𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙩𝙧𝙚𝙞𝙣𝙩𝙖

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𝐀𝐔𝐃𝐑𝐄𝐘..

Finalmente era año nuevo.

Eran las nueve de la mañana, y yo estaba cometiendo mi peor crimen hasta el momento, nada que hubiera hecho antes se comparaba.

Con el corazón en la garganta y las manos sudando, me levanté de la cama, aunque sabía que estaba cometiendo un error, no me detuve, todo era, según yo, por una buena causa.

A pasos delicados, casi imperceptibles, me acerqué hacia el otro borde de la cama, donde aquella funda de almohada descansaba detrás de la cama en donde Boris, Theo y yo dormimos casi diario, al llegar, me hice de rodillas y saqué el cuadro, con cuidado y con agilidad, el cuadro salió y estaba entre mis brazos, sabiendo que los chicos podían despertar en cualquier momento, salí disparada de la habitación hacia la cocina.

Ya ahí, saqué el cuadro, aún envuelto en papel periódico y cinta adhesiva, con cuidado rasgué la cinta y quite el papel, dejando a la vista un pequeño jilguero esperando a ser liberado.

Me dirigí a la sala y busque algo, la mochila de Boris, la cual había dejado ahí desde que salimos a vacaciones (bueno, ellos) por fiestas, ya con la mochila en las manos, saque sus libros, encontrando un libro de geografía algo gastado, un "B+A" resaltaba en la portada verde y no pude evitar sonreír.

"Lo siento" escribí en una nota que deje sobre el libro antes de envolverlo con el periódico que el papá de Theo tiraba sobre la mesa de la cocina, le puse cinta encima, intentando que fuera lo más similar a el envoltorio anterior, ya hecho, tome el cuadro y repetí el acto, me había convertido oficialmente en una ladrona de arte, y sentía cierto orgullo por aquello.

Ya todo listo, guarde el libro en la funda y lo subí, cuidadosamente entré y me di cuenta de que ambos dormían aún, coloque el libro detrás de la cama y me puse la ropa, mis botas y la camisa de Boris, ya lista, baje, tome su mochila, guarde el cuadro y salí de esa casa.

Sabía que no volvería a verlos nunca, por lo cual, decidí llevarme un recuerdo de ambos, y, aunque no fuera lo más práctico, nada más que ese cuadro me iban a recordar las noches enteras junto a Theo, las mañanas adoloridas y las suaves charlas de libros, aquel rubio cenizo y sus ojos perfectamente pintados de azul, nada más me iba a recordar la imagen de su padre en sus gestos, y sus risitas al embriagarse o al inhalar un poco de polvo de más, solo ese pequeño Jilguero gritaba "Theo" en su cantar, ahora que lo libere de su pequeña tumba, no pensaba devolverlo.

Además, de nuevo había sentido ese trance y esa conexión que había sentido antes con el cuadro, pensé que el pequeño pájaro me estaba pidiendo ayuda, ya que ambos estábamos en lugares donde no queríamos estar, y ahora yo era la única sin cadena, quería lo mismo para él, y si podía liberarlo de su prisión de papel periódico y de estar detrás de la cama de un chico adolescente que solo mencionaba el cuadro cuando estaba completamente ebrio y quería presumir su habilidad para robar arte de valor.

Corriendo nuevamente por las calles de las Vegas, huyendo de las personas que amo, con la diferencia de que esta vez, volvía a casa.

Tom estaba charlando con un lindo chico de ojos marrones y cabello rizado, Malcolm, supuse.

-Hey- dijo el rubio con una sonrisa tierna, digna de Tom.

-Hey- respondí mientras me acercaba y abrazaba la mochila de Boris.

Nos presentamos, desayunamos juntos y charlamos, hasta que me fui a tomar una ducha, claro, había dejado la mochila en mi cama, rogando por que nadie quisiera revisarla.

Cuando salí de la ducha, me puse un vestido de flores sencillo que llegaba más abajo de mis rodillas, mis botas de siempre y unos calcetines que sobresalían de estas, la puerta se abrió de repente, y un Boris sonriente y con una mano cubriendo su ojo apareció, cuando se descubrió el ojo, vi que estaba rojo, pronto estaría morado, era cuestión de tiempo.

𝕽𝖔𝖇𝖇𝖊𝖗𝖘 [𝕭.𝕻]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon