La amante ||C.V|| Sin Editar

Capítulo 42

//Alessia Cruz//

—¡Vuélvete a acercar a ella y no vives para contarlo.
Logro tomarlo de la cintura para que no se vaya contra Johann.

—Tranquilo —susurro, soltando su cintura despacio.

—Vaya Vélez, no conocía ese lado tuyo.

—Y no te conviene verme así, porque no te libras.

Luego se acercó a mí, y me susurró al oído.

—Ve a trabajar, al rato hablamos —no pude hacer nada más que asentir nerviosa.

Salí de ahí lo más rápido posible, alcancé a ver cómo los demás socios entraron de nuevo.

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La reunión se había prolongado por varias horas más, tanto que la hora de comida llegó, y como Christopher aún no no había terminado, tuve que dirigirme hacia el comedor para empleados sola.
La mayoría de ellos ya estaban allí, en cuanto entré, todos absolutamente todos posaron su vista sobre mi, pero había cierta diferencia, mientras los hombres miraban mi cuerpo con cierta lujuria, las mujeres me miraban con envidia haciéndome sentir incómoda.
Me senté en una mesa alejada, suspiré profundamente, me sentía como en la secundaria cuando me molestaban, comencé a comer una manzana que había tomado del frutero.

—Hola —agradecía que al menos Fátima se sentará conmigo— ¿Cómo va la junta?

—Aburrida —mordí la manzana.

—Me imagino —hizo una mueca—
No les hagas caso, solo están celosas
—dijo mientras veía a las demás mujeres.

—¿De qué? —pregunté.

—De qué Christopher te de toda su atención —el intento de sonrisa quedó en una mueca— están celosas porque ellas en todo el tiempo que ha trabajado para el, nunca obtuvieron un trato así por su parte.

—¿Así? No hacemos nada en público es más ni siquiera tenemos algo —susurré.

—Todos vimos el beso que te dio en la mejilla hace unos días, además yo tampoco me creo que no tengan nada.

—Fue un simple beso —mencioné restándole importancia.

—¡Un beso de Christopher Vélez, no es un simple beso! —gritó bajito.

Reí mientras negaba al mismo tiempo con la cabeza.

Después de platicar un rato, volvimos a nuestros respectivos escritorios donde me senté.
Pasado unos minutos, una bola de papel golpeó mi nariz, la agarre y la abrí.

"Hoy no te salvas, esta noche en mi casa, compraremos pizza"

-Fátima.

La miré y le asentí riendo a modo de respuesta.
Después de quizá 1 o 2 horas, Christopher salió de la sala de juntas, en cuanto me vio me guiño el ojo, y sonrió con complicidad, baje la mirada sonrojada.
Caminó junto a sus socios hacia el elevador, cuando pasaron por mi escritorio, Johann pasó guiñando el ojo, volví a bajar la mirada ignorandolo.

—Señorita Cruz la necesito en mi oficina ¡Ahora! —me gritó llamando la atención de todos.

Me levante y camine con el a su oficina.

—¿Qué necesita señor? —pregunté cuando estuvimos adentro.

En una fracción de segundos, me cargó y me dejó caer de culo sobre su escritorio.

—Oye no, ¿Qué haces?

Me sonrió, sin decir nada, se agachó quedando frente a mi, se recargo en mis piernas, y subió mi falda lentamente...

—El que me digas señor Vélez me prende mucho —sonrió perversamente— además, me toca devolverte lo de la reunión.

—No —solté nerviosa— ...Chris, no.

—Si —amplió su sonrisa.

Movio mi ropa interior, y comenzó a acariciarme llevándome a la cumbre del placer.

—¡Oh dios mío! ¡Christopher para! Nos pueden descubrir o escuchar.

—No pensaste, eso hace rato —su lengua tocó mi sexo— tu lengua hace maravillas.

«¡Esto es como tocar el cielo!»

—¡Esto es inaceptable! ¡Se supone que la secretaria debería de estar aquí para avisar que llegue! —una voz interrumpió del otro lado.

Christopher se apartó de mi mientras comenzó a ponerse pálido, después de varios minutos reconocí la voz...

«La esposa de Christopher...»

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