Capítulo 23

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¡Nuevo capítulo!

Pronto ... habrá chispas



Sasha, nada más salir de la biblioteca, se preguntó si se había vuelto loca o no, en decirle su proposición de mantener un trato cordial, de estar separados.

Separados, repitió la palabra en su mente, masticándola lentamente sin mucho apetito.

Lo había dicho a bocajarro, sin asimilar lo que estaba ocurriendo a su alrededor. ¿O sí lo hacía? Aunque claro no habría un punto de diferencia de estarlo, ya que seguían así. Solo el bebé que estaba creciendo los unía. Si no fuera por él, estarían totalmente distanciados.

¿Qué otra razón podía decir que fuera diferente? ¿Qué la quería? ¿Qué había empezado a quererla, aunque fuera un poquito, como el sediento que pedía más que una gota de agua?

Era un sueño imposible, porque era el suyo, aunque él no lo sabía.

No, había hecho bien, se reafirmó en su decisión.

No quería que él le achacara nuevamente su infelicidad. Como tampoco, ella quería verlo infeliz. Una contradicción, ¿no?

Sasha, no sabes lo que quieres, era una verdad tan grande. Pero al menos, desoyendo al consejo de su suegra, no iba a tirar más del carro.

***

Sin embargo, los sinos de los dioses iban en contra de ella o qué otra razón podría ser. Su piel se le erizó cuando lo notó acercarse.

— ¿No hubiera sido mejor que lo hiciera la señora Mith?

La aludida levantó las manos, resignad,  y se giró hacia lo que estaba haciendo. No adivinó lo que era porque le estaba dando la espalda. Bien, parecía ser que su esposa había ganado y la había dejado que hiciera lo que quisiera en su sagrado templo.

— Está ocupada con la cena de esta noche. No quería darle más trabajo porque me ha apetecido hacer galletas.

— ¿Galletas?

— Sí, galletas — sopló un mechón que se le soltó y empezaba a hacerle cosquillas en la nariz.

Entre el mechón, el hilillo de sudor que le recorría por la espalda y el pecho, más la presencia de él, estaba que le daba un ataque. Movió el antebrazo para correr ese trozo de pelo. Casi funcionó. Casi... lo hubiera conseguido si no fuera porque él se le adelantó. Se tensó cuando lo sintió. Como la caricia de una pluma, la socorrió, atrapándolo y recogiéndoselo por detrás. No obstante, no la ayudó en absoluto para sentirse "tranquila". Sin mirarlo, podía imaginarse su estampa. Podía echar un vistazo de reojo cuando...

— Te voy a echar una mano.

Tanto la señora Mith como ella se quedaron mirándolo. Parecía ser que iba en serio porque se quitó el chaleco y empezó a arremangarse las mangas de la camisa de lino.

— Señor, ya la ayudo yo — intervino la cocinera —. No tiene por qué mancharse.

— Tiene razón — con el corazón a mil —. Además, ¿qué dirían sus amigos si lo vieran en esa guisa?

— Les diría que no se metieran en donde no les llamaran. Hazme un hueco, por favor — Sasha pidió en silencio ayuda a la señora, pero esta se rindió fácilmente, dejándola sola en la adversidad, tuvo que moverse y "complacerlo".

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now