XXXII

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La pequeña pelinegra se mantenía tranquilamente sentada en la silla

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La pequeña pelinegra se mantenía tranquilamente sentada en la silla. Los lapiceros de colores desparramados sobre el mesón, mientras procuraba pintar sin salirse de los bordes. El dibujo era barato y simple, las enfermeras le habían proporcionado aquel cuadernillo y lápices para que no se aburriera en la habitación de hospital.

¿Yashiro-san se sentirá mejor? Pensó, deteniéndose por un momento para alzar la mirada y ver a la mencionada recostada en la camilla.
Se mantenía acostada en silencio, su respiración relajada, con una intravenosa en su antebrazo conectada a una bolsa mediana con alguna especie de líquido transparente; la verdad es que Hitsumi no sabía exactamente lo que era.

Tres toques se escucharon en la puerta de la habitación, ni demasiado fuertes ni demasiado despacios. La menor giró su mirada de Yashiro hacia la entrada, y pestañeó confusa dejando nuevamente los lapiceros sobre el mesón para bajarse del asiento de un silencioso salto. Miró de reojo a la castaña confirmando que no se había despertado, y se dirigió rápidamente a la entrada de la habitación.
Su mano bajó la manilla y jaló la puerta, encontrándose con una alta y esculpida figura masculina. Su cabello rubio tomado en un medio tomate, y sus pantalones y camisa de traje le daban una vista elegante pero simple.

— ¿Puedo ayudarle en algo? —pregunto la menor, sin abrir completamente la puerta, mientras el mayor bajaba la mirada hacia ella.

Sus manos se encontraban guardadas en los bolsillos de sus pantalones, su ceño se frunció con algo de confusión, pero una impredecible sonrisa ladina se asomaba en su atractivo rostro de ojos marrones.

— ¿Es el cuarto de Ryōmen Yashiro? —preguntó, con un tono formal pero amable hacia la menor, mientras esta abría un poco más la puerta de la habitación y ladeaba levemente su cabeza dedicándole una mirada de pies a cabeza.

— ¿Es el padre de Yashiro-san? —preguntó con inocencia, notando como el hombre soltaba una risilla leve observándola detalladamente, y pasando unos cuantos segundos en silencio.

El ambiente se sentía sobrecargado.

— No en realidad, pero vengo por ella —respondió, observando los brillosos ojos oscuros en la pequeña de brillante piel y encantador aroma. Vestía ese uniforme de primaria, y le recordaba a las veces en que Yashiro asistía de dicha forma aparentando aquella edad—. ¿Qué me dices de ti, pequeña?

— ¿Crees que ella esté bien? —preguntó Yūji en voz baja, mientras caminaba de un lado a otro en la entrada del hospital con nerviosismo, mordiendo la uña de su dedo pulgar derecho mientras su mano izquierda se guardaba en el bolsillo de su campera—. ¿No es una maldición? ¿Es normal que una maldición sufra ataques de pánico? —su malestar se había pasado luego de que la castaña fuera hospitalizada, aún sentía un molesto dolor punzante en el pecho pero era totalmente insignificante comparado a lo que sintió mientras se acercaba a ella.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now