35. Noticias de Ayer

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Ese lunes, Stu se instaló en la sala de su casa con la computadora al menos una hora antes de que C lo llamara, decidido a subsanar su manifiesta ignorancia sobre la mujer que decía amar.

Había pasado el domingo solo en su casa, permitiendo que la resaca cediera y sus emociones se decantaran. 

Dar voz a sus sentimientos el sábado por la noche había resultado increíblemente liberador. Ahora podía encarar todo de una forma más honesta. Teniendo en claro lo que quería, era libre de buscar la mejor manera de lograrlo. 

A pesar de todo, sabía que Ray tenía razón. No podía soltar la bomba de un "te amo" cuando hacía sólo una semana que volvían a hablarse. Tendría que buscar el momento adecuado.

El sábado había resultado clarificador en más de un sentido, porque también había quedado a la vista que la vida de C había dado un giro pronunciado del cual él no sabía absolutamente nada. Conversando con ella, cada uno en su casa, resultaba fácil caer en la impresión engañosa de que todo seguía como siempre. Pero el vodka no le había impedido notar a todos esos miles de personas pendientes de ella, en el estadio y por internet como él.

Y se le ocurrió que esa tarde, para dar aire a lo que se veía obligado a callar, podía aprovechar para preguntarle sobre los cambios en la banda y cómo estaba viviendo esto de empezar a ser conocida.

Pronto estaba pasmado por la cantidad de información que halló en internet, y lo lejos que había llegado MØRE ese año. En febrero, cuando él y C se separaran, la banda apenas comenzaba a hacerse un nombre, y ni siquiera contaban con una base firme de seguidores, por pequeña que fuera.

Pero eso había cambiado radicalmente desde entonces. End lideraba los rankings de varias radios argentinas y estaba entre los diez primeros de todos los rankings dedicados a música latinoamericana que encontró . Hasta descubrió que Heart y Hesitation sonaban muy bien en algunos mercados del este asiático, por descabellado que pareciera.

Lo que más le llamó la atención fue que no sólo se habían hecho conocidos, también habían convertido internet en su herramienta más poderosa después de su música.

Mientras en todo el mundo la industria musical buscaba formas de adaptar el negocio a internet para mantenerse a flote, el enfoque de la banda de C distaba de ser agresivamente comercial.

Lo primero que advirtió fue que en cualquier búsqueda de videos e imágenes, los primeros quince o veinte resultados eran invariablemente material oficial de la banda, relegando otras fuentes a un lugar en la lista al que ningún usuario común se molestaba en llegar. Y todo lo que publicaban era de excelente calidad.

Su presencia en las redes sociales era abrumadora, pero no las utilizaban para vender sino para compartir e interactuar. Cada presentación de la banda generaba álbumes de videos y fotografías. Publicaban fotos del público ingresando, por ejemplo, para que la gente esperara el show etiquetándose en ellas y compartiéndolas. Y viendo videos del backstage.

El video multicámara de la transmisión que él viera el sábado por la noche ya estaba disponible desde el domingo por la mañana, como el de cada presentación anterior. Los seguidores podían acercarse a saludarlos a la salida del lugar donde hubieran tocado, y tenían la opción de utilizar sus propios teléfonos o posar para el fotógrafo de la banda, que subía la foto en menos de una hora en alta definición.

La web oficial era en realidad dos webs idénticas, en español y en inglés. En la sección de reportajes encontró enlaces o traducciones a todas las entrevistas que les hicieran. Y en la de información adicional, ofrecía había una lista del personal que trabajaba con la banda. Allí Stu comprobó que Ragolini, o más bien Mariano, había tomado en serio lo que él les dijera un año atrás en San Telmo. El community manager era un chico de veinticinco años, su asistente tenía veintidós y Nahuel figuraba como colaborador.

Ésa debía ser la clave. Esos chicos no veían internet como gerentes de una discográfica ávidos de ventas, sino como usuarios. Y gracias a Nahuel, C tenía una idea de internet diferente a la gente de su edad. Apostaban más a las reproducciones online que a las ventas de álbumes, a la venta de entradas y objetos de merchandising, y a los sponsors.

Se le ocurrió asomarse a la sección de bios de los integrantes de la banda y quedó boquiabierto al ver fotos de los músicos con sus familias. Sin embargo, una mirada más atenta les mostró que si bien parecían fotos espontáneas, casuales, en realidad estaban tomadas con cuidado escrupuloso, de tal forma que a los hijos más pequeños nunca se les vieran las caras con claridad. Algo que él mismo jamás había logrado, mal que le pesara.

Leyendo por encima algunos artículos sobre la banda, advirtió que había otros dos elementos que aportaban para su popularidad. Uno era que fueran más mujeres que hombres. En un mercado en el que las mujeres sólo sobresalían como solistas pop o en bandas sin hombres, los artículos ponderaban lo que llamaban 'una muestra de auténtica igualdad de géneros'. El otro elemento era el hecho de que no fueran todos heterosexuales, y que eso no los definiera como una banda exclusivamente gay, o de temática gay.

En un reportaje, el periodista describía que C había reído cuando le mencionara esos aspectos.

"Somos una banda de rock, nada más. Ser hombre o mujer no te hace mejor músico, ser hetero o gay tampoco. Nunca nos propusimos 'ser inclusivos' justamente porque no nos fijamos en géneros ni en orientaciones sexuales. Hay que aprender a ver más allá de la entrepierna, y darle a cada persona el valor que le corresponde por sus capacidades y sus virtudes."

Stu sonrió al leer su respuesta. Hasta podía imaginar el tono con que la había dicho, entre jocosa y cortante.

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