Capítulo 117

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Shaya

Me aparté de la manada cuando descubrí a mi hermano Sura, muerto, rodeado por sus verdaderos hermanos.
Decidí caminar por donde iba Sever. Quería estar con alguien que no fuera un lobo.
- Lamento lo de tu hermano - dijo un rato después.
- Gracias...
-Me habría gustado conocerlo un poco más.
- Era el mejor hermano que hubiera podido tener...aunque no fuese mi hermano realmente. Siempre estuvo ahí para mí desde que era un cachorro.
- No sé que más decirte...mis hermanos fueron regalados dentro de una caja cuando apenas teníamos un par de meses. Lo siento.
- ¿Te importa si camino un poco más adelante?
- No - se notaba su incomodidad - para nada...
Rato después, Kaila llegó junto a Sever. Escuché cada palabra de su conversación. Hablaban sobre mí.
- Deberían dejar de hablar a mis espaldas como si no los escuchara... - dije con voz inexpresiva, sin voltear a verlos. - Ya déjenme tranquilo... - apresuré el paso y me dirigí a los arbustos.
- ¡Shaya, espera! - oia Kaila, pero fingí no haberlo hecho.
Corrí sin rumbo hasta detenerme en un claro. Me senté. Me sentía perdido, y el único lobo que me guiaba había muerto. Comencé a gemir y a gruñir ante el recuerdo.
- ¡Eres un maldito estúpido! ¡Te odio! - grité erizando el lomo - ¡Siempre eras el mejor en todo...! - estaba enfadado - ¡Siempre hablándome de fuerza y de creer en mí mismo! - no entendía por qué estaba tan furioso. Arranqué varias ramas de un arbusto cercano a mí de una sola mordida - ¡Siempre alentándome a no rendirme! ¡¿Y qué fue lo que tú hiciste?! - de pronto, la ira que sentía fue reemplazada por tristeza, frustración. - moriste... - me senté de golpe con las orejas pegadas a la cabeza, mirando las ramas que había destrozado - te fuiste... para siempre... - apreté los dientes con fuerza - había mucho de lo que debíamos hablar... - mi visión se volvió borrosa. - se suponía que, volveríamos todos juntos a nuestro hogar... - Dejé salir la presión de mi pecho en un profundo y largo aullido. Sentí que alguien estaba detrás de mí, pero no me detuve para ver quién era. En ese momento, ni siquiera mi olfato era el mismo.

Entre lobos... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora