𝙘𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙩𝙧𝙚𝙞𝙣𝙩𝙖 𝙮 𝙘𝙞𝙣𝙘𝙤

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𝐀𝐔𝐃𝐑𝐄𝐘.

Después de haber explicado de manera corta y libre de drogas nuestra historia, Hobbie me insistió en subir con Theo, pues había alguien que de seguro me iba a agradar, lo cual me puso nerviosa y extrañamente, contenta.

Subimos las escaleras que rechinaban debajo de nuestros pasos, tomé la mano de Theo para seguirle el paso, y pasamos por un pasillo hacia una habitación en especial, Theo me miró y sonrió levemente, el chico se puso enfrente de la puerta y golpeó la puerta unas cuantas veces.

-Pippa... ¿Puedes abrir? Hay... Alguien que quiero presentarte.- Avisó el chico sonriendo mientras soltaba mi mano, lo miré con cuidado de que él no me viera, sus ojos brillaban a pesar de la poca luz que había en el lugar.

De repente, la puerta se abrió, y vi a la chica más linda que no había visto nunca.

Tenía el cabello rojo, ojos verdes, o azules, una combinación preciosa de esos colores, piel clara y llena de pecas, el cabello estaba hasta sus hombros, y que decir sobre su ropa, estaba vestida con un suéter rojo grande y unas cuantas bufandas encima, pantalón de sudadera gris y calcetines de un diseño colorido y extraño, era sin duda, una chica hermosa.

Pippa me sonrió y me sentí la chica más afortunada del mundo al ver ese gesto.

-Hola.- Me saludó con un tono dulce y amable- Soy Pippa, un gusto.- Dijo sin dejar de sonreír, y solo podía pensar en besar sus mejillas repetidas veces.

-Audrey, soy una amiga de Theo.- Dije sonriendo levemente mientras ponía mi cabello detrás de las orejas, claro, sin poder dejar de ver a la linda pelirroja que estaba enfrente.

-¿De donde se conocen?- Preguntó mientras veía a Theo.- Nunca me habías contado de ella.- Terminó por decir y alcé una ceja como respuesta, el rubio únicamente se puso nervioso.

-Nos conocimos en las Vegas.- Respondió y asentí.

Al poco tiempo, Pippa y yo nos quedamos solas, ya que Theo fue a ayudar a Hobbie, y en tan poco tiempo, Pippa y yo estábamos riendo en su cama, la reacción de Theo fue más que suficiente para tener un tema para hablar, y poco a poco, terminamos hablando de cosas sin sentido, o bueno, tenían sentido, como nuestros gustos, pasatiempos, y nuestras experiencias en lugares como Texas y las Vegas.

Ambas estábamos acostadas, con las cabezas juntas y viendo al techo, cuando decidió sacar un tema que no se me hacía muy fácil de tratar.

-¿Algún chico en tu vida?- Preguntó con un tono coqueto, indicando que quería molestarme, suspiré y asentí con la cabeza.- ¿Como se llama?- Su curiosidad era tierna pero me ponía incomoda, ya que pronunciar su nombre me causaba ardor en la  garganta, pero no iba a dejarla con la intriga.

-Boris.- Respondí y sin querer, suspiré con cierto tono enamoradizo, o quizá era uno cansado y nostálgico, sabía que aún estaba enamorada del chico de ojos color marrón, pero, ese mismo amor me agotaba, incluso esas cinco letras eran un martirio de dejar salir de mis labios. 

-Uhhh...- Cantó la pelirroja al escuchar mi respuesta, lo cual me hizo reír apenas la escuché- ¿Y... Donde está?- preguntó y me puse algo incomoda.

Pero, queriendo hablar aquello con alguien, me deje llevar y le conté todo, como nos conocimos, nuestro primer beso, todas esas noches en las que terminamos ebrios, excluí a Theo del tema, ya que no quisiera que Pippa se hiciera una mala idea sobre el, incluso le conté sobre las noches más intimas entre ambos, ella solo me escuchaba y asentía, lo cual le agradecí.

Al terminar, tomó mi mano y suspiró.- Bueno, los chicos suelen ser tontos- Concluyó, a lo cual comencé a reír de nuevo.

-Si, lo son.- Concluí, y de nuevo, ambas comenzamos a reír.

Cuando tuve que irme, le prometí a ambos volver de nuevo, lo cual hizo que ambos chicos sonrieran, mi abuela y yo fuimos juntas al metro, en donde disfruté de ver a las personas tener sus propias vidas, y de los artistas callejeros que deleitaban con su arte en cada rincón.

Dentro del metro, un chico le cedió el asiento a mi abuela, era un chico atractivo, sin duda, tenía ojos miel y una sonrisa adorable, pero en ese momento solo quería ver otra sonrisa en ese momento, el viaje fue algo agradable, aunque nos dirigimos varías miradas y sonrisas, nunca nos hablamos, así hasta que se bajó primero, me sonrió por última vez y se fue, suspiré contenta por aquel pequeño trayecto, y me senté con la abuela, unas dos estaciones más tarde, llegamos a nuestro nuevo destino.

-¿Has pensado en alguna escuela?- Preguntó Nana mientras caminaba tranquilamente a mi lado, yo la miré y alcé los hombros.

-No, de hecho, quizá y haga un curso, o estudie por Internet, no me interesa demasiado.- Confesé tranquilamente, ella negó.

-No, no, vas a ir a una escuela y punto.- Ordenó e hice una mueca.- De hecho, pronto van a iniciar nuevo semestre, así que no pienso dejar que pierdas tiempo.-  Me aseguró y no me quejé, quizá y no era mala idea.

-Mientras no sea una escuela solo para chicas, no tendré problema.- Dije alzando los hombros, intentando no chocar con una familia que se interpuso en el camino.

-Oh no, para nada, es una escuela mixta, por eso no te preocupes.- Respondió y me sentí tranquila.- Iremos por tu uniforme únicamente, luego de eso, ¡iremos por unos ricos pastelillos!- me aseguró y sonreí.

Aunque no fue mucho tiempo el que le dedicamos a mi uniforme, se sintió eterno, aunque no era un uniforme feo, prefiero no usar uniforme y quedarme en pijama todo el día, ya afuera del lugar, pedimos un taxi para para ir más rápido hacia nuestro destino.

Ya ahí, tomamos un asiento, pedimos pastelillos de chocolate, de arándanos y de calabaza, junto a un te de limón y un café con leche, realmente estar con mi abuela, escuchando todo lo que me tenía que decir acerca de sus juegos de porcelana y de como cuidar correctamente una planta, era algo que no quería dejar de hacer nunca, se veía contenta hablando de lo que le gustaba hacer o de las cosas que tenía, era entretenido escuchar todo lo que tenía para decir.

Después de aquella merienda, volvimos al apartamento, eran las 7 y apenas estaba atardeciendo, Tom y Malcolm ya debían estar en casa, lo que significaba que la cena probablemente estaba lista.

Y así era, la abuela se quedo a cenar y hablamos sobre mi nueva escuela, los chicos estaban contentos por escuchar aquello, y quedaron encantados con el uniforme, para cuando la abuela volvió a casa (el que parece su chófer, y el que entiendo, se llama Toby, la recogió), nos quedamos en la sala escuchando la guitarra de Malcolm, Tom recostó sus piernas sobre las de el, y yo me senté sobre Tom, quien leía un libro sobre mi cabeza. Me sentí en paz mientras escuchaba la grave pero dulce voz de Malcolm, y cada tanto, Tom acariciaba mi cabeza, se sentía irreal, ¿sabes?  Cuando pequeña pensaba que no merecía ser feliz, y ahora lo soy, o bueno, soy mucho más feliz que nunca, nunca había sentido esa plenitud, de tener una familia que realmente te ama, y un amigo con quien contar.

Pero había algo en mi que me decía que no merecía tanta felicidad, algo que no quería mencionarle a nadie, era algo mío, algo tonto, quizá.

De tanto pensar sobre que no merezco ser feliz, terminé llorando entre las sabanas, recordando los tiempos en los que Boris me arrullaba con su voz y su aliento tibio, cosas que comencé a pensar, no tenían para él, el mismo valor que tenían para mi.


𝕽𝖔𝖇𝖇𝖊𝖗𝖘 [𝕭.𝕻]Where stories live. Discover now