Mini adelanto

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La inspiración sigue

Aún la adrenalina burbujeaba en sus cuerpos, volviendo a ser como dos niños y haciéndoles olvidar los rencores del pasado. Llegaron a la planta de arriba, donde estaban sus respectivos dormitorios, pero ninguno de los dos entró al suyo. Vicent la acompañó hasta detenerse en la puerta de su alcoba. Aún no quería alejarse de ella.

- Estamos hechos un desastre - la risa todavía bailoteaba en sus labios y en su mirada.

- No me digas que no ha sido divertido.

Sasha se hizo la remolona, no contestó de inmediato. Sintiéndose algo tímida, se encogió de hombros.

¿Qué había pasado en la cocina?

Era como si hubiera dos Vicents conviviendo en un mismo cuerpo. Le dejaba fuera de juego, le dejaba en una situación inesperada y ajena a ella.

¿Cómo iba a ser tan dura con él, si luego le hacía reír, vibrar? ¿Cómo iba a ser simplemente cordial con él? ¿Cómo?

Parece ser que su expresión cambió y él notó esas dudas porque dijo:

- Aún no me perdonas.

No respondió como él deseó que lo hiciera.

- No lo olvido, Vicent - era surrealista que los dos estaban hasta arriba de harina, de masa ..., y estaban tocando un tema serio para ellos -. Ojalá, lo hiciera. ¿Me hubiera perdonado si hubiera tenido un amante y este fuera a restregárselo en su cara?

- Nunca quise llegar a ese extremo.

- Pero llegaste.

El silencio se instaló entre ellos mientras los ruidos del exterior ocupaban ese vacío. Vicent, sin importarle si ganaba una bofetada o no, caminó hacia ella y le levantó el mentón con sus dedos. Sus ojos chocaron.

- Aunque no me creas, ella no me llegó a importar tanto como tú lo estás haciendo.

- ¿Por qué estoy esperando un hijo suyo? - pudiera haberse tragado la pregunta, pero era algo que aún le quemaba por dentro.

Él no hubiera estado con ella si no fuera por la criatura que estaba naciendo en su vientre. Se habría ido tiempo atrás con la amante.

- No, Sasha. No es por nuestro hijo.

- Lo dudo mucho - se apartó, desconfiada de su palabra.

Se encontró de golpe y porrazo, con la puerta en sus narices.

Sasha no se andaba por las ramas.

Alzó la mano convertida en un puño, y no golpeó la puerta, sino que la dejó descansar en la superficie mientras intentaba serenarse y no intentar derribar el trozo de madera como un neardental que tenía delante para demostrarle que de verdad sí que le importaba.

No seas bruto, Vicent, se dijo a sí mismo. Déjala descansar.

Sí, era un bruto y un desconsiderado.

Se fue con una lucha interior porque una parte de él deseó haber estado con ella.

Lo que se le escapaba, era que su esposa empezaba a tener miedo, miedo a equivocarse de nuevo.

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now