Capítulo 18 (mini)

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Vicent entró con resuello en la casa y nada más pisar un pie en el vestíbulo, le preguntó a Watson:

— ¿Cómo está? ¿Y el médico?

Precisamente el médico estaba yendo para la entrada con el maletín en mano y su cuñada iba detrás de él. Se fijó en el rostro de su antigua prometida, y sintió que el corazón se le encogía. La situación era más grave de lo que había pensado.

— Doctor, perdóname. Soy el marido de lady Wade, ¿qué le ha ocurrido a mi esposa?

No le pasó desapercibido su atención fija sobre él. Eres el culpable, y lo sabes, Vicent. El nudo de la garganta se intensificó. No hizo mención sobre ello. Sino que movió la cabeza de un lado para otro, y dijo:

—Ahora está descansando. Por el bebé, es mejor que tome precauciones y no recibir tantas tensiones a la misma vez. No es bueno, tampoco, para la salud de la madre. Lo recomendable es que repose y viva con tranquilidad. Lo que ha sufrido es una leve alarma, que si no se cuida puede resultar dañino y peligroso para los dos.

— ¿Be-bé? — preguntó totalmente confuso y se aflojó el nudo del pañuelo. Tuvo que buscar asiento porque las piernas no las sintió. 

— No es mi asunto meterme en sus temas personales, solo lo que me atañe a mis pacientes. Le aconsejo que intente no causarle más desosiego. Me refiero a todos.

— Lo haremos, doctor — respondió Tania, al ver que su cuñado seguía atónito ante la noticia.

— No dudéis en llamarme si ocurre alguna emergencia. Por lo demás, hasta más ver.

¿Por qué su hermana no se lo había contado?

Recuerda, que no hay buena relación entre ellos.  A pesar de que su hermana estaba enamorada perdidamente de Vicent, no era suficiente para que hubiera armonía en la casa. Ni siquiera para que este le  tuviera afecto. A raíz de que los descubrieran juntos y revueltos, lord Wade había proclamado a los cuatro vientos su odio a la idea de la boda y a su futura esposa. 

Sabía de por sí que él amaba a la libertad, no a unas cadenas que lo ataban a una vida sumisa. Por esa misma razón, él llegó a un acuerdo con ella para romper el compromiso que una vez sus respectivos padres acordaron. 

Las palabras últimas de la amante, una verdad dolorosa fueron un duro golpe para su hermana. Tanto que le había afectado a su salud y la de su bebé. 

Pobre, Sasha. 

Watson acompañó al médico a la salida mientra que ella estaba ahí, observando como Vicent se asumía en los mares de la culpabilidad.

— No lo sabía — murmuró —. No sabía que estaba en estado. 

— Espero que no dudes de mi hermana.

— No lo haré, no quiero que por mis actos perjudiquen al... bebé.

— Vuestro bebé —le corrigió Tania, no era ignorante de los últimos  movimientos de su hermana y lo que podrían haber provocado en su matrimonio. No creía que  le hubiera hecho gracia a su cuñado la cercanía de su mujer con ese caballero —. Lord Porte no es el padre.

Necesitaba que la creyera en eso porque si no lo hacía, provocaría una desazón enorme en Sasha. No quería que su hermana sufriera más, a parte de las consecuencias que trajo su boda. Se había metido en un negocio con insuficientes pruebas de que saldría con éxito. No lo estaba siendo. 

— No lo es.

— Aunque puede ser muy impulsiva, alocada, rencorosa... ella te sigue queriendo.

Lord Wade inspiró hondo.

— ¿Por qué no me lo dijo? — mordido por los punzantes remordimientos —. Hubiera sido más prudente con ella y no la hubiera llevado al límite. ¡Soy horrible!

— No sirve ahora lamentarte — le cogió las manos que se las llevó al rostro, avergonzado —. Debes preocuparte por ella y por tu hijo. Si tanto te remuerde la conciencia, frena a tu amante.

— Hace semanas que no estoy con ella.

— Pues no piensa igual. Sino no hubiera venido y le hubiera dicho a mi hermana tu aborrecimiento hacia ella, por no decir, de su soberbia al anunciar que volverías a su lecho.

Al hombre no le gustó aquello.

— Nadie me ha explicado qué ha ocurrido exactamente — solo le había llegado una nota a donde estaba trabajando de que su esposa había sufrido un desmayo y que era grave —. Hablaré seriamente con ella.

— Eso será lo que quiere, que vuelves a ella ya sea hablar o discutir.

—Tienes razón. No he caído en eso.  Le avisaré a mi abogado que tome las medidas  que consideren necesarias para que ella no nos vuelva a molestar. Cuando terminé nuestra relación, fue de verdad. No pensé que se atreviera a venir aquí.

— Tan de verdad que ha venido. Lo siento por ser tan sarcástica, Vicent, pero entiende de que por su culpa mi hermana ha sufrido un amago de aborto.

—  No solamente es la culpable. También, lo soy yo. 

Tania no le rebatió. Deseaba en el fondo de su corazón que cualquier rencilla, que tuvieran, se arreglara.

— Trátala con amor; no con odio.

— Lo intentaré.

Escuchándole  que lo iba a intentar, alivió a Tania, porque eso quería decir que de alguna manera u otra, le importaba  su hermana, aunque fuera un poquito. 

Lo observó ponerse en pie y ir hacia la habitación de su esposa.

— Vicent, una última cosa. No te recomendaría ver a mi hermana ahora mismo, porque seguramente lo que quiere de ti es tu cabeza en una bandeja de plata.

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosDove le storie prendono vita. Scoprilo ora