XXXIV

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Sus largos y delgados dedos pasaron por la superficie del mesón

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Sus largos y delgados dedos pasaron por la superficie del mesón. Una sonrisa ladina se asomó por su rostro mientras la oscuridad lo inundaba por completo en aquel pequeño y desolado departamento.
Soltó un suspiro. Se dirigió hacia el cuarto que estaba separado del living-cocina americana por unos ventanales de vidrio con marcos de madera vieja.

Observó las prendas sobre la cama, como aquel ceñido vestido de protuberante escote y falda corta, de color rojo vivo. Junto a este un bolso negro de algún tipo de marca cara, y unos pendientes de diamante sobre el mismo vestido.
Alzó una ceja mientras la yema de sus dedos pasaban por la orilla del protuberante escote, y luego lo meditó por unos cuantos segundos. ¿Había alguna razón en particular por la cual dejar aquellos caros pendientes a la vista de cualquiera? Le restó importancia por el momento, y continuó con el recorrido.

Se dirigió a la mesa de noche que se encontraba a la izquierda de la cama matrimonial, encontrándose sobre un platillo de cobre un collar. Trataba de un cordel de cuero con ganchos de oro, y la redonda fluorita brillaba entre la inmensa oscuridad.
Lo observó tentativo por unos cuantos segundos, sus manos permanecían guardadas en los bolsillos de su gran chaquetón en un debate de tomarlo o no, pero decidió dejarlo de lado.

Podía ver la presencia únicamente de dos personas, los reconocía como Nakerama y su hermana menor, pero ¿Qué hay de la esencia de ella? Era su apartamento, estaban sus cosas, pero su habilidad de esconderse era impresionante.

— Ella no estaba en casa —habló seguido de su repentina tele-transportación al cuarto donde sus estudiantes se encontraban hablando tranquilamente. Los exaltó por su repentina presencia pero a los pocos segundos lograron tranquilizarse—. Tiene una capacidad increíble de esconder su rastro de energía, solo logré ver la de Nakerama y su hermana menor, son los únicos que han ingresado a su apartamento —relató mientras tomaba asiento junto a Yūji, cruzando una pierna sobre la otra y extendiendo su brazo al respaldo del sofá—. Es incluso probable que ella se encontrara allí pero no pude notarla, increíble ¿No?

— ¿Increíble? —espetó Megumi frunciendo su ceño, sin encontrarle gracia a las palabras del mayor y la molesta sonrisa ladina que se asomaba en su rostro.

— ¿Tú y tus seis ojos no pudieron verla? Por primera vez realmente te considero inservible —fue Nobara, cruzándose de brazos de mala gana y reclinándose al respaldo del sofá, mientras solo escuchaban como una risilla se escapaba de sus labios.

— Nosotros nos encargaremos —suspiró el pelinegro, cerrando sus ojos por unos cuantos segundos—. Mientras se pueda hablar civilizadamente con ella, cabe la posibilidad de que acceda a venir con nosotros, tal vez nos lleve más tiempo, pero estoy completamente seguro que será mejor que atacarla de frente sin saber siquiera lo que es, no podemos arriesgarnos a verla en acción, y más aún si es en contra de nosotros —explicó Megumi, seguro de que era la opción más madura entre los cuatro.

— Bueno, si las cosas se descontrolan, supongo que me encargaré yo —sonrió Gojō, y dichas palabras causaron un escalofríos en la espina dorsal de Yūji, mientras sus ojos denotaban algo de pavor—. La idea principal era comunicarme personalmente con ella, pero si no está en casa y no puedo rastrear su energía entonces no hay mucho que hacer.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now