𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙩𝙧𝙚𝙞𝙣𝙩𝙖 𝙮 𝙙𝙤𝙨

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𝐀𝐔𝐃𝐑𝐄𝐘.

-Vamos nena, deja de estar mal, no vale la pena, ¿de acuerdo?- Preguntó Malcolm mientras intentaba animarme, estábamos en mi habitación, él tocaba su guitarra mientras yo miraba el techo, ya habían pasado dos días desde que Boris me dejó en aquel hotel barato, y no había dejado de llorar y de culparme, sabía que iba a mejorar después de llorar tanto, así que no me preocupe, ni las cajas llenas de mis cosas, ni la habitación medio vacía, ni el apartamento lleno de cartón me preocupaban tanto como Boris lo hacía.

-Estaré mejor, lo sé, solo... Deja que salga toda esta porquería.- Le pedí mientras suspiraba y me levantaba de mi cama, me acerqué a una de mis maletas y saqué un poco de ropa, mañana en la mañana nos iremos, Tom quiere que vea el amanecer desde el avión, incluso me dejo su cámara para inmortalizar el momento- Me daré una ducha.- Le avise a Malcolm, quien se levantó y me besó la frente, dedicando una sonrisa suave.

La ducha y el agua tibia fueron suficientes para que pudiera relajarme, y la inspiración llegó a mi mente en un momento, al salir, me cubrí en una toalla, entré a mi habitación y busqué entre mis cosas una hoja y un lapicero, me iría despidiéndome de Boris, aunque sabía que no iba a ver la carta, no perdí esperanzas en hacerlo.

Querido Boris.

Aunque dudo de que veas esta carta, tengo la esperanza en que algún día lo hagas.

Espero no me olvides, yo no pienso hacerlo en un buen tiempo, han pasado solo dos días en los que no estamos juntos, y no puedo dejar de pensar en ti.

Recuerdo cuando me dijiste que esperabas que yo tuviera un futuro brillante, ¿sabes? mi futuro brillaba cuando te imaginaba ahí, quiero crecer contigo, que te quedes conmigo, haciendo más promesas que vas a romper, y que yo aceptaré sin problemas porque te quiero demasiado.

¿Vas a seguir pensando en mi? Espero que así se sea, me encantaría que nos fuéramos lejos, mucho más lejos de lo que llegamos, pero ya me di cuenta de que no será así.

Me estoy comiendo la mente intentando imaginar que es lo que sientes realmente por mi, y no sabes cuanto deseo conocer que ocurre en tu mente, pero te has ido, y nuestro posible futuro juntos se fue contigo, me duele, ¿sabes? Todas esas noches en las que termine golpeada, todas esas veces que me hiciste llorar, no duelen en comparación de aquella despedida, un último beso, que me hubieras explicado las razones de frente, lo que sea, pero que te pudiese ver una última vez...

Gracias por todo lo que pudimos vivir, este caos que vivimos juntos fue mi historia de amor favorita, solo espero que el tiempo y el destino nos reúna de nuevo, espero realmente que seas mi único amor, no sabes cuando espero aquello, incluso si no lo fueras, intentaría hasta lo imposible para que así sea.

Te prometo amarte más de lo que me puedo amar a mi misma, con amor, Audrey Rogers.

Doble la hoja unas cuantas veces y la dejé en mi cama, me comencé a vestir, una camisa de tirantes roja, un jean algo gastado y mis vans, tomé de nuevo la carta, me arreglé un poco y salí de casa, dejaría la carta en la casa de Boris, le diría adiós a Xandra y finalmente, me sentiría lista para abandonar Las Vegas.

Cuando piensas sobre tu vida, el camino se vuelve corto y tus pies van solos, mientras tu mente está volando entre tus viejos demonios, y dejando estrellas que decoran tus momentos más preciados, cuando me di cuenta, estaba a unos cuantos metros de la casa de Boris.

Ya en la puerta, me sentí demasiado nerviosa de golpear, ¿y si su padre estaba en casa? no, ni loca iba a entrar, así que fui por la puerta de la cocina, recordando el día en que nos besamos por primera vez, su rostro ensangrentado y sus dulces labios presionando los míos, bonitos recuerdos que no viviremos nunca más.

Sentí movimiento dentro de la casa, ruidos de botellas y risas, ¿el padre de Boris tendrá visitas? Miré con cuidado de no ser vista, aprovechando que la sala se alcanzaba a ver desde la puerta de cristal, eran chicos jóvenes los que llenaban el lugar, unos fumando, otros bebiendo, otros comiendo y riendo, y ahí estaba, con su suéter rojo y sus clásicas botas, me alegré de ver que estaba bien, el sonreía, se veía feliz, con esa chica, la misma chica de la otra vez a su lado, golpe bajo.

Imagina que el chico del que estas enamorada te deja abandonada a kilómetros de tu hogar, para no dejar rastro ni señal de que esta vivo, y cuando finalmente te das cuenta de que sigue vivo, está riendo con una chica a su lado, duele, y muchísimo.

El golpe contundente fue el beso que ambos compartieron, se veían tan enamorados del otro que me dieron arcadas.

Sin más, tomé una de las piedras que decoraban el jardín, la levanté y la tiré contra la puerta de vidrio, rompiendo está y llamando la atención de los chicos, deje la nota tirada entre vidrios rotos, y me fui corriendo del lugar.

Lo más triste de todo aquello, es el hecho de que no podía dejar de querer a Boris, quería volver, pedir perdón y besarlo como si no hubiera mañana, pero eso dejo en claro lo que ya había entendido.

Todo se acabó.

Fui a la casa de Xandra, a quien encontré probándose un vestido largo color vino, se veía fantástica, charlamos un poco, le expliqué lo sucedido con Boris, y ella me dio las últimas noticias de Theo, estaba bien, Popchyk igual, lo cual me alivió.

Todo el dolor y la rabia se fueron al hablar con la mujer rubia, me sentí mejor sabiendo que tenía una amiga, para terminar todo, tomamos una foto con una instantánea que tiempo atrás, Larry había comprado para ella, una foto para ella, y una foto para mi, en la parte de atrás, con una hermosa caligrafía digna de una estrella de Hollywood, decía.

"Sigue brillando aunque seas la única estrella en el cielo" Te voy a extrañar, Xandra.

Un abrazo, un beso en la frente, y unas ultimas sonrisas, y deje otra parte de mi vida en la ciudad del pecado.

Sin nadie que me siguiera, y cuestionándome que habrá pensando Boris al respecto, volví a casa, Tom y Malcolm estaban riendo en la cocina, al verme, me recibieron con un abrazo, el cual me hizo reír como no reía en años.

La última noche en las Vegas constó de una cena hecha por los tres, hamburguesas y papitas, viendo una película de comedia, y durmiendo juntos en el sofá, aunque este lugar me había enseñado a perder la poca inocencia que alguna vez tuve, me dejo grandes cosas.

Un amigo que anhelaba poder ver pronto.

Una mujer grandiosa que me quería y nunca me hizo menos.

Una familia no muy convencional, un padre y un futuro padre que me amaban como pensé no podía ser amada.

Noches llenas de arena y estrellas, humo espeso y dolores de cabeza, combinados con risas, pastillas, sangre y poesía, noches con las dos personas que más habían marcado mi llegada a este extraño lugar.

Un amor de verano, lleno de problemas y dificultades que nos recordaban que luchar valía la pena, besos embriagados y el suave contacto de la piel, aquel deseo tan tonto de no querer dejarlo nunca, y el dolor de seguir queriendo ser la única que el pudiese adorar.

Pero, supongo que la maravilla más maravillosa que este lugar me dejo por tiempo ilimitado, es el pequeño Jilguero que sigue escondido debajo de la cama.

Y a pesar de que a Boris le rogué mil veces que se quedará, ninguno de los dos lo hizo.

Fin.

𝕽𝖔𝖇𝖇𝖊𝖗𝖘 [𝕭.𝕻]Место, где живут истории. Откройте их для себя