The last day

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El último día

Espero les guste

*

-Levi, ¿puedo pasar?

La escuche decir al otro lado de la puerta, pero había algo dentro de mi que me impedía reaccionar; por lo que continué como hasta hace bastantes horas, observando a la nada, parpadeando de vez en vez y respirando de forma acompasada.

Todo en el más completo silencio.

El movimiento de la puerta al abrirse y cerrarse de nueva cuenta estuvo acompañado de un sonido chirriante producto de la falta de mantenimiento.

Los pasos de Hange dentro de la habitación eran firmes, sabía que venía con intenciones de sacarme de mi miseria, y también sabía que era injusto exigirle que se tomara la molestia de venir a verme siendo que sus responsabilidades ahora habían cambiado.

Siempre supe que yo nunca había sido su prioridad y ahora mismo no esperaba que viniera a ver como me encontraba, pero aún así ella había hecho un espacio dentro de la ya bastante agitada agenda de cosas que debía hacer dentro de la legión como nueva comandante de la misma.

Ella se detuvo a mitad de la habitación, simplemente observando, ya que bueno...todos saben que es la mejor haciendo aquello, observar, mientras tanto nadie dijo nada.

Sin embargo después de dejar que algunos minutos pasaran, se dirigió a mi cama, tomó asiento a mi lado, y ambos nos encontramos observando la pared que quedaba frente a mi lecho, no había nada que decir, supuse.

El silencio que reinaba en la habitación y también fuera de ella era aplastante.

Me estaba asfixiando.

Me sentía solo, vacío, se sentía raro volver a experimentar esa sensación de pérdida una vez más, la pérdida era nueva pero la sensación seguía siendo la misma.

Mis sentidos yacían adormecidos muy dentro mío.

Mi cuerpo se encontraba relajado contra el colchón, mi espalda recta recargada contra la pared, mis brazos sobre mis muslos, mientras mis pensamientos vagaban de un lado a otro, sin intenciones de nada en particular, solo el de pensar.

El de seguir pensando.

No dejar de hacerlo.

Sabía que si me detenía algo malo sucedería.

Entre aquel caos que era mi mente, el horrido silencio y la presencia de mi compañera, francamente me encontraba a escasos segundos de enloquecer, al parecer había alcanzado mi límite sin siquiera notarlo.

Y en un instante todo comenzó a fluir de forma un poco más lenta que la habitual, a causa de que la sentí tomar mi mano entre la suya, desplazándola de entre mis muslos para dejarla posando en el espacio vacío que había entre nuestros cuerpos sobre la cama, entrelanzando nuestros dedos, su palma contra la mía, la sensación de calidez que aquel movimiento transmitía era tan simple pero a la vez tan significativa que de alguna extraña forma aquel gesto provocó que mi línea de pensamientos simplemente dejara de ir con lentitud y se detuviera.

Una espesa capa de pesar me impidió hacer cualquier cosa para poder escapar.

Mi respiración se pausó, mi garganta se cerró y un sentimiento de desesperación comenzó a trepar desde mi estomago, las lágrimas comenzaron a nublarme la vista y sentí un inusual ardor recorrer la parte interna de mis fosas nasales.

Algo parecido a un quejido se atascó en mi garganta, mi cuerpo se contrajo debido al esfuerzo que implicaba detener aquel movimiento fluir con libertad.

-Levihan- OneShots en EdiciónWhere stories live. Discover now