Lado - AOL#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora