Capítulo 2

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Sigue la inspiración... hasta aquí🤣🙈 . Os quería agradecer por vuestra espera y paciencia. También, por la acogida ❤❤❤

¡Gracias!

Os dejo con el capítulo.

Perdón si encontráis algún error o falta de coherencia.

 De los presentes, que estaban reunidos alrededor de una mesa llena de copas y ceniceros con cigarrillos a medio fumar, a uno se le cambió la cara cuando uno de los empleados del club le hizo llegar una nota en la que le decía:

Señor, su esposa se ha instalado en su casa.

Sus amigos no se fijaron en la expresión seria que dominaba en la cara del caballero, ni en la línea tensa de sus labios. La noticia fue un jarro de agua fría. ¿Por qué le había seguido y se había instalado en un piso de soltero? ¿No le dejó suficiente claro que no quería saber nada de ella? Las risas, que había de fondo, no les prestó mucha atención. Se llevó a la boca un puño, mientras pensaba cómo iba a sacarla de su vida, si ella se empeñaba en ser la modélico esposa que no había deseado.

— Vicent, ¿quieres venirte?

— Mmmm — no quería demostrarles su disgusto.

— Vamos a dar una vuelta y divertirnos con unas mujeres.

— Lo siento, amigo. Me tendréis que disculpar — se levantó y pidió alguien el abrigo y el sombrero —. En otra ocasión.

— Dejadlo, desde que se casó, se ha convertido en un hombre aburrido — añadió un caballero.

El comentario provocó que sonriera de forma burlona.

— Sí, claro. Estoy casado.¡Qué falta de memoria! Nos vemos pronto — ignoró los lamentos y las pullas que  le soltaron.

Salió de allí del inmueble con un humor de perros. Gracias a la artimaña de su linda esposa, le había cortado las alas de la libertad. Sino,  no hubiera roto el compromiso anteriormente con su hermana, que a diferencia de la otra, era más mansa y sumisa. Sasha era un gato felino que no le importaba sacar las uñas. A él precisamente no le gustaban los gatos.

Si su esposa pensaba que con quedarse en el piso, él iba a olvidarse de todas sus faltas, estaba equivocada. No era un imbécil. Por culpa de ella, vivía una "vida" que le había sido impostada por sus padres.

— Milord, buenas noches.

— Buenas noches, Watson — le entregó el abrigo y el sombrero —. ¿Dónde está?

Su voz no era amable. Pero no tenía intención de mostrar un papel que no le interesaba interpretar.

— En sus aposentos, a lado del suyo.

— Vaya, no ha tardado en nada en ocuparlo — apretó las manos, cada vez más irritado de la intromisión de la mujer —. Voy a hablar con ella.

— Milord — enarcó una de sus cejas cuando él le detuvo —. Trata de ser menos brusco, la pobre está agotada y no ha cenado mucho, por lo que ha dicho la señora Cliff.

— Está bien — forzó una sonrisa —. Lo tendré en cuenta.

Subió los escalones a zancadas. No iba a ser brusco, ja. Su esposa se le daba bien mentir y fingir. Quizás estaba fingiendo para que le tuvieran lástima y compasión. Esperó encontrarla en el dormitorio y no la vio. Extrañado, se preguntó dónde estaría. Fue buscándola en las demás habitaciones hasta ir en su despacho. Era el último lugar que no se esperaría en hallarla. Estaba ahí. Durmiendo en una postura muy incómoda en una silla que estaba delante del escritorio. Verla le provocó mil sentimientos. No podía negarse que era una mujer hermosa. Pero igual de hermosa, era una víbora. Sin poderse controlar, dio un buen golpe en el escritorio, despertándola de una forma abrupta.

— ¿Qué...? Ah, eres tú — se sentó y se puso mejor la bata de raso.

A él no le pasó desapercibido la piel que había visto desnuda antes que ella tuviera el gesto de taparse. Tampoco, no se olvidaba de aquella vez. Se llevó una mano a la cara y luego al cuello. Esa mujer le provocaba en lo indecible, aun así, su cuerpo reaccionaba como un estudiante novato. ¡Maldición!

— Quiero que te largues, ya — le dijo duramente.

— ¿Es esta la bienvenida que me das?

— Te dejé bien claro que no que quería volverte a ver — acercándose peligrosamente y deteniéndose a unos pasos de donde estaba ella.

Si creía que no se iba a callar, iba a ir bien errado porque no se calló. Como un gato, se erizó y lo miró a punto de saltarle a su cuello.

— ¡Sí, muy bien me lo dejaste! — se levantó de un salto y le apuntó con el dedo —. Con una nota. Fuiste muy cobarde.

Apretó la mandíbula y la miró con evidente odio, que ella no se amedrantó.

— Vete y no me hagas volvértelo a repetir.

— No me iré. Soy tu esposa y lo seré hasta que Dios lo quiera.

— Será — le corrigió —, hasta que nos divorciemos.

Consiguió que Sasha perdiera el color del rostro.

— Nunca conseguirás mi firma — pasó por delante de él, furiosa... pero luego deshizo sus pasos y lo miró con suficiencia —. Se te ha olvidado un detalle, pero muy importante detalle a tener en cuenta, que puede complicar tus deseos, querido.

— ¿Más? No creo que puedas destrozarme más mi vida de lo que ya has hecho.

Sasha le dolió oír de sus labios la misma acusación, una y otra vez, que él le dedicaba desde que los encontraron juntos en la cama. De eso hacía unas tres semanas. Lo supo encajar y le sonrió.

— Querido — se acercó y él receló de su cercanía, se detuvo situándose enfrente de él —. Puede que seas papá, buenas noches.

Ahora le tocó el turno de él, de ponerse pálido.

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now