𝙚𝙥𝙞𝙡𝙤𝙜𝙤

1.1K 105 51
                                    


Los meses se fueron con la brisa, los días nunca habían sido tan cortos en lo que llevo de vida, ¿Saben? Pensar que hace un tiempo era simplemente una chica sin una familia, sin un hogar, sin amigos, sin  nada que amar, solo yo contra el mundo, corriendo hacia donde el viento me indicará... Que de eso, haya pasado a ser quien soy ahora, suena a una locura, ahora tengo una familia, un hogar, amigos, y a alguien a quien amar, ¿Quién lo diría? Simplemente no se siente real.

Caminar hacia al al altar fue como caminar entre nubes, las pequeñas flores blancas que decoraban mi camino lo hacían sentir un sueño, acompañada de Tom y Malcolm, cada uno por un lado, ya que no se decidieron y finalmente optaron por acompañarme cada uno tomando un brazo.
 La gente mirando, la sonrisa de Pippa, las lagrimas de la señora Barbour y el orgullo en los ojos de Theo se sentían irreales, como si en cualquier momento fuera a despertar y a darme cuenta que aún estaba en la casa de mis antiguos padres adoptivos, después de haber destrozado su habitación de hotel y su economía, no volví a saber de ellos, pero tampoco deseaba hacerlo.

 Cuando lo vi, con su traje negro, su corbata y camisa del mismo color,  esa sonrisa característica y esos ojos brillando en ilusión, volví a ver el mismo chico de quince del que me enamoré, quien más me causo dolor, y quien más me ha amado, la vida es irónica, quienes más nos aman es quien más daño nos pueden hacer, y estamos decididos a aceptar aquel dolor por ese simple hecho, es gracioso y triste al mismo tiempo, o eso creo yo.

Su mano temblaba, la mía sudaba y los dos estábamos nerviosos, esto era un paso nuevo, un paso que definitivamente nunca pasó por nuestras mentes, pero que queríamos vivir y  que deseamos, no acabara nunca. Fue duro llegar aquí, buscamos refugio en otros brazos, en otras personas, en otros lugares, pero como una vez dije, Boris era mi hogar, y no hay nada como el hogar, nadie me dio ese calor, nadie me hizo sentir aquellas cosquillas cuando me besaba, mucho menos, cuando otras manos pasaron sobre mi, nadie, en todo el mundo, pudo lograr su característica explosión de emociones dentro de mi, era un poder que únicamente Boris poseía.

El beso, ¡que beso! Fue un beso diferente, no fue el primero, no será el último, no fue el más apasionado pero tampoco el más inocente, fue nuestro primer beso como -Ahora- marido y mujer, un beso que me supo a albaricoque con nicotina, un sabor extraño pero dulce y memorable, los aplausos eran lejanos a nosotros, quienes éramos un mundo aparte a pesar de ser el centro del evento, para mi éramos Boris y yo en la boda de alguien, bueno, nuestra boda, pero decidimos pensar que el mundo era nuestro, así que nuestra boda solo se sentía una boda para los invitados, la única diferencia es que estábamos bien vestidos y ahora, el compromiso había sido más que eso, llevando anillos a juego, yo era de Boris y el era mío, aunque siempre fuimos uno del otro sin anillo alguno involucrado.

La recepción fue en el mismo lugar en donde fue la fiesta previa al compromiso no completado de Theo, no fue un problema conseguirlo, gracias a la señora Barbour y sus contactos.

Fue una noche divertida, las dos mil fotos que Malcolm y yo tomamos juntos  (¿para que contratar un fotógrafo cuando la novia vive de tomar fotografías?).
Los mil bailes que Tom y yo bailamos juntos, a pesar de que Boris pedía un baile una y otra vez, no quise bailar con el  hasta que la canción indicada sonase, así que, Theo, Hobbie, Malcolm, Tom, incluso el mayor de los Barbour quiso bailar conmigo, no recordaba su nombre, solo que empezaba con B, pero no importó, al parecer.

Cuando la canción se anunció con esa suave guitarra, rápidamente voltee hacia Boris, quien ya me esperaba en el centro de la pista, no sé como lo supo, pero era esta la canción que me llenaba de ilusión, me acerqué, me tomó de la cintura, puse mis manos en su cuello y nos movimos suavemente al ritmo de la canción, aunque no era una canción con un ritmo que se pudiese bailar, fingimos que era un suave vals, nos movíamos como hojas cayendo de un árbol en otoño, mientras todos nos veían y se convertían en sombras, de nuevo, nada que no fuera Boris entraba en mi campo de visión, no recordaba cuantas veces habríamos bailado antes de esta, ya que sentía que esto había sucedido antes. Cuando una parte con un ritmo diferente apareció, fuimos más lento mientras que sentía que se acercaba a mi oído. Ahora que lo notaba, está canción poco a poco contaba nuestra historia, así lo quise interpretar yo, incluso si me equivocaba, sentía que habían partes en la letra que eran escritas únicamente para nosotros.

Tanto sufrimiento, tantas lagrimas, tanto dolor... Todo había valido la pena, todas esas veces que ambos sufrimos, todas esas veces en las que las cosas fueron un desastre, todo simplemente nos llevó a amarnos de manera incondicional, sin limite, sin reglas, nos amábamos con tanto deseo y con tantas fuerzas que comencé a preguntarme que tan posible era todo aquello.

-¿Puedo pedirte algo, cariño?- Susurró mientras acariciaba mi cintura, asentí y lo miré, el no me miró a mi en cuanto lo hice.

-¿Que pasa?- Pregunté, ¿Qué puedes pedir en medio de tu primer baile con tu ahora esposo?

-¿Puedes quedarte a mi lado hasta mi último aliento?- Pidió en un susurro, mientras su frente reposaba sobre la mía, el baile se detuvo por primera vez,  aunque la canción ya era otra y todos bailaban ignorando nuestra existencia.

-Pensaba hacerlo incluso sin que lo pidieras.- Respondí riendo mientras cerraba los ojos, al momento de decir esto, sus labios tocaron mi frente en un suave beso, luego mis mejillas y por último mis labios.

-Gracias.- Ahí finalizó nuestra conversación, seguimos bailando y siendo unos anfitriones maravillosos hasta que nos aburrimos y decidimos irnos sin avisar, corriendo por las calles con un vestido de novia y descalza, ya que los tacones me estaban matando, y me negué a la oferta de Boris (ponerme sus zapatos, que me quedaban grandes) Esa fue la mejor manera de terminar nuestra noche de bodas. Al llegar a casa, nos quitamos la ropa, no toda, claro, no teníamos ganas de nada que no fuera dormir, o al menos así era por mi parte.

Recostados en la cama, mirándonos entre si mientras el estaba sobre mi, sin decir nada, dejando que el sonido de las calles de Nueva York fuera lo único que se pudiese escuchar en el apartamento, me di cuenta de algo, era afortunada al poder amarlo, y el era afortunado al poder amarme, finalmente, ambos éramos las personas más afortunadas en el mundo.

Podíamos amar, y ser amados de la misma manera.

-¿Crees que todo esto termine algún día?- Pregunté mientras mis manos pasaban a sus costillas y acariciaban la piel desnuda que las cubría, él negó.

-Si se acaba, buscaré la manera de empezar de nuevo.- Aclaró y se recostó en mi.- Ya lo he hecho, no me molestaría hacerlo una vez más.- Aclaró dejando su peso sobre mi cuerpo, y obligándome a tomar aire y volver a respirar.

-¿Lo prometes?- Pregunté temerosa mientras acariciaba su cabello.

-Lo prometo.- Susurró antes de verme, y dejar un beso sobre mi frente.

La noche siguió avanzando y cuando menos me di cuenta ya era medianoche, la ciudad estaba más callada y la luna dejaba la luz esparcida en nuestra habitación, cayendo sobre el rostro de Boris, quien estaba plácidamente dormido, dándole de nuevo la palidez fantasmal que lo caracterizaba desde siempre.

Una niña perdida, sola, sin inocencia a la que aferrarse, sin nada que perder y nada que cuidar, había conocido a un niño sin hogar, a pesar de tener una casa y un padre, un niño que vivía de sus cigarrillos y de manzanas robadas, dos niños que decidieron amarse el uno al otro, cometiendo errores, perdiendo los estribos y tocando al mundo con manos pequeñas, ¿Quién lo diría? El amor finalmente les había dado todo lo que habían perdido y todo lo que necesitaban, sin pedirlo, sin buscarlo, solamente apareció en ellos, en cada detalle, en cada peca, cada cicatriz, cada lagrima, y cada gota de sangre.

Todo aquello, para finalmente ser felices sin nadie que los separase, sin miedo de perderse el uno al otro, sin miedo a escapar o a la soledad, únicamente, éramos felices. 

Bendito sea el misterio del amor, ¿no?












𝕽𝖔𝖇𝖇𝖊𝖗𝖘 [𝕭.𝕻]Where stories live. Discover now