Capítulo 24 (mini)

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Es corto, lo sé, pero no quería dejar escapar la inspiración

Nos leemos pronto

😘😘😘😘😘





Las emociones que explotaron en su pecho, se verían reflejados, apareciendo de forma fantasmal, en el momento que era más vulnerable, sin defensa alguna. No eran visiones bonitas; eran desgarradoras acabando malamente. Nada más abrir los ojos, no recordaba ni el lugar, ni la persona que la estaba abrazando, que se había despertado y había ido hasta ella al oír sus gritos.

De su mente no se iba, no se iba la sangre.

Sollozó, sollozó, arrancando desde su interior la desazón que le había invadido durante la pesadilla.

Una sensación cálida y dura se apretó contra su cara. Pero aún estaba metida en el sueño, enajenada de su propio cuerpo.

Alguien la meció, y oyó su voz a la lejanía. Era tranquilizador. Sus dedos apretaron, agarrando fuertemente la tela de su camisa, siendo más conscientes de su presencia que su mente, que aún tardaba en procesar la realidad.

No se iba la imagen de ella. De su bebé muerto.

— Está muerto — su voz sonó rasgada, rota. 

— Shhhh. Mírame, por favor. Sasha, nuestro bebé no está muerto. Sigue latiendo. Siéntelo.

No supo porqué, pero le creyó. Le creyó antes que él cogiera su mano y la pusiera en su panza redondeada, donde alguien muy chiquito la saludó con su patadita. Sonrió de forma temblorosa.

— ¿Está bien?

— Sí, lo está — no lo vio porque estaba embargada por el alivio, pero Vicent la miró con una infinita ternura —. Has vivido un día muy intenso — le oyó decir mientras, con cuidado, la seguía meciendo.

Había ladeado su cuerpo, quedando que él estuviera sentado enfrente y ella estuviera de lado, teniendo la cabeza en su hombro. Recordó respirar, recordó sentirse viva. Mientras la calma aterrizaba a ella, como cuando la marejada del mar se apaciguaba, la oscuridad iba desapareciendo; otras sensaciones se iban apoderando de ella.

De su marido, de su calor que la rodeaba, de su aliento en su mejilla, de la piel que se dejaba entrever su bata, media abierta, de su tacto...

— Vicent — murmuró su nombre, pero no alzó la cabeza para mirarlo.

Él malinterpretó su murmullo.

— Lo siento, pero no pude evitarlo cuando te oí gritar. Me asusté demasiado — confesó, demostrándole que era humano después de todo —. ¿Quieres que me vaya?

Las respiraciones se detuvieron como el latir de los corazones, pero ella no tuvo dudas. Al menos, no las tenía en esa noche. Con él, no.

— No, no quiero que se vaya.

— Te prometo que me comportaré. No quiero que vuelvas a tener esa pesadilla. Todo irá bien — fue en ese instante que le sujetó la cara para darle un beso, intenso, en la frente, ella deseó algo más.

— Gracias — tenía que conformarse con aquello.

Vicent la ayudó a acostarse, con las mantas encima de ella y, pidiéndole permiso que le dio, se acostó a su lado, abrazándola.

— Si quieres que me vaya, me lo dices — su susurro cerca de su oído, le puso el vello en punto y algo más, que no dio nombre.

Estaba tan cansada que no lo alentó, sino que asintió y se aferró a ese brazo que rodeaba su estómago como escudo protector. Demostrándole que quería que se quedara. Pero no se durmió enseguida. Aún tenía miedo de que los monstruos regresaran a la superficie. Sin embargo, no pudo combatir con el cansancio y el agotamiento de luchar contra ello.

— Duerme, yo velaré tu sueño.

Quiso preguntarle "cómo", pero a ajena a ella, sus párpados empezaron a descender y dormirse sin enterarse. Solo podía llegar a sentir su calor, ese calor que había anhelado sentir desde que lo conoció.

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now