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— Quédate quieto— pide Cuba con sosiego.

Estaba concentrado en cerrar la herida, pero el estadounidense no ayudaba con sus pequeños saltitos y movimientos que denotaban que le dolía.

La colonia inglesa ya tenía el rostro muy enrojecido, estaba sudando y mordía un pedazo de tela para reprimir sus quejidos, mientras, intentaba ignorar el dolor en su pierna, pero no podía con el cubano tratando su herida.

— Sabes qué?; escupe ese trapo y dime algo.

US tenía el ceño fruncido y habló aún con el trapo entre sus dientes — no seas idiota...

— Te estoy ayudando y tú me llamas idiota?— cuestiona Cuba con ironía— no me cabe duda de que eres un engreído.

El paciente suspiro pesadamente y luego un quejido salió de sus labios. El cubano pasó otro trapo para quitar el exceso de sangre.

— ¿Qué tal sí me hablas de este lugar?— dice Cuba sin quitar la mirada en lo que hacía— recién acabo de llegar y es curioso como se comportan aquí.

El estadounidense siguió sin hablar no tenía ganas de hacerlo, pero tampoco no quería más ese pedazo de tela y la saco de su boca. Cuba espero un rato hasta que notó que no quería pronunciar palabra.

— De acuerdo, no quieres hablar. Pero sí quieres que te duela menos necesito que estés concentrado en algo.

— Y eso como va a ayudar!— Grito US. Un segundo después el dolor regreso aún más fuerte y Cuba ni se inmutó por ese sobresalto.

— Te contaré una historia— dijo en un intento de distraerlo— Tenía un amigo; nos pasábamos horas en las costas, en los árboles.

— Y qué con eso?!— interrumpe irritado. Y Cuba continuo sin importarle.

— Mi amigo se rompió un tobillo...por idiota; y el curandero — rió un poco al recordar— le pidió estar tranquilo, quieto y mi amigo casi le lanza una roca.

USA se quejó— Ahg!.. sí no te callas te voy a ser yo el que te lancé una roca!... sí la tuviera.

El cubano rodo los ojos y continuo con la sutura.

— El anciano tenía razón en decir que sí no miraba y se mantenía pensando en algo más,por ejemplo, en su familia; el dolor sería más tratable. Y es curioso como después de un rato estaba insultando a todos y se le olvidó lo que le dolía. Así que en teoría funcionó.

— Bueno, esto duele mucho y sinceramente no te quiero escuchar más— dice el estadounidense enojado.

Cuba continuo con una sonrisa— Y lo más interesante es. . . que yo no tenía amigos.

— ¿Qué?— Pregunta confundido y luego analiza— ¿Tú te rompiste el tobillo?

— Dos veces— asegura— en el mismo árbol; aunque no me lo rompí, en realidad, se dobló y mi pie estaba desvíado. . . y todo porque quería ver un nido de aves.

— ¿Y por qué querías ver un nido de aves?— pregunta ya interesado.

— Dije que no tenía amigos— recuerda el cubano y finalmente dice— Terminé, ¿ves?, no fue tan difícil.

— ¿Cómo aprendiste a hacer eso?— US pregunta curioso. Ya de por sí se le hizo raro que en principio le ayudará y después estuviera tan tranquilo como sí fuera un experto.

Cuba respondió como sí fuera la cosa más normal del mundo— Me rompí el tobillo dos veces, me mordió una serpiente, me ahogue y casi morí en un total de 27 veces. . .  Tenía que aprender a tratar las heridas si o si.

「ᴇɴᴄᴇʀʀᴀᴅᴏꜱ」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora