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En esta ocasión particular, en el palacio sur, las nuevas colonias fueron recibidas por Reino Unido, sabía que sí las encontraron españoles, eran de España por lo tanto tenía que respetar ese convenio de pertenencia.

Se le hizo extraño que los trajeran a cada niño cada soldado y no como usualmente que venían en una carroza, luego los pusieron en fila y reconoció al trío de tres.

— Tu, tu y tu— señalo— al frente.

A las tres colonias las obligaron a estar más cerca que el resto, el Reino Unido se agachó un poco y constató de quienes se trataban.

— Así que le gusta vestir de hombre?... De acuerdo, entonces supongo que les dará igual si las dejo aquí— dice.

Dominicana tenía una expresión sería y fiera, no paso desapercibida por el imperio inglés.

— Qué falta de respeto niña— volteo a verla— oh debería decir niño?— rió irónico, se enderezó y le hablo a un guardia— ese trío, son señoritas del Palais nord, que se queden aquí. Querían ser hombres— observa a las chicas— pues aquí tendrán el mismo trato.

Luego empezó a nombrar colonias, les ordena al personal arreglar a los muchachos, darles nueva ropa y entrarlos a la parte enrejada del palacio.

Los nuevos entran con timidez y miedo, una actitud muy normal. Pero Venezuela vió a alguien, alguien familiar en ese grupo. Se sintió extraño, nostálgico y feliz.

—Chobschi...— susurra aún incrédulo desde la segunda planta— CHOBSCHI!

Grita, llama la atención del nombrado, es su hermano pequeño, corrió hacía él y lo agarró en un fuerte abrazo.

— Hermano!— dice entre sollozos el menor, el otro lo aprieta aún más. Otros se acercan a mirar.

— ¿Y a ti como te nombraron?— pregunta Chile por detrás.

El pequeño se separa de su hermano sintiéndose extraño y ansioso por estar tan rodeado.

— ¿Cómo te nombraron Chobshi?— pregunta Venezuela.

— Dijeron, que Ecuador... — dice confundido.

Venezuela asiente y lo carga hasta la habitación que anteriormente compartía con el colombiano, le explica unas cuantas cosas, como el porqué tenía que acostumbrarse a su nuevo nombre y que también no se alejará de él, bajo ninguna circunstancia.

No quería perderlo otra vez y desde ahora parecerá un chicle con el pequeño ecuatoriano.

Más tarde ya bien tarde en la noche, España llegó con Portugal arrastrando al colombiano consigo. Mientras le explicaba a Portugal lo que había hecho el muchachito como intentó de escape.

— Ciertamente necesita algo de dureza— dice Portugal presionando con fuerza el hombro del colombiano— No te preocupes España, yo haré que se comporte, lo dejas en buenas manos.

— Gracias Portugal, solo necesito que este chaval deje de darme tantos dolores de cabeza.

El portugués asiente y toma con más fuerza de la nuca al colombiano. Se despidió de España y le hablo al muchacho.

— Hoy dormirás bajo la luz de las estrellas.

Sonará bonito pero la idea esa otra. A su guardia le ordena traerle unas cadenas, condujo al pequeño a la huerta y lo amarro a un palo antes la soledad y el frío de lo que quedaba de noche.

Brasil, quién era que tenía más libertad espió lo que hacía el imperio, sentía el frío y era horrible y no podía imaginar al chico aguantar eso.

Fue a su habitación tomo una manta y con cuidado de no ser atrapado logra llegar a el chico que temblaba.

— ¿Quién eres?— pregunta Colombia con desconfianza.

— Eu sou amigo, me llamo Brasil, ¿cómo te  llamas?

El colombiano se lo pensó, y se presentó con el nombre que más le gustaba— Colombia.

El brasileño sonrió con confianza y con inocencia, lo arropó lo mejor que pudo para resguardarlo del frío y finalmente regreso a su cuarto.
Sin duda que Brasil iba a ser el ángel de la guarda de Colombia en el infierno que se venía.

「ᴇɴᴄᴇʀʀᴀᴅᴏꜱ」Where stories live. Discover now