Capítulo 40

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//Alessia Cruz//

Si el pudo hacerme eso cuando salí con Zabdiel, ¿Por qué yo no?

//Christopher Vélez//

—Y esos son los cambios que ha tenido la empresa —dije sentándome, mientras leían las gráficas.

Me pregunté. ¿Dónde estaba Alessia?
Sentí unas manos en mis piernas, mi rostro comenzó a palidecer y casi casi estaba a punto de gritar, estaba sudando y mi respiración estaba agitada.

—¿Pasa algo? —preguntó uno de los socios.

—No, no pasa nada —respira Christopher, respira.

Mi celular vibró, lo saqué y lo desbloquee.

Alessia.

💬Tranquilo soy yo.

Me tranquilicé al leer un mensaje, llegué a pensar que era un fantasma.
Ahora ¿Qué hacía Alessia debajo de la mesa?

Christopher.

💬¿Qué rayos haces ahí?

Alessia.

💬 Estaba recogiendo unos papeles y ustedes entraron.

Suspiré, me quería reír, pero la reprimí cuando sentí un pellizco en mi rodilla.

Alessia.

💬 ¡Ni se te ocurra reír!

¡Agh! ¡Que bien me conoce!

—Esto es perfecto —sonrió— creo que si centraremos el negocio.

—Bien, entonces procedemos a instalar la sucursal en California, Dalton la construcción queda a tu cargo.

—Como diga señor Vélez.

Mi teléfono vibró de nuevo.

Alessia.

💬 ¿Recuerdas la cena con Zabdiel?

Christopher.

💬 ¿Qué pasa con ello?

Alessia.

💬 Venganza, excitante venganza.

Fruncí el ceño. ¿Venganza? ¿De qué?
Pronto mis dudas fueron resultas, sentí su mano colocarse en mi entrepierna, mientras bajaba el cierre.
Tragué saliva, coloca su mano dentro de mis pantalones.
Comenzó a masajear mi miembro.
En menos de 1 minuto ya tenía una ereccion, mi placer aumentó al sentir su lengua alrededor de mi miembro.

—¿Se siente bien señor Vélez?

Tragué saliva nuevamente, la lengua de Alessia hacia perfectamente su trabajo.

—S... Si —dije nervioso.

Metí la mano debajo de la mesa, intente sacar su boca de mi miembro, pero fallé, ella mordió uno de mis dedos, enviando escalofríos por todo mi cuerpo.
Tomé aire e intenté controlarme, tomé las hojas que yacían en la mesa pero fue difícil ya que mis manos temblaban, sentí como empezó a lamer aún más fuerte y profundo, comencé a sudar, de mi bolsillo saqué un pañuelo, y me sequé el sudor que salía de mi cara.
Mi respiración era agitada, mi corazón latía por la excitación y el miedo de ser descubiertos...

«Que ganas de acostarla en el escritorio y follarmela»

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La amante ||C.V|| Sin EditarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora