XLIX

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Tanto Sukuna como Yūji estaban preocupados

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Tanto Sukuna como Yūji estaban preocupados. Desde luego que la maldición solo tenía en mente a su pequeña, pero el hechicero recién formado en realidad estaba preocupado por ambos lados. Ver a su compañera de esa manera tan devastadora le hizo creer que realmente Yashiro le había hecho algo terrible, pero no era tan así como él creía. Y por otro lado le preocupaba Yashiro, pues ese repentino sentimiento de fraternidad que creció en él desde la primera vez que la vió frente a él no lo dejaba en paz, y le causaba ansiedad el constante debate que tenía entre detener a los hechiceros de cualquier alocada idea que tuvieran en contra de la muchacha como también cualquier mal acto proveniente de ella.

Sukuna tenía algo en claro, y eso era que Yashiro iría por él. La conocía... no, en realidad, no la conocía tanto como él creía. Yashiro había evolucionado, se había vuelto una adulta, no conocía realmente lo que podía estar pasando por la mente de su pequeña, pero algo era seguro; le darían una paliza.
Sukuna sabía que Yashiro iría por él. Mierda, desde luego que lo buscaría, y tenía ese mal presentimiento en su estómago que no lo dejaban disfrutar con tranquilidad el extenso aburrimiento que había dentro de su recipiente. Le atormentaba la idea de encontrarse con ella después de tanto tiempo, aún más si ella creyó que estuvo muerto. No estaba preparado para ver en lo que se había convertido su primogénita, porque bien sabía que tendría que aceptar todo lo que Ruther había alardeado sobre ella, y esa paternidad que se ocultaba en lo más recóndito de su interior bajo las múltiples máscaras de maldad y desprecio se negaba rotundamente a creer que Yashiro ya no era la niñita de papi.

Quería creer que la conocía, quería creer que se parecía a su madre, aunque siendo más realistas eso sería más bien el físico, pero habían múltiples aspectos que ella había adoptado de él, aspectos que él probablemente rechazaba incluso en sí mismo. Por mucho que deseara convertirla en un soldado, convertirla en la sucesora al trono, esos pequeños momentos que pasaron juntos durante la infancia de la castaña lo hacían retroceder pasos lentos.

¿Cómo podría ser capaz de corromper a tal criatura que solo buscaba una vida en paz? Lo hizo, lo hizo egoístamente solo pensando en su legado, en que el terror permaneciera en la vida de los demás incluso si su tiempo se llegara a terminar. Lo hizo egoístamente porque sabía que si ella continuaba la vida que tenía en un inicio... Entonces estaría cazándolo, y sería la única hechicera capaz de desaparecerlo en su totalidad de este vil mundo, sin dejar un rastro de su mísera existencia.

Por lo cual, sí, lo hizo para salvarse a sí mismo, aunque en el camino se interpuso este rol parental que despertó los sentimientos que alguna vez creyó extintos.

— ¿Qué crees que le ocurrirá si Gojō sensei la atrapa? —preguntó el pelirosa-palo, sacándolo de sus pensamientos y obligándolo a alzar la mirada en ese oscuro lugar.

— Ella seguramente escaparía —suspiró Sukuna un poco relajado, pero no del todo, porque la verdad es que se sentía un tanto inseguro de sí todo lo que alardeaba su subordinado era real o no, sobre todo tomando en cuenta que ella no tenía a mano todos sus corazones y, por ende, la fuerza de su cuerpo no se encontraba en su totalidad.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora