XXXV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶

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Año 700 d.c
Para la que seguirá sus pasos

El terror la inundaba de pies a cabeza

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El terror la inundaba de pies a cabeza. Aún seguía sin acostumbrarse a ver a aquellas criaturas malditas que la rodeaban día a día, algo de lo cual nunca se había percatado.
En su tribu, se preocupaban de la purificación diaria, el bosque en el cual vivían era constantemente recorrido por los hombres y mujeres de la familia, protegiendo el terreno de todo ser maldito, para que así sus pequeños pudieran recorrer los ríos y montañas sin preocuparse por nada más que recordar el camino a casa.

En cambio, aquí era diferente. Vivía en un prado dorado, sin el más mínimo rastro humano a kilómetros alrededor de aquella pequeña cabaña. A cuestión de metros se encontraba la entrada del oscuro, denso y tenebroso bosque. En sí, la naturaleza era increíble; árboles de metros y metros, de colores oscuros pero con reflejos claros, húmedo, con musgo entre las rocas, arbustos de frutos rojos. Se veía sombrío dado a los grandes árboles que le dificultaban la entrada al sol, pero habían ciertos lugares en los cuales los rayos dorados lograban interferir en el ambiente y causar algo de paz.

Lamentablemente, aquel bosque se encontraba repleto de criaturas malditas, probablemente nacieron de la muerte, odio y sed de sangre de los cazadores y guerreros que alguna vez tuvieron que cruzar por el lugar. Por alguna extraña razón, la castaña parecía tener alguna especie de escudo que alejaba a las maldiciones; la veían y babeaban a lo lejos, pero más que una tuvo el valor suficiente de tirársele encima.

En esta oportunidad, la noche era más fría que otras, pero ni siquiera estaban cerca del invierno. La castaña usaba un suéter de lana de múltiples colores que había logrado conseguir en una visita al pueblo, la verdad es que no era una prenda que a Sukuna le agradara a vista, pero si a la pequeña le gustaba no podía hacer nada en su contra.
También llevaba esos simples pantalones de tela claros, cubierta por las mantas sobre el futón. Su respiración era corta, un tanto acelerada, el corazón le latía precipitadamente y la luz de la luna que pasaba a través del delgado velo era lo único que le proporcionaba una iluminación estúpidamente tenue.

Esa criatura estaba allí. En la esquina izquierda, a sus pies, justo en el fondo, en aquella oscura y tenebrosa esquina izquierda, entre las paredes del cuarto y el armario de ropa.

Era terrorífica, tal como muchas que había visto, pero seguía sin acostumbrarse. El tronco de su cuerpo parecía un tanto ovalado, pero igualmente desproporcionado. Sus piernas eran largas y tan delgadas que causaba fobia, sus brazos eran iguales, sus manos llegaban a la altura de sus rodillas; con dedos largos y flacuchos, como ramas de árboles. Su cuello de igual forma era delgado, un poco más corto que sus demás extremidades, su cabeza era redonda, pero lo que parecían ser grandes clavos resaltaban de su cabeza; como si tratase de su cabello.
Su piel era oscura, pero habían partes específicas en su cuerpo en las cuales habían manchas un poco más claras, entre púrpuras.
Su rostro... No se veía con claridad, no gracias a la oscuridad en la cual se camuflaba, pero... Parecía no tener ojos, solo tenía aquellos dos agujeros vacíos, horripilantes, como un abismo, y una sádica sonrisa que iba literalmente de oreja a oreja.
Sus dientes rechinaban de manera extremadamente molesta y terrorífica, al mismo tiempo en que parecía molestarla chocando sus uñas contra el muro creando un desagradable ritmo.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now