Capítulo 12

8.5K 1K 26
                                    

Hasta la semana que viene!! Besitos 😘😘😘😘

Las espadas estaban alzadas, y ninguno iba a ceder. 

El roce que tuvieron en la biblioteca dejó como de lugar un silencio por parte de los protagonistas que duró bastante tiempo ya que cada uno seguía en su postura. Ni siquiera se vieron en las siguientes comidas. Se estaban evitando a propósito. No era para menos. Los dos se sentían heridos. Lady Sasha no estaba dispuesta a perdonarlo fácilmente y lord Wade, necesitaba poner en orden sus prioridades. Estaba claro que la relación con su amante fue la peor acción que podría haber hecho, y ganarse la confianza y el perdón de su esposa no iba a ser un camino de rosas. Lo supo cuando obtuvo más que indiferencia por haberlr comunicación su decisión de haberla dejado. De ahí de que se fuera frustrado, impotente y golpeado en orgullo. A pesar de ello, entendía el comportamiento de su esposa, aun así, nunca lo diría en voz alta. Así que decidió en esa noche de reconducir su vida, olvidándose de la idea del divorcio que deseó en el primer día de matrimonio.

Mientras tanto la rutina continuaba ajena a ellos.

 El embarazo de la madre primeriza seguía en su curso sin que tuviera aún conocimiento de él, el propio padre, tampoco le urgía en contárselo, aunque su figura estaba cambiando. Respiró hondo cuando la doncella le ayudó a poner la falda del conjunto. Obvió, otra vez, el corsé.

— Se le va a estropear la cintura.

— No puedo con esa endemoniada cosa de tortura — tampoco podía con su marido, aunque este le enervara más la sangre en otro sentido —. Sé que tendría que ponérmela porque voy a salir a la calle. Con una chaquetilla disimulará la ausencia de la prenda.

Había quedado con Emma para ir de tiendas y así salir del ambiente tenso que había en la casa. 

— Como usted quiera.

— Gracias — suspiró y se pasó la mano por el estómago que se redondeaba más y crecía —. ¿Mi esposo?

— Ha salido esta mañana.

¿Habría vuelto a ver a su amante?, se preguntó sintiendo un latigazo en el corazón. Le había dicho que había terminado con su relación, ¿tenía que creerle? No estaba segura en confiar en su palabra, pero deseaba con desesperación que de verdad le fuera fiel. Lo necesitaba. Estaba empezando a cansarse en luchar, en creer en él, en creer si es posible ser un matrimonio de verdad.

 ¿Se había equivocado en elegirlo?

Su razón le dijo que sí, su orgullo le gritaba que había sido una tonta, y su corazón ansiaba perdonarlo.

— Si regresa, dile que he salido, también. 

No le diría a dónde, como él hacía cada  vez que salía del hogar. Se hubiera ahorrado más de una preocupación, si se lo hubiera dicho porque su esposo fue realmente a ver a su padre después de que este le tirara de la oreja. Estaba más decidido en cambiar las tornas de su vida y dejar los vicios. Lord Wade, padre, podía ayudarlo. 

¿Estaría loco del remate para pedirle ayuda cuando siempre había renegado de las presiones que ejercía sobre él, y de meterse en cada decisión que ya había tomado?

 Un poco, sí, pensó con un suspiro resignado.

***

Miraron vestidos y más vestidos sin que ninguno de ellos le llamara la atención. Sin poderlo creer, los colores chillones de las telas le hacían más daño a los ojos que otra cosa. Con un último vistazo, se alejó de los expositores y buscó a su amiga.

— ¿No te ha gustado alguno? — le preguntó cuando vio su cara de aburrimiento.

— No — torció los labios en un mohín —. Lo encuentro todo banal, insípido. Aunque sean obras de arte, no me piden que me lleve uno de ellos a casa. Creo que he perdido el gusto por la moda.

— ¿No tendrás la cabeza en otra parte?

Su respuesta silenciosa, se lo confirmó.

— ¿Qué ha pasado ahora con Vicent?

—¿Por qué te hace sospechar de que es él, la razón principal de mi falta de entusiasmo por la ropa? — su mano cogió un par de guantes que había en una cesta de mimbre expuestos para que las clientas vieran y los tocaran.

— Porque suspiras más que nunca y te veo más distraída.

Dejó los guantes y miró a su amiga.

— No suspiro por él, o no tanto como afirmas.

— Será como dices ser...

— Es que me dijo hace unos días — bajó la voz para que solamente su amiga la escuchara; había gente en la tienda — que había terminado la relación con su amante. ¿He de creerle?

— No se ha escuchado más otro rumor de que se han visto o ella con otro hombre.

Sasha aguantó estoicamente y fingió asentir sin mostrarse afectada. 

— Como me gustaría hacerle sufrir un poco más — sus puños se apretaron y sus ojos brillaron —. Aún me siento resquemada por sus afrentas. Merece morder un poco más el polvo.

— Lady Wade — la voz de la dependiente se alzó por encima de ellas —, perdóname. Un amable caballero me ha pedido que le dé este obsequio de nuestra tienda.

Buscó con la mirada para ver dicho caballero, pero había desaparecido. Lo cogió intrigada y su amiga, negó con la cabeza. No estaba bien que lo cogiera. 

 Era una caja cuadrada, fina y pequeña. No pesaba nada. Finalmente lo aceptó, sabiendo que se ganaría más de una habladuría porque las damas que estaban allí, estaban presentes del momento.

 Abrió la tapa y se topó con un precioso pañuelo, y una nota, que tuvo el cuidado de no leerla en voz alta.

Lamento de que nuestra cita no pudiera haberse llevado a cabo. Aun así, quiero mostrarle mi afecto  hacia usted.  Espero que acepte este regalo y podamos concretar en un futuro cercano una próxima cita para vernos.

Suyo, lord Porte.

Una sonrisa se dibujó en sus labios. Había dado con la clave para hacerle sufrir más a su maravilloso esposo.

— Me das miedo, Sasha.

Le entregó la nota a su amiga, que abrió  los ojos como platos. 

— Dile a lord Porte que agradezco el detalle — lo dijo siendo consciente de que la estaban oyendo  —. Nunca he recibido ninguno igual. Es precioso.

Vicent iba a morder el polvo, como se llamaba Sasha e iba a arrepentirse hasta el último segundo de haberla ofendido con sus menosprecios. 

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now