Especial Octubre #4

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Temática: Dientes.

-¡Lo escuche!, ¡Ya te lo dije!

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-¡Lo escuche!, ¡Ya te lo dije!.- pronuncie furioso.

-¿No estás trabajando demasiado?.- preguntó Hange.

-¿Acaso eres estup...?,shhh... ¡ahí está de nuevo!.- dije guardando silencio mientras con un gesto de mano le pedía que se acercara a donde me encontraba.

Gracias a que se había quitado sus botas al entrar a mi departamento no hizo ningún ruido al caminar por el suelo de madera, solo uno o dos rechinidos se escucharon cuando avanzó hacia mi.

Abriendo los ojos le indique indirectamente que pusiera atención a los sonidos en el ambiente.

¡Alguien estaba castañeando con sus dientes!

Era un sonido excesivamente claro, como cuando tienes muchísimo frío y tu mandíbula comienza a moverse sola y sientes tus dientes chocar unos con otros.

Así se escuchaba desde hacía un par de días en mi estupido departamento, y Hange todavía no me creía, pero al parecer su opinión había cambiado ya que ahora mismo se encontraba boquiabierta.

Estaba impresionada.

Por lo que me permití sonreírle con suficiencia.

-Lo escuche.- dijo anonadada.

-Te dije que no estaba loco.- respondí en voz baja.

-¿Sabes de donde viene?.- preguntó tirandose al suelo mientras pegaba su oído derecho contra la madera.

-No, no tengo idea, ¿qué haces?.- pregunté confundido mientras me sentaba en uno de los sillones disponibles de la sala.

-Intentó rastrearlo.- dijo ella y continuó moviéndose como algún bicho por el suelo.

Estuve entretenido algunos momentos viendo un documentado en la televisión, pero me vi interrumpido en mi actividad cuando ella se puso de pie y señalaba con su pie desnudo una de las tablas de madera en el suelo.

-¡Lo encontré!.- dijo haciendo un baile bastante raro.

-¿Qué?.- pregunte sin expresión.

-El sonido, claro... viene de aquí.- indicó golpeando con su pie la madera.

Me puse de pie, y avancé hacia ella.

-¿Tengo que quitar la madera del suelo?.- pregunté y aunque sabía que me diría que si, tenía miedo de escuchar la afirmación.

El maldito suelo había salido caro de restaurar como para que simplemente lo quitara porque escuchaba cosas raras.

-¡Sí!, trae algo para levantarlo.- dijo entusiasmada.

Resople, pero hice caso.

Varios destornilladores, una palanca salida de sólo Dios sabe dónde y mucho esfuerzo después la madera fue removida con éxito.

El espacio debajo de la madera estaba en total oscuridad y aunque solo había espacio para ingresar la mano o un brazo, no dejaba de ser algo aterrador.

-Yo quite la madera, tú mete la mano.- dije, no por miedo, era más precaución.

Ella se burló de mi y metió sin más la mano en aquel hueco del cual un frío terrible emanaba.

Se agachó hasta quedar nuevamente con el oído pegado al suelo, moviendo su mano de un lado a otro hasta que su mirada se iluminó y gritó un: ¡Ajá! 

Se incorporo de un salto y me mostró lo que parecía ser una bolsita de tela, al agitarla algo en su interior hizo un ruido bastante peculiar.

-Traeré una bolsa, no sabemos lo que puede haber ahí dentro.- dije deslizándome hacia la cocina y tomando una bolsa transparente para colocarla sobre la mesa, para que Hange pudiera colocar el contenido sobre ella.

Hange se acercó con la bolsa entre sus manos, era pequeña, de color beige (o por lo menos había sido de ese color antes, ya que ahora parecía gris) y estaba atada con un lazo con tonalidades rojas que se volvían más oscuras en las puntas, estaba atado firmemente, y tenía escrito sobre la tela en una pulcra letra oscura y cursiva un nombre: Anne.

No había nada más.

-Listo, vacíala.- dije señalando la bolsa transparente sobre la mesa.

Ella sintió y luchó contra los nudos que se formaban en el lazo, minutos después lo logró depositando el lazo polvoroso a un costado de la bolsa, y después cuidadosamente vacío el contenido.

Dientes.

Eso es lo que contenía la bolsa...

Ambos nos miramos entre confundidos y asqueados por el descubrimiento, Hange con ayuda de la bolsa separó aquellas cosas, no eran solo dientes, eran dientes de algún infante.

Aquello me dio escalofríos, y luego recordé el nombre en la bolsa.

Anne.

-¿Habrán sido de Anne?.- le pregunte.

-Ni siquiera se quien es Anne.-respondió.

-Será mejor que lo tiremos a la basura...- dije sin poder creer que debajo de la madera de mi departamento acabábamos de encontrar dientes de un niño, o una niña.

-Sí, creo que si.- dijo ella envolviendo los dientes en la bolsa y luego abriéndola nuevamente para depositar la bolsa donde venían para poder deshacernos de ella.

-Esto fue muy raro.- dije mirando a la nada.

-Vaya que lo fue... sabes debajo del suelo hace mucho frío, lo sentí al meter la mano.- dijo levantando su mano para hacer énfasis.

-Ella tiene razón, abajo hace mucho frío.- respondió alguien a espaldas nuestro, aquel castañeo manifestándose nuevamente aunque ahora de forma más audible.

Con una expresión de horror nos giramos, solo para encontrarnos frente a una niña o lo que sea que fuera esa cosa pálida... no debía ser mayor de los 5 años, su cabello naranja estaba sucio y revuelto, igual que toda su vestimenta, usaba un vestido color rosa que sin duda había visto mejores días, el cual estaba rasgado por todas partes.

Estaba de pie a un costado de donde habíamos retirado la madera.

-Aquí arriba es más cálido.- dijo en voz baja.

Tenía cortes por todo el rostro, los cuales la hacían ver infinitamente peor.

Comencé a sudar frío por el miedo.

-¿Me los devuelves?.- le preguntó a Hange, sonriendo, sus encías estaban sangrantes...

En el interior de aquel vacío que tenía por boca no había nada...

No había duda, ella era Anne.

¿Qué les pareció?

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¿Qué les pareció?

-Levihan- OneShots en EdiciónWhere stories live. Discover now