Capítulo 14 (mini)

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¡Hasta la próxima publicación!😘😘😘😘❤

Después de esto a lo mejor tenéis dudas de lo que ha sido o no este capítulo. Hasta el último segundo me gusta tensar la cuerda.

Besitos!!!😘😘😘😘😘

Tanto lo deseaba que hasta en sus sueños se le aparecía.

El telón de la función había caído, dejando paso a la oscuridad y a los deseos de la noche. No había que actuar, ni fingir. No había que comportarse con raciocinio, con corrección y pudor.

Daba igual que estuviera dolida, si su anhelo, su corazón eran ajenos al resquemor, al resentimiento y al rencor. Si aún la venganza estaba en alza. Daba igual, si su corazón lo quería, lo anhelaba. Tanto que la necesidad se convirtió en una sorda súplica silenciosa; en una demanda febril que pedía ser reclamada, aliviada y saciada; en desesperación que rayaba la locura y la apartaba de la realidad. Ahí estaba, como amante oscuro se rindió ante ella, y a su ruego.

Un cosquilleo serpenteó desde sus pies hasta sus piernas. Ese cosquilleo se transformó en algo más sólido, más duro... firme y seguro en el reguero que dejaba en su piel. Se derritió con ese toque que la estaba enloqueciendo, que jugaba con las sensaciones, que provocaba a propósito. Jugaba con ella hasta derretirse, hasta ser masilla para sus manos.

Fue a más y se agarró a él, a esa firmeza, a ese calor que la atravesaba y le reclamaba más. Se agarró a sus hombros fuertes, tensos como los de un animal apunto de saltar a su presa. Dicha tensión se dibujaba a través de la tela de lino. La áspera tela la enardeció, una burla que le decía que no tocaba su piel.

No supo dónde comenzaba, dónde terminaba. Lo sentía por todas partes; por sus labios, siendo devorados por los suyos, robándole el aliento; por su cuello arqueado y sensibilizado por sus dientes; por sus senos desnudos, amasados por sus manos que la rasgaban como una guitarra española. La tocaban y ardía. Se deslizaron más abajo...

Respondió a sus caricias; no quiso ser su marioneta, quería lo que fuera de ella. No supo si lo fue o no, pero en algún momento, se perdieron en ese mar bravío que los bañaba hasta que no hubiera ningún gramo de sentido común en ellos, solo el hambre, la pasión y el deseo que los arrollaron, dejándolos sin respiración y con la calma devuelta.

***

Sin tener ni idea el qué o qué ruido la había despertado, abrió los ojos a regañadientes. Había velas que no se habían consumido del todo y todavía iluminaban la estancia, con el baño de la cera derretida a su alrededor. Abrió completamente los ojos al recordar el erótico sueño que había sido asumida. Asustada o no, ladeó la cara para verlo, pero la decepción la atravesó al ver que no había nadie en su cama. Incluso no estaba desnuda, ni había señal de que él había estado allí. Su cuerpo estaba limpio de caricias, aunque empapado por una película de sudor que pegaba la tela del camisón a su piel. No había zonas enrojecidas o sensibles en ellas. Ni se sentía condolida. Solo que... pero eso podía ser producto del sueño. Cabeceó desilusionada.

Era tanta la decepción que hizo un puchero y se enfadó consigo misma porque en sus sueños hasta él aparecía y se burlaba de ella. Tanto que se iba a salir de la cama con el objetivo de molestarlo, aunque estuviera dormido y tenía que respetar la hora de su sueño. Él no había respetado el suyo. Lo había invadido como un intruso.

Sí, un intruso, que le has suplicado.

Con el rostro encendido, pero no avergonzada o arrepentida, se intentó levantar de la cama si no fuera porque algo impedía su salida. Frunció el ceño, movió el brazo.

¡¿Qué?!

Extrañada, se percató de que algo la tenía atada al poste de cama y estaba en su muñeca. No podía ser. El muy canalla se había atrevido a atarla. Iba a matarlo. Lo iba a hacer. Desató con improperios e insultos el pañuelo, que lord Porte le había regalado, de su muñeca, que lo veía como un irrisorio objeto. Estaba claro que Vicent se había enterado y no le había hecho gracia. Tampoco, a ella. Ahora más que nunca le importaba un comino el sueño de su marido. Se lo iba a devolver.

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now