Capítulo 22

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Quizás, me odiéis por esto 

Nos leemos pronto!!!

😘😘😘😘

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Como no tenía otra cosa que hacer, le vino la idea de que un libro podía matar el aburrimiento. Además, le apetecía leer y estar sin moverse mucho. 

Podría estirar las piernas, que no lo haría daño alguno, pero decidió que leer sería la mejor de las opciones.

Si hubiera estado Emma allí, se habría entretenido hablando sobre sus queridísimos amigos. Realmente, tampoco sería muy entretenido criticar o saber de ellos. Por ejemplo, no le causaba ni un gramo de curiosidad de cómo seguía la vida de lord Porte. Si este había buscado un nuevo interés amoroso o ella había dejado de ser uno de sus intereses. 

Era como si en una mañana grisácea, protagonizada por la niebla, esta hubiera desaparecido, de forma paulatina. Se había convertido en algo poco o nada relevante . Un coqueteo sin tener mucho significado para ella. Sí, él ya no significaba nada. Ojalá sintiera, porque podría haber sido la venganza perfecta. Pero... no había contado con algún que otro factor. 

Se paró en el umbral al ver que su marido estaba dentro de la biblioteca. 

¿Por qué se pillaba siempre una sorpresa con él?

Se colocó una mano sobre el pecho para tranquilizarse. Parecía una chiquilla nerviosa cuando no era la primera vez que lo veía. Sin embargo, daba igual la forma, el día o la hora. 

Vicent  tenía ese efecto en ella.

Aunque todavía no era consciente de ello, podía decirse que no era la única, la afectada. Él se percató de su presencia antes que entrara en la estancia, alzando su rostro hacia ella, instante que se fijó que llevaba algo nuevo, unas lentes en su rostro. ¿Quién le diría que un objeto simple realzaría más su atractivo? Tuvo que "obligarse" a andar, o acordarse cómo se hacía para no caerse de bruces. Afortunadamente, lo consiguió ante su atenta mirada.

—No quería interrumpiros. Solo vine a coger... un libro.

—No me interrumpes. Puedes escoger el que quieras.

Asintió y, torpemente sin un rumbo fijo, empezó a buscar y a echar miradas furtivas sobre la figura masculina, que se había tornado seria. Había vuelto a trabajar con esos documentos que tenía encima del escritorio. Dichos papeles absorbían toda su atención. Sin ver demasiado, cogió uno que tenía más cerca y se lo llevó al pecho. No leyó el título del libro; estaba interesada en otra cosa. 

— ¿Puedo preguntaros qué hacéis?— no tenía planeado sentarse en la silla del frente, pero lo hizo.

La mirada del hombre a través de esos cristales le hizo acelerar el corazón, que ya de por sí estaba brincando.

— Estoy cuadrando unas cuantas de la última actividad que se ha hecho en la empresa de mi padre.

Pestañeó confundida.

— ¿Está trabajando para su padre?

— Así es; no es tarde para empezar — inconsciente esbozó una sonrisa que no sintió; ella se dio cuenta de ello.

— Oh — no pudo evitar añadir y apretar el lomo del libro.

Ese "oh" sonó más trágico que alegre.  A él no se le escapó ese pequeño detalle.

— ¿No la agrada que trabaje?

— No; no es eso — Sasha se mordió el labio y, luego miró el libro que había cogido sin prestar mucha atención. Había cogido uno de anatomía; mala elección. Lo dejó a su lado —. Creía que perseguiría sus sueños.

— ¿No cree que este puede hacerme feliz?

Esa no era la pregunta, y ambos lo sabían. 

— Aunque no lo crea, lo estoy haciendo. Lo que me apena es que haya dejado los que verdaderamente le harían serlo.

Una mano invisible le apretó el corazón al oírla.

—¿Y cuáles eran esos sueños?

—A diferencia de usted — le escocía aún que no lo tuteaba. Lo guardó bien adentro —, supe cuáles los eran los suyos — dijo con una triste sonrisa —. No se me olvida que quiso ser profesor o recorrer el mundo para aprender de diferentes culturas, estilos de vida, sus gentes...

Nadie le había preparado para esa revelación, esa sinceridad de su parte como tampoco esa verdad que no había visto.

—  Nunca quise que los dejara.

— Sasha...

— Entiendo que no quisiste casarte conmigo, que empezaras a odiar el hecho de haber cambiado una vida por otra que no querías... pero créeme que nunca quise que sufriera o dejara sus sueños a un lado.

Inspiró hondo y lo soltó a bocajarro, disparándole directo a su corazón:

— Cuando nazca nuestro bebé, no le molestaré más.

—¿Qué quieres decir?

—De estar separados. Un divorcio, no sería lo conveniente; me perjudicaría, y a nuestro hijo, más. No quería eso para él. Pero una separación cordial no sería tan mala solución. Es decir... vivir como lo estamos haciendo ahora. Más adelante, podamos hacerlo en distintas residencias. No quiero que cometa más errores por mi culpa.

— Esto no es su culpa. Ni lo anterior, tampoco lo fue. Fuimos los dos — ironías de la vida, estaba repitiendo lo mismo que ella dijo en su momento. 

Aun así no fue  lo suficiente para convencerla. Lo vio en su mirada. Vicent cabeceó, y no entendió aquello. Sí, lo entendía, pero no le gustaba. 

Sasha al encontrarse con su silencio, se fue. Impotente la vio irse, dejándole marcado y hundido. No se lo había esperado.

¿Quién le dijo que todo se había solucionado con las buenas palabras y el trato amable?

Se quitó las gafas, ya que notaba los ojos algo cansados.

¡Qué ella hubiera tenido esa atención hacia él!,  le producía sentimientos encontrados. 

He sido un mal marido.

¿Pero qué vale lamentarse?

Estaremos separados. Un divorcio, me perjudicaría, pero una separación cordial no sería tan mala solución para nosotros.

Esas palabras lo habían cortado, dejándole sin respiración. Herido.

 ¿Cómo? ¿No lo deseó en un principio? Ya no lo deseaba.

Lo que no le había dicho Sasha era que tenía otros sueños nuevos. ¿Cuándo los había cambiado? No lo sabía. Solo que los de ahora,  la incluían a ella. No se imaginaba vivir una vida que no fuera a su lado y poder crear una familia. 

La separación no era la solución. 

Tendría que convencerla de que merecía la pena apostar por una vida...

Juntos


Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosOù les histoires vivent. Découvrez maintenant