XXVI

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— ¿Sensei? —la sonrisa coqueta y burlona se ensanchó en su rostro, mientras daba dos pasos para acortar la distancia entre ambos e ingresar al apartamento—

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— ¿Sensei? —la sonrisa coqueta y burlona se ensanchó en su rostro, mientras daba dos pasos para acortar la distancia entre ambos e ingresar al apartamento—. Vaya, perdí la cuenta de hace cuantos años dejaste de llamarme "sensei" y me empezaste a tratar como "idiota" —aclaró, enarcando una ceja, su mirada baja fija en la muchacha frente a él, quien a su lado era lo suficientemente baja para mirar hacia abajo—. No estoy diciendo que me molesta, pero ¿por qué no cambias esa expresión?

— ¿¡Eh!? ¿¡Qué rayos haces acá!? —alzó ella, sintiendo como la gran y cálida mano del sujeto acariciaba su mejilla, pero la alejó de un manotazo y siguió con esa postura alerta y segura.

Sí, había dejado de llamarlo como "profesor" desde que dejó de verlo como tal y solo comenzó a verlo como un amigo, un conocido que de vez en cuando la acompañaba en asuntos. Pero en el momento se había sorprendido a tal punto, que había un nudo en su garganta y sus pensamientos se nublaron.

— Wuah ¿Por qué estas molesta? —rió él, esbozando nuevamente esa sonrisa burlona que solo provocó que la castaña girara sus ojos.

No estaba molesta, su ceño fruncido expresaba lo mucho que le estaba costando analizar la situación. ¿Cuánto había pasado? ¿Cómo rayos la encontró? (Ignoren eso, si es Ruther probablemente es capaz de encontrarla hasta en la abismante profundidad del mar) ¿Qué rayos hace aquí? Que está buscando? ¿Se metió en problemas? ¿Viene a joderle el día como a veces solía hacer?

Jaló el esculpido brazo del mayor, jalando este hacia adentro para que se quitara de la entrada y pudiera cerrar correctamente la puerta. Una vez ambos adentro, Yashiro apoyó ambas manos en sus caderas, y miró al hombre de sonrisa leve y postura tranquila de pies a cabeza.

Era alto, ¿Uno noventa? ¿Uno ochenta y pico?
Cuerpo fornido y esculpido, de hombros anchos, pectorales marcados, tronco marcado, brazos fuertes. Llevaba un físico atlético de un treintañero jodidamente atractivo, de todo el gusto para Yashiro, desde luego. Ruther había procurado tomar una figura lo suficientemente atractiva para tener la atención de la castaña, pero por mucho que lo intentara, la chica nunca iba a verlo con ojos lujuriosos como solía hacerlo con el resto del mundo.

— ¿Qué le hiciste a tu cabello? —espetó ella, dado que la usual imagen de un azabache con el cabello hasta los hombros era lo que solía ver.

Su rostro era atractivo, tenía facciones marcadas. Ojos color marrón, almendrados, cejas definidas y una mirada feroz, una mirada que era lo suficientemente directa para decir algo sin palabras. Su tez era pálida, y su cabello que anteriormente era azabache, ahora era rubio, un rubio muy claro, casi como el color del prado en el que solía vivir cuando pequeña. Era lago, pero sobre los hombros, como a la altura de la nuca; estaba tomado en un medio tomate, y algunos mechones inevitablemente caían a los costados de su frente.

— ¿No te gusta? Creí que si vendría a verte lo mejor sería hacerme un cambio de look —habló, ensanchando una sonrisa a la vez que sus ojos se achinaban, y una de sus grandes manos de delgados dedos tomaba un mechón de su rubia cabellera y jugaba despreocupadamente con él—. Sabes, allá afuera vi a muchos chicos con cabellos de todos los colores... No creí que eso fuera posible, pero la forma en la que el mundo a evolucionando es increíble.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now