X | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶

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Hace un año.
Las pesadillas son reales

Sus ojos se abrieron lentamente, se fue adaptando a la luz de dicha habitación, luz oscura, grisácea, como si el día estuviera nublado

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Sus ojos se abrieron lentamente, se fue adaptando a la luz de dicha habitación, luz oscura, grisácea, como si el día estuviera nublado. Los quejidos no tardaron de salir por sus labios, se movió con lentitud hacia su derecha y encontró su teléfono celular sobre la mesa de noche. Agarro este, prendió la pantalla, cerró sus ojos con molestia por la fuerte luz de dicho objeto y luego observo la hora.

El sonido del punteo armónico de una guitarra acústica llegó a sus oídos, todos sus sentidos finalmente se despertaron por completo, y el malestar que la dominaba de pies a cabeza no tardó en hacerse presente de una forma lenta y desagradable.
La puerta de la habitación se encontraba entreabierta, y tenía todas las ganas de continuar durmiendo por un par de horas más, pero el sonido de la guitarra era demasiado satisfactorio como para caer dormida y dejar de escucharlo.

Se sentó en la orilla de la cama con torpeza. Observó el cubrecama plumón blanco, luego miró a su alrededor y la sencillez de dicha habitación le pareció aburrida.
Ya no llevaba los jeans ni el top que recordaba de la noche anterior, solo una simple camisa gigante de color negro que llegaba a la altura de sus rodillas y sus respectivas bragas también negras.
Pasó una mano por su rostro tratando de despejarse un poco más y finalmente se levantó de la cama, tambaleó un poco sintiendo un dolor punzante a lo largo de ambas piernas, tragó en seco sintiendo su boca pastosa.  Ignorando aquello, miró una vez más a su alrededor, confirmando que la habitación era desconocida, simplemente no era capaz de reconocer el lugar, pero tampoco pareció darle demasiada importancia.
El espejo frente a ella le permitió observar cada rincón de su cuerpo. Los chupones por su cuello y abdomen, los dolores temblorosos de sus piernas y su espalda, junto a la resaca de la borrachera de la noche anterior eran un cóctel mañanero realmente desagradable, pero un recuerdo de que lo había pasado de maravilla (o algo así).

Salió de la habitación encontrándose con un balcón interno, aparentemente se encontraba en un departamento dúplex. A su izquierda se encontraba la respectiva escalera para llegar a la primera planta, y desde el balcón interno de dicha habitación podía observar todo el salón de estar hacia abajo.
En el sofá de lo que parecía ser la sala de estar, se encontraba un pelinegro de contextura física firme, esculpida, atlética.  Traía unos simples pantalones de dormir grisáceos y tocaba tranquilamente la guitarra acústica con agilidad. Sus dedos bailaban sobre el mástil, presionando las teclas sin demasiado esfuerzo, con su mirada totalmente fija a través del gran ventanal que cubría desde el suelo hasta el techo doble altura de la segunda planta.

Era una imagen mañanera bastante atractiva, pero lo sería aún más si recordara quien era dicho chico y porque se encontraba en su apartamento. Aún que se hacía una clara idea de lo que podía tratar el asunto en cuestión.

Bajó las escaleras sin pavor, manteniendo un rostro adormilado, como si el hecho de estar en la casa de un desconocido luego de una alocada noche realmente no le importara.
El desconocido se percató de su presencia, continuó su tocata sin problema alguno, pero esta vez su mirada seguía lentamente la figura femenina que bajaba las escaleras. Su mirada profunda, caída, de ojos tan oscuros que no se era capaz de diferenciar el iris de la pupila, una mirada capaz de mirarte hasta el alma (o al menos de aquella forma se sentía). Su rostro era atractivo, tanto como el resto de su cuerpo, facciones marcadas, tez clara, su cabello era oscuro como su mirada y se encontraba bastante alborotado.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now