Capítulo 30

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Capítulo con contenido adulto

Nos leemos prontito!!!

Espero que os guste

😘😘😘😘😘


Aunque Blanche Wade había dicho que necesitaba un empuje más, la verdad era que no hacía falta porque Vicent ya había caído, en todos los sentidos. Era evidente que no había pronunciado aún las palabras de amor, pero sí que tenía sentimientos por su esposa. 

  Estaba en su escritorio revisando unos documentos que le había dejado el mayordomo, relacionados con las propiedades, cosas nimias que tenía que darles un vistazo. Había desaprovechado la mañana para eso. Quería demostrarle a Sasha que podría ser responsable, mas su mente estaba en otra parte que en los papeles en sí. Los dejó encima de la superficie y se quitó las gafas, pensativo.

Un toque en la puerta le avisó que alguien quería entrar.

— Pase — a la vista estaba que no se esperaba que fuera su mujer en persona. 

Le dejó sin respiración al verla. Sin respiración y con el corazón acelerado. 

— Hola — le respondió al saludo, poniéndose de pie y saludándola con la mano —. ¿Ocupado?

— No mucho — le invitó a que se acercara y, para su sorpresa, no encontró ningún tema para conversar.

  Piensa, piensa. 

— He estado intentando leer varios documentos...

— Mejor me marcho y no te distraigo.

— ¡No! Quiero decir que no tienes porque irte, ni me estás distrayendo— sonrió y ella le correspondió con otra —. Esto, ¿no has sentido molestias después de lo de anoche? Quizás, he sido demasiado brusco.

— No, no lo has sido.

— Ya... — rodeó el escritorio y se aproximó hacia ella —. No tienes que mentirme. 

— ¿Desde cuándo te he dicho alguna mentira? Eh — coqueta, lo miró tras sus pestañas y alzaba sus manos para posarlas en sus antebrazos —. No me has hecho ningún daño. 

— ¿Puedo comprobarlo? — la voz se convirtió en un susurro ronco y seductor, acariciando levemente con sus nudillos, su mejilla aterciopelada y arrebolada. 

— De acuerdo, ¿me puedo sentar?

No añadió palabra alguna, le señaló el mismo escritorio que se pudiera sentar sin importarle los documentos que había dejado atrás. Tenía otros asuntos que requerían más su atención. 

— Espera. Será unos segundos.

— Está bien— asintió como niña buena mientras se sentaba en el mueble y entrelazaba sus manos.

Entre ellos, se cargó una tensión cuando él cerró con llave hacia dentro, imposibilitando la entrada a los demás. Se volvió, intentando mantener una expresión seria. No lo podía negar, estaba nervioso. E impaciente. La sangre corría como lava misma por sus venas. Sentía dicha tensión dominándole. No fue tímido cuando acortó la distancia y se situó en lo que permitía la falda de su mujer que lo rozó, aumentando la sensación. 

— Mmmm, ¿por dónde empiezo? — preguntó fingiendo que lo pensaba mientras sus dedos traviesos por empezar se deslizaron hacia el ribete del vestido, donde hacía frontera entre su escote y piel — ¿Por aquí? O más abajo...

Sasha ahogó un gemido al notar el recorrido de sus dedos hacia abajo, hasta su ser. Lástima que estaba vestida, pero no fue impedimento para que el hombre levantara las enaguas y la falda de su  vestido. Mientras sus dedos se encargaban  una parte de su comprobación, distrayéndola de su real objetivo, la boca de Vicent comenzó a depositar besos húmedos en su cuello arqueado, arañando suavemente su piel besada con sus dientes. Mordiéndola y poniéndola entre las cuerdas. 

— No veo ningún malestar — sujetó su rostro para que lo mirara y no perder ningún detalle de su expresión, que ya de por sí, lo estaba matando —. ¿Te duele aquí?

Aquí, se refería en la parte recóndita de su feminidad, en esa cima que no tuvo reparo en tocarla. Un latigazo de placer la azotó.

— ¿Te duele?

— Mucho — se detuvo y gimoteó.

— Te ayudaré a buscar alivio — no la besó como creyó cuando se cernió sobre ella, sobre sus labios, jugueteando y provocándola.

Bribón, encantada con su juego.

Fue a otro sitio, a otro sitio inesperado. Dio un respingo cuando lo notó ahí. 

— Dios mío — no se escandalizó,  ni tuvo amago de impedírselo. ¿Por qué? Cuando sus labios la estaban subyugando, quitándole la razón, humedeciéndola y enardeciéndola  hacia niveles insospechados —. No pares...

No paró, no paró, sino que la volvió más loca, siendo él, delicado y rudo; suave y áspero; juguetón y determinante. Voraz. Otro tipo de tensión empezó a nacer en su vientre hasta extenderse, poniéndola al límite, al ese filo peligroso donde, con un toque más, se rompió en mil pedazos. La llevó a otro asalto del cual no supo el lugar, ni su nombre. La empujó a nuevas cotas de placer más elevadas. Antes de suplicarle, se hundió dentro de ella, inudándola y estremeciéndola desde la cabeza hasta los pies. Lo sujetó y bailó con él, arrastrándolo también a la locura imperiosa y arderosa que la abordaba, siendo una vez más, esclavos de sus propias pasiones, de ese deseo enloquecedor y del amor, de ese amor que estaba dentro de ellos. 

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now