Los Planes

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Una lluvia incesante caía del oscurecido cielo, el golpeteo del agua sobre el suelo creaba un sonido particular, casi musical. Un fuerte y huracanado viento soplaba continuamente y a lo lejos se vislumbraban las sinuosas formas de los rayos.

Lupe se acercó cautelosa a su marido,

- Te lo pido por favor, Macario! Sácate de la  cabeza esa idea de querer decidir en la vida de nuestra hija. No es una niña ya! Déjala que viva como ella quiera.

La figura alta y desgarbada miraba con tenacidad a través de los ventanales  las gotas que caían, al oír lo que su esposa estaba diciendo se volteó bruscamente, se acomodó los lentes que habían resbalado por su nariz y la contempló fijamente, con un aire de indignación por las palabras expresadas y que obviamente él desaprobaba,

- Crees que debo apartarme y dejarla hacer lo que quiera? Aunque lo que ella quiera no sea necesariamente lo mejor- preguntó Macario evidentemente molesto por las palabras de su mujer.

- Yo solo te estoy pidiendo.... - trató de explicarse Lupe.

- Calla! - la interrumpió Macario, acomodando su cabello para atrás- No me vas a decir lo que debo hacer o no hacer. Juliana es mi hija y yo decido que sucederá con su vida. Si me hubieras dado más hijos quizás lo pensaría. Pero no, ella es nuestra única hija y es quien debe continuar con nuestro legado. Así que...

Caminó hacia el bar tomó un Remy Martin 1738 se sirvió un trago en una copa ergonómica que sostuvo con la palma abierta, y que llevó a su boca dando un sorbo que saboreó ante la mirada atónita de su mujer,

- Amo estos Normann Copenaghen! Los mejores vasos para degustar un buen coñac. Ah! Y como te decía lo mejor que puedes hacer es que me traigas unos trozos de mi queso favorito para acompañar esta bebida.

Lupe lo miró molesta,

- Si quieres queso, búscalo tú! Si no quieres hablar mejor me voy!

Y Lupe dio la vuelta furibunda por su actitud. Macario la detuvo en seco tomándola del brazo.

- Por qué esa actitud ahora? Siempre hemos estado de acuerdo en todo.

- Sí, lo hemos estado en todo! No he tenido quejas de ti. Pero si ahora quieres dirigir la vida de tu hija... mi hija... - movió su cabeza varías veces en clara negación- lo siento Macario ahí no puedo estar de tu lado. Juliana es una adulta y ella debe decidir el rumbo de su vida, así como nosotros decidimos la nuestra. Ya no estamos en el siglo XVIII, por favor!!!

Agarró la mano de Macario y se liberó de su agarre para luego dejar la estancia y encaminarse a su recámara.

                                         🌺🌺🌺

La tormenta cesó, Macario se quedó hundido en su sofá, leyendo una revista de habanos, el antiguo reloj de péndulo de la casa Junghans que decoraba la pared principal de la estancia dio otra campanada indicando que otra hora más había pasado. Alzó su vista y supo que eran ya las 11:00 de la noche.

Juliana no llegó a cenar y no se había aparecido después de su trabajo por la casa. El llavín de la puerta principal sonó y volteó su mirada hacia el origen del ruido.

Juliana apareció en el umbral,

- Buenas noches, papá!!- saludó con respeto y parsimonia.

Macario la quedó viendo,

- Espera! Quiero hablar contigo! En la oficina nunca coincidimos y pues aquí.... - se quedó callado por unos momentos como pensando que decir, pero su molestia lo traicionó y solo atinó a decir- pues que aquí nunca se te ve la cara! Vienes a comer cuando quieres, y ni siquiera te dignas a informar de tus actividades o en lo que andas. Cuanto tiempo tienes que regresaste de Estados Unidos?

A Juliana no le gustó el tono que su padre estaba utilizando ya no era la niñita de antes, era una adulta. Sin embargo era su padre y optó mejor por responder.

- Nueve meses, papá! Nueve meses que regresé.

Macario la miraba detenidamente mientras jugaba con un corta puro que estaba sobre la caja de habanos Romeo y Julieta que descansaba sobre sus piernas. Era como si quisiera leer lo que pasaba por su cabeza.

- Hija, siéntese ahí y señaló el sofá más cercano a él- sacó un habano tripa larga de la caja y se lo ofreció- Quiere probar esta delicia? Era la marca favorita de Winston Churchill.

Juliana observó que los ojos de su padre brillaban retadores.

- Perdone papá! - dijo inclinándose un poco hacia él- no me gusta fumar. Te acompañé algunas veces antes por complacerte pero la verdad es que nunca me gustó. No me gusta el sabor que queda despues en mi boca.

- Ok- dijo mientras regresaba el habano a la caja- hablemos pues.

- Papá, hay algo en especial que quieres que hablemos.

- Pues si mi hija. Quiero que hablemos de tu futuro.

Ese era un tema que no quería tocar con su padre, ella quería decidir sobre su futuro no quería injerencias de nadie. Macario prosiguió.

- Hija, ya estás en edad casadera. Creo que es hora que busques como sentar cabeza. Tener hijos. No quiero que seas una vaga, una fresca.

Macario tomó un puro entre sus manos, lo olió y luego lo analizó de extremo a extremo, hasta entonces lo cortó con precisión quirúrgica justo encima de la línea donde el gorro se une a  la capa, retiró la vitola, lo colocó en su boca y después lo encendió con un mechero de gas, lo aspiró con deleite para luego liberar una gran bocanada de humo.

Juliana observó silenciosa su ritual. Macario miraba el humo que se desplazaba lentamente y habló como si estuviera soñando despierto.

- Sabes que quiero para ti? Una vida feliz! Una familia! Tradicional como la nuestra! Con los valores que yo aprendí de mis padres y que te he inculcado a tí.

Sonrió como si las imágenes pasaran antes sus ojos,

- Te veo a tí con tu esposo con tres o cuatro hijos- luego le aclaró- Solo uno no! Que no les pase lo que a tí, que creciste aquí solita. Mira ese porche, ese patio, los jardines. Todos ellos merecen que corran ahí varios niños. Te lo imaginas? Pues yo sí.

Juliana continuaba en silencio solo escuchando a su padre.

- Como ya te dije te veo a ti, tu esposo y tus hijos. Será tan bonito. Es más te voy a presentar a un chico que es muy buen partido.

Mientras su padre describía su futuro, y hablaba del  hombre que podría hacerla feliz, de lo capaz  que era y de lo bien que sería unir su nombre a otra familia de igual abolengo, Juliana se imaginaba su futuro  con Valentina. Se había enamorado de ella y no estaba arrepentida de haberle dado el beneficio de la duda. Valentina no la había decepcionado. Casi un año de relación y los meses vividos eran una plena  y total felicidad. Su amor por ella era real.

Su padre había dicho algo clave: tradicional. Juliana cayó en cuenta que su relación con Valentina era cualquier cosa menos lo que consideraría su padre como tradicional. Si su padre iba por ahí, ya no podría seguir viviendo bajo su mismo techo. El solo recuerdo de Valentina y el imaginarse un futuro con ella le dio la fortaleza que necesitaba para enfrentar a su padre y en ese preciso momento pareció crecer, sus ojos brillaron diferente, de una manera intensa y dijo con entereza,

- Papá, sabes qué? Yo voy a mudarme, no había encontrado el momento para decírtelo- sonrió como para suavizar el gesto adusto de su padre- Necesito mi espacio. Son nueve meses ya desde que regresé y creo  que es hora de que lo haga. Voy a comenzar a buscar un apartamento- estiró sus brazos alzándolos en alto y añadió- Estoy cansada mejor me retiro, ya es hora de descansar.

Se puso de pie, besó la frente de su padre y se alejó.

Los ojos oscuros de Macario Valdés tuvieron un destello extraño, apretó sus labios provocándose dolor, y luego hizo una mueca indefinible, se colocó  el Romeo y Julieta en sus labios y dijo para sí mismo:

- Ay mi hija! Perdí esta batalla, pero no la guerra! Por algo soy  perro viejo. Tu futuro está trazado y no está en tus manos hacerle cambios.

Cruzó la pierna y se quedó disfrutando su habano.

Soy como quiero ser (Terminada)Where stories live. Discover now