Capítulo 5

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He corregido algunas palabras del anterior capítulo. Si veis algo, me decís. Lo he escrito sobre la marcha. Hasta la próxima!!!😘😘😘😘

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Lady Wade cuando se despidió de su amiga, regresó a la casa. Notaba el cuerpo más cansado conforme pasaba el embarazo. Además, las mañanas con náuseas, las noches sin dormir, la dejaban molida y, en el estado emocional, mal. Ahora tenía que lidiar con un marido que le estaba siendo infiel.

¿Tanto castigo se merecía por querer cumplir un sueño?

Si lo hubiera sabido... Detuvo ese pensamiento antes de que se materializara. Lo había hecho, y no podía deshacerlo. Tendría que apechugar con las consecuencias. Vicent nunca se había enamorado de ella, ni se enamorará. A la vista está de lo que estaba haciendo. Lo tenía que aceptar, aunque, como sal salpicando en la herida, le escocía y dolía. Por otra parte, creyó que Vicent no la traicionaría de esa forma, a pesar de su odio hacia ella.

¡Qué ingenua!

Lo había idealizado tanto. Lo había idealizado como un príncipe. Se merecía darse de bruces por su estupidez e idealización. Todos los hombres eran cortados por la misma tijeras. ¿Qué iba a ser él? ¿Un angelito?

Estaba claro que un angelito no lo era.

El mayordomo le abrió la puerta cuando tocó.

- ¿Cómo va? ¿Alguna noticia que me merezca saber? - preguntó con acritud mientras la ayudaba a quitarse el abrigo, los guantes y dejarle el bolso.

- No, milady. Bueno sí - notó en el hombre cierta indecisión -. Su esposo está en la casa.

- Vaya, por fin se digna en aparecer. No le diga nada, no vaya a ser que lo espante.

Watson precisamente no dijo palabra cuando la señora empezó a subir las escaleras. Sasha se encontró con una de las criadas que salía de la alcoba de su marido y llevaba en una de sus manos un cubo de agua.

- Perdón, Eleanor - la detuvo -, ¿por casualidad se está dando un baño mi marido?

- Sí, milady. Pero no piense mal, solo estaba sacando el cubo de agua fría. Se ha enfriado y no le gusta mucho lavarse con ella.

- No lo había considerado. Déjame que lo haga - la criada abrió la boca como un pez y la cerró, sabiendo como era su estado, no podía hacer ningún esfuerzo.

En ese momento Sasha, se le olvidó todo el cansancio acumulado.

- Puedes irte y si quieres, tómate un descanso.

- Gracias, es muy amable.

Ella le sonrió y esperó que se fuera para caminar en el sentido contrario del que se había ido la sirvienta. La sonrisa desapareció y un brillo decidido navegó por el mar de sus ojos. Apretó bien el aro del cubo y fue directa hacia el dormitorio de su marido, donde estaba tan tranquilo que no se volvió hacia el ruido de la puerta que se abría. Tan tranquilo que no sabía de lo que iba a sucederle a continuación. Sasha se acercó y se detuvo cerca de la bañera. No admiró el escultural cuerpo de Vicent. No lo hizo. Alzó el cubo de agua helada y se lo echó encima, provocando que el hombre pegara un brinco y gritara con gruñidos.

- ¡Estás loca!

Bañado con agua fría, se puso de pie y le envío una mirada asesina a la única culpable.

- Para que se te baje la calentura, querido - alzó la barbilla y se cruzó de brazos, sin amedrantarse ante su mirada furiosa.

- Lo que me voy a morir será de un constipado, por tu culpa - le señaló con el dedo índice y buscó rápidamente una toalla, saliendo de la bañera.

Sasha no mostró ningún gramo de arrepentimiento. Es más, lo miró con resentimiento. A pesar de que su cuerpo estaba desnudo como Dios lo trajo al mundo, y temblaba con solo verlo, se hizo la fuerte y no se movió.

- Nadie se murió por un cubo de agua helada.

Se giró y fue hacia ella

- Eres...

- Dime algo que ya no sepa - el hombre apretó la mandíbula y la fulminó con la mirada -. Yo sí te diré. Eres el peor marido que podía haber deseado.

Iba a salir, abriendo la puerta pero este se la cerró delante de sus narices, impidiendo su salida. Ofuscada, se giró para enfrentarlo cuando lo escuchó decir:

- ¿De quién tiene la culpa?

¡Estaba harta!

- De los dos. De mí y de ti, porque... Oh, porque tú también colaboraste en la función.

Él no dijo nada, porque sabía que había dado en la diana.

- No te enfades porque tu esposa solo quiso que tuvieras un baño frío para bajarte la temperatura.

Sus últimas palabras llamaron su atención. Entrecerró los ojos. Inconsciente o no, se acercó más a ella.

- ¿No estarás celosa?

No debió hacer esa pregunta porque los ojos de Sasha se encendieron. A él, también.

- No estoy celosa. Solo contén las ganas. No es por nada, es muy vulgar para mi gusto que se enteren nuestros amigos y vecinos de tus escarceos amorosos.

- Ya...

¡Qué se lo tomara con tal ligereza la enfadó aun más! Lo empujó con las manos para salir de allí y no verlo jamás de la vida. Porque la cabreaba, la hacía perder el norte, los nervios y los sentidos. Él, se burlaba sin compasión alguna. Ojalá fuera fuerte y lo mandara al quinto infierno. Pero nada más que atrapar sus muñecas, la atrajo hacia él, su corazón y todo su cuerpo palpitó y ardió.

- Suéltame, cretino.

- ¿Y ese vocabulario, querida?

- El que tú provocas con tu ordinario y sórdido comportamiento.

Inesperado, él sonrió para azuzarla más y ella cayó. Queriendo soltarse, sus cuerpos se rozaron y él la apretó más contra su cuerpo, quedándose paralizados y con la respiración entrecortada.

Solo unos golpes en la puerta les hicieron que se apartaran.

- ¿Milord, está bien? ¿Milady?

- Sí, estamos bien, Watson.

Sus miradas se prendieron como el alfiler en una tela. La tensión se palpaba. Sasha fue la primera en apartar la mirada y girar sobre sus pies para irse.

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora