Capítulo 9

8.5K 1K 30
                                    

Si hay alguna falta, me decís. Estoy escribiendo con el guion porque lo estoy haciendo desde el móvil. Me despido. Hasta el próximo fin de semana!!! 😘😘😘😘

- Me creía que era lord Porte - hizo una mueca de disgusto.

Se apartó con la intención de humillarlo. 

- ¿Es con quién te ibas a reunir a espalda mía? 

- ¿Le debo lealtad? No lo sabía. La lealtad se prodiga a quien la merece, y usted, querido, no.
Iba a irse de allí, cuando él se puso en el medio de su camino.

- ¿Vas a buscarlo? 

- Si quiere me voy al jardín a buscar setas - ironizó -. No es el único hombre que hay en la casa, Wade. O en el mundo.

- Pero sí el que te hice el amor en esa noche que gritaste mi nombre entre gemidos.

Lo iba a abofetear por su arrogancia cuando él tuvo un buen reflejo y la atrapó. No se amedrantó y esbozó una sonrisa, dejándole ver que no le tenía ningún miedo, ni poder sobre ella. Lo menos que deseaba era que pudiera ver lo herida que estaba. Porque no olvidaba que él le había estado engañando. Seguramente, había retozado con ella a escaso tiempo, antes de que hiciera acto de presencia como un neardental.

¡Dios, le quería arrancar la piel a tiritas!

- Qué buena memoria tiene, cuando me lo ha echado en cara y sigue haciéndolo. Pero como dice un dicho la mancha de una mora se quita con otra mora. Tú, querido, no me provocas nada. Ahora, ¿podría hacerme el favor de hacerte un lado?

- ¿Y si no quiero? - cruzó los brazos, comportándose como un niño pequeño en una rabieta.

- No es un juego, Vicent. No te deseo, es más te doy el permiso para que regreses con tu amante. Si te preocupa el tener de adorno unos bonitos cuernos en el hogar, no te tengo tanta maldad como tú para hacerlo.

Con ese ataque que le dio de pleno, pudo marcharse. No sé si quiso gritarle o no. Pero verlo que no la detenía, le hizo un hueco invisible en el pecho.

¡Eres un idiota, Vicent! Más yo que sigo deséandote y esperando un hijo tuyo.

Lo que ella no sabía era que él estaba saboreando por primera vez de su medicina, consumiéndose en la culpa y en la hiel de los celos. Porque no quería que otro hombre la tocase. Sintiéndose un poco tonto, se fue de allí, estaba claro que su esposa no lo quería ni ver.

***

A la mañana siguiente, Sasha se despertó con un dolor de cabeza. No había podido pegar ojo en toda la noche. Aunque podía alegar de que era a consecuencia del embarazo, en esa ocasión, no lo era. Tampoco pudo echar culpa al alcohol porque no cató ninguna gota.

Su doncella la ayudó a darse un baño, a lavarse y a ponerse un conjunto de dos piezas: una camisa y una falda. Como no tenía pensado de salir de la casa, descartó el corsé, algo inaudito en una dama. Pero como nadie la iba a ver (incluyendo a su marido que seguramente se había levantado temprano para evitarla como hacía desde un tiempo para atrás), quería estar lo más cómoda.

- Iré a desayunar en el comedor.

Lo que no se esperó era que cierto caballero estuviera presente. El culpable de su desosiego. Quiso darse la vuelta y darle un desaire. Pero no le dio tiempo a reaccionar y cuando la vio, no pudo huir. 


De inmediato, recuperó el raciocinio y se sentó, sin decirle nada, sin percatarse de que la mirada del hombre se entrecerró sobre su figura porque no obvió que llevaba una prenda menos de su vestimenta.

Lo estaba ignorando deliberadamente. Bien.

Comieron en un tenso silencio, que ninguno de los dos rompió. Hubo miradas furtivas, y poco a poco, sin ser conscientes de ello, iba caldeándose en el ambiente.

Sasha comió como pudo porque le costaba tragar por el nudo que tenía en la garganta. Su marido no la ayudaba en nada.

¿Por qué estaba ahí? ¿No había ido al club o haber pasado la mañana con su amante? Crispó su mano alrededor del tenedor, dejando un trozo de tortilla liada en las puntas del cubierto.

A él no le pasó desapercibido el malestar de su mujer. Observó su mano apretada y los labios cerrados. De repente, quiso probarlos y tuvo una idea para quitar la tensión de su esposa.

Sin pronunciar palabra, y limpiándose la boca con la servilleta, se levantó de la silla.

Por el rabillo del ojo, notó que se había levantado. Pasó por delante de ella y no lo vio cerrar la puerta.

Creyó que había salido, pero no fue el caso.

Pegó un brinco cuando notó sus manos en sus hombros.

- ¿Qué haces? - siseó e iba a levantarse, pero él la mantuvo en su sitio.

- Quiero quitarte la tensión que pareces tener.

- Parece, lo has dicho. No tengo ninguno.

- ¿No puedes intentar relajarte?

¡No!

- Lo intentaré, aunque hubiera preferido que lo hiciera otro.

Él no se dejó provocar, y sus manos se dispusieron a darle un masaje, que si no fuera porque sentía un encogimiento en las entrañas, disfrutaría. Se mordió el labio y cruzó las piernas por debajo de la mesa.

- ¿Mejor?

- No está mal - hizo un gran esfuerzo para sonar superficial e indiferente.

Como le daba la espalda, no se fijó en la media sonrisa que esbozó.

Continuó masajeándole.

No paró cuando sintió la carne más blanda por encima de las ropas. Ni siquiera lo hizo cuando ella suspiró.  Ese suspiro lo acicateó y fue a más. Sin ser piadoso con ella, abrió unos botones con hábil agilidad y desnudó parte de su cuello.

Sasha, que estaba más que excitada, no le rechazó, ni lo regañó por su atrevimiento. ¿Cómo se lo iba a impedir? Se estaba derritiendo. Sentía palpitaciones ahí abajo y arder bajo su tacto. Cuando sus dedos acariciaron las clavículas, quiso gemir, pero se mordió más el labio, negándose a que él la escuchara.

Cerró los ojos, anhelando más de sus manos. Sin embargo, cuando estuvo a punto de explotar e imaginarse que iba a bajarlas y rodear con ellas sus senos henchidos, él se apartó y le cerró los botones como un caballero que era.

¡¿Justo ahora?!

- Espero que te encuentres mejor - depositó un casto beso en su cuello, que ya de por sí, lo sintió profundamente.

¿¡Mejor?! ¿Sería una broma?

Lo iba a fulminar con la mirada cuando él se marchó, dejándole a ella con las ganas.

- Vicent, yo de ti, no me hubieras provocado.

Lanzó la servilleta a la mesa y gimió para sus adentros.

¡Ni muerta le iba a suplicar!

- Si quieres jugar, jugamos. A ver quién gana, si tú o yo.

Me casaré con usted © #1 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now