III

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El hombre yacía tranquilamente sobre el gran sofá de mimbre, su codo hincado en el brasero de este y su rostro apoyado en su puño

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El hombre yacía tranquilamente sobre el gran sofá de mimbre, su codo hincado en el brasero de este y su rostro apoyado en su puño. El cantar de las aves era un tanto agradable, la brisa chocaba contra su cuerpo y podía sentir el sonido de las hojas de los árboles chocar entre sí por el viento. Mientras sus sentidos se iban recuperando de la pequeña siesta que había tomado, podía sentir un peso sobre él y su cabello siendo jalado muy débilmente. A sus fosas nasales llegó el aromático aroma dulce de la pequeña criatura, mezclado con los aromas de múltiples flores y frutos cercanos.

— Yashiro —llamó con un tono amenazante, y le causo algo de gracia escuchar como la pequeña pareció ahogarse de sorpresa y detenía su hacer apenas lo escucho hablar. La castaña se había exaltado en su lugar con timidez, pero aun así permaneció allí.

Poco a poco, los felinos ojos de iris rojo del hombre, se abrieron con lentitud para adaptarse a la luz del día, y a penas aclaro su vista, lo primero que vio fue a la criatura anteriormente nombrada sobre su regazo.
Su larga cabellera blanca se encontraba entre los dedos de la castaña, y las pequeñas flores de múltiples colores amontonadas también sobre el regazo de su kimono.

— ¿Qué crees que haces, pequeña escoria humana? —espetó, alzando una ceja incrédulo, pero no demasiado molesto, a decir verdad, debía aprender a acostumbrarse a la presencia de la menor si al fin y al cabo fue su decisión llevarla con él.

— T-Trenzas... —comentó con pavor, tragó en seco y le miro fijamente.

— ¿Trenzas? —pregunto nuevamente, y la castaña asintió mostrando un mechón blanco de su cabello con un largo peinado. Dicho peinado denominado "trenzas" se encontraba decorado con múltiples flores que se había molestado en recoger del campo.

— Y-Yo... S-Su cabello e-era...

— Modula, no tienes dos años, Yashiro —espetó el hombre un tanto irritado por su tartamudeo, mientras pegaba un largo pestañeo y volvía a mirarle fijamente.

— Las mujeres de mi tribu le hacían trenzas a todo el que tuviera el cabello largo, y usted lo tiene muuy largo —comentó, mientras tomaba un mechón de cabello desde su raíz para luego estirar su mano y mostrar que este llegaba al menos a la cadera del hombre.

— ¿Y por qué las flores? —preguntó, tomando una de estas, y se arrepintió en el momento en que se marchitó a penas las yemas de sus dedos la tocaron. Trago en seco notando tal acto, luego miro a la castaña que veía algo sorprendida la flor marchita, y luego alzó su mirada al peli-blanco, este aclaro su garganta y desvío su mirada al campo por unos segundos.

— ¿Por qué me llama Yashiro? —se cuestionó la castaña para continuar con lo suyo, separando un mechón de cabello en tres para comenzar a trenzarlo y luego decorarlo con un par de flores. Sukuna no se negó, pues en realidad no tenía ganas de hacer nada al respecto, y parecía que la menor iba agarrando confianza, y aquello era lo que necesitaba de ella.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now